Telepatía

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Dicen que la sangre es más densa que el agua. Al principio no creía en aquel dicho, pues al ser de una familia extensa en la que habían varios dragones que pertenecían a distintas manadas no era algo común de experimentar cuando estaba ocupado con su trabajo.

No obstante, descubrió que no era necesario tener algún lazo sanguíneo cuando una conexión era genuina. Y eso lo comprobó cuando se convirtió en guardián y padre de sus peculiares crías.

Hicca y Chimuelo eran completamente distintos (siendo una la única humana y el otro un dragón), pero al pasar tiempo juntos la relación de ambos era de una bonita amistad, casi hermandad, que los hacía inseparables y crearan una gran química.

Y con ello la famosa telepatía entre hermanos, ya que había experimentado de primera mano que había veces en que las palabras no eran necesarias para las necesidades del otro.

Una ocasión por ejemplo, Virran estaba con Hicca y Kreston en su cueva, siendo que era una de las pocas ocaciones en las que el dragón adulto tenía el día libre y decidió descansar en la conformidad de su hogar; teniendo que cuidar de paso al par de remolinos que tenía por crías en contra de su voluntad.

Virran estaba en la cocina preparando la comida para todos dejando a los menores en la sala, claro que siempre manteniendo un ojo en ambos en caso de que decidan comenzar una pelea o planear una travesura.

Los dos menores estaban en el área común con Hicca dibujando en su cuaderno y Kreston tomando una pequeña siesta, ambos con unos pequeños bocadillos y dos tarros con agua. En algún momento llegó a presenciar como sin siquiera verse, Hicca extendió su ahora vacío tarro a su mejor amigo, quien tampoco le dirigió la mirada y pareció haber despertado en el momento justo, tomando dicho objeto y levantándose de su lugar para ir a la cocina para rellenarlo.

Virran vió todo con los ojos abiertos como platos, olvidando por completo su labor de cocinar.

-Virran. La sopa.

Volteó a ver la olla en la que estaba calentando el caldo, efectivamente, viendo que estaba hirviendo de más y se estaba desvordando.

-¡Me lleva la-!

...

Otra ocasión, al igual que la anterior, se tuvo que quedar en su hogar debido a una pequeña fractura en su ala y fue obligado a tomar reposo por unas semanas.

Cómo quería estrangular al médico en cuanto le dió la órden, pero se tuvo que contener ya que estaba en presencia del Alaeterna. Así que le tocaba quedarse en su cueva y rezar porque sus crías no cometan ninguna locura en ese tiempo.

Virran se encontraba en el pequeño claro cerca apreciando el aire fresco cuando vió a Kreston salir, sentándose a pocos metros de la entrada de su hogar y acostándose en el suelo para poder bañarse en el sol mientras tomaba una pequeña siesta. Ambos se sumergieron en un silencio cómodo hasta que Virran había escuchado el estómago del chico rugir. Abrió la boca para poder preguntarle si quería que le prepare algo hasta que vió a Hicca salir con dos truchas en brazos, ofreciéndole uno al Furia Nocturna sin intercambiar una palabra.

El chico solo asintió con su cabeza y continuó con su siesta después de devorar su manjar mientras que Hicca volvió a entrar a la cueva escuchando cómo se quejaba del calor. El Windwalker se había quedado nuevamente sorprendido hasta que la voz de Chimuelo lo trajo nuevamente a la realidad.

-... Hey, Virran-

Cuando volteó a ver hacia abajo se dió cuenta de que había pisado por accidente una colonia de hormigas rojas, que comenzaron a escalar rápidamente por sus patas y se veía que tenían sed de sangre.

-¡Por un cara-!

...

La tercera vez no había sido tan caótica como las anteriores. En éste caso el dragón adulto había regresado a su hogar después de un exhaustivo día cumpliendo con sus labores, encontrando a los pequeños en el área común con Hicca armando uno de sus nuevos inventos y Chimuelo estaba sentado a su lado leyendo uno de los libros que había encontrado por ahí.

Virran estaba acostado en el suelo disfrutando del pequeño momento de paz y rezando porque se quede de ese modo, ya que sentía que su dolor de cabeza se estaba yendo, pero uno nunca sabía que era lo que esos dos tenían tramando.

Suspiró un poco cansado y dirigió su atención nuevamente a sus crías. Al ver a los hermanos se dió cuenta de que Hicca estaba tan metida en su proyecto que al ajustar uno de sus tornillos, éste estaba bastante tenso y terminó saliendo volando al otro lado de la cueva y por ende destruyendo todo el progreso de la chica. Hicca estaba a nada de pegar un grito y estampar el resto cuando Chimuelo le quitó las cosas de la mano para tomar a la castaña entre sus patas, acostarse boca arriba y dejar que se quede acostada sobre su vientre.

Virran se sorprendió bastante, incluso pensó que si el mismísimo Alaeterna presenciara esto no iba a creerlo y se echaría a llorar al ver a sus crías llevándose tan bien.

Aunque le lanzó una mirada para nada amigable cuando se dió cuenta que Chimuelo podría pasarse de listo por donde colocara su pata en la espalda de la chica.

-¿Padre? ¿No estabas dormido?- la voz de Hicca lo despertó de su imaginación, quien ahora lo veía con preocupación.- Podemos dejarte solo si necesitas el descanso...- dijo de forma tímida.

Virran sonrió de forma sueva.

-No, no te preocupes, cielo. 

-¿Estás seguro?- volvió a preguntar.

-Sí, ésto es todo lo que necesito.- dijo antes de cerrar sus ojos y dejando  que su cuerpo se relaje finalmente.

Ahí tenía sus pruebas de que no importa en dónde estén, mientras ambos estuvieran juntos, no había nada de que preocuparse.

Cuentos de BerkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora