Crisis de Identidad

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No sabe en qué momento comenzó exactamente, pero desde que comenzó a tener el uso de la razón se dió cuenta de algunas cosas que no encajaban a la hora de crecer en un sitio lleno de dragones.

Lo primero que conectó en su cabeza fue el hecho de que sus pulmones no estaban hechos para expulsar fuego. Muchas veces llegaba a inhalar el humo del aliento de los dragones, pero ella era la única que resultaba afectada por ello y terminaba tosiendo hasta que alguien le ofrecía agua o la llevaban a un lugar con aire fresco.

Después llegó el volar. Los dragones adultos parecían sobreproteger a la chica cuando ella quería imitar a las crías cuando éstas comenzaban a aprender a volar por primera vez. Especialmente Virran, quien en esa etapa de su vida no se despegaba de ella, con miedo a que debido a su tamaño la pobre Hicca pudiera terminar siendo aplastada por uno.

En el peor de los casos, terminando siendo la segunda cena de alguno.

Y por último, su piel. A diferencia de los demás, ésta era completamente suave. Tenía su rostro lleno de pecas, pero éstas no tenían una sensación escamosa. Ni siquiera tenía escamas alrededor de su cuerpo o algo que delate que poseía una cola o alas.

No había nada, pero ella no sentía que le hacía falta algo.

Sin embargo, eso no quitaba el hecho de que a su corta edad de ocho años ella ya estaba pasando por una pequeña crisis de identidad. Pasó algunas noches en vela solo escribiendo en su cuaderno tratando de encontrar la respuesta.

¿Por qué era ella la única que era diferente? ¿En dónde estaban sus padres? ¿Acaso ella había nacido con una deficiencia o una discapacidad?

Chimuelo fue testigo de todo ello, fingiendo estar dormido, pero mirando con preocupación cómo su mejor amiga estaba claramente estresada y con una sonrisa claramente artificial, ya que su naturaleza era el no hacer preocupar a nadie.

Y eso era algo que a él claramente le molestaba.

Claramente preocupado, decidió tomar cartas en el asunto y habló con Virran esa misma mañana para explicarle lo que Hicca había estado experimentado y como él estaba consternado (eso fue una gran sorpresa para Virran, ya que nunca esperó ver a Kreston tirar su orgullo a un lado por alguien).

Así que con aquella petición, Virran aprovechó que él e Hicca estaban solos en su hogar para tener una plática uno a uno con ella.

-Hicca, cielo. Por favor toma asiento.- le llamó cuando ella había llegado a la cueva después de haber pasado el día jugando con las crías.

-... ¡En mi defensa, a mi me retaron a empujar a Connor a aquel jardín de cactuses! ¡Yo no tuve nada que ver!

-No, eso no es lo que-¡¿Qué hiciste qué?!

-Ay... ¿No era por eso?...

-... Ya hablaremos de eso luego. Solo toma asiento.

Hicca asintió con la cabeza de forma tímida y se sentó en la mesa de piedra que tenían en el área común, justo en frente de su guardián.

-Kreston me dijo que estás estresada.- notó como los hombros de las chicas se tensaron y ella agachó la mirada.- ¿Hay algo que te esté preocupando?

La chica se mantuvo en silencio por un rato y no despegaba su vista de su regazo. Virran solo suspiró y extendió una de sus patas delanteras para acariciar la cabeza de su pequeña.

-Hicca, quiero que seas honesta conmigo. ¿Es por el hecho de que no eres un dragón?

La tensión en el cuerpo de la chica fue su respuesta.

-Así que es eso. ¿Qué te tiene carcomiendo la cabeza?

Hicca apretó su mandíbula y abrió la boca, pero las palabras parecían estar estancadas en su garganta y sintió como las lágrimas se acumularon rápidamente en sus ojos.

-Y-Yo...- sollozó.- ¿Yo soy u-un fen-nómeno?...

-¿Por qué piensas eso?

-N-No lo sé...- un pequeño hipo.- E-Es que yo n-no soy u-u-un dragón, y n-no sé p-p-porque...

-Hey, hey. Calma. Vamos, respira conmigo.

El Windwalker acariciaba la cabeza de la chica con cariño y le ayudó a volver a controlar su respiración, ya que la pobre estaba a nada de que le dé un ataque de pánico.

-Hicca, lo que te quiero decir es muy importante, así que quiero que me escuches atentamente, ¿sí?

La chica asintió lentamente, pero era un alivio al ver que ella ya estaba más calmada.

-Mira, no sé qué es lo que desencadenó para que llegues a pensar de esa forma, pero si hay algo de lo que estoy seguro es que las apariencias físicas no importan.- levantó con delicadeza el mentón de la chica usando su garra.- Tú puedes ser lo que sea. Una lombriz, una ardilla, o hasta una trucha. Lo que importa es lo que está aquí.- tocó el área del pecho en donde estaba el corazón de la chica.- Tu eres tu propia persona, y siendo dragón o no eso no significa que te queramos menos. ¿Crees que Chimuelo te odia porque no eres un dragón?

-N-No...- sorbió su nariz.

-¿Crees que yo no te quiero porque no sabes volar o escupir fuego?

-No...

-¿Crees que necesitas ser un dragón para ser inteligente o una buena artista?

Hicca negó con la cabeza.

Virran, teniendo cuidado con el pequeño cuerpo de Hicca, la abrazó y la chica solo rió de forma suave cuando sintió algunas escamas haciéndole cosquillas.

-Te quiero, padre.- susurró la chica con una enorme sonrisa.

-Y yo a tí, pequeña.- se separó del abrazo y acarició su cabeza una última vez antes de que su mirada se transformara en una afilada y molesta.- Ahora, ¿cómo estuvo eso de que aventaste a alguien a un jardín de cactuses?

Hicca solo se congeló en su lugar y tragó saliva de forma forzada.

Era bueno ver que nada había cambiado y que Hicca finalmente se había aceptado a sí misma tal y como era. Aunque eso significaba haber sido castigada por dos meses limpiando las cuevas del Nido con solo un cepillo de dientes.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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