Bebé

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-Un bebé...

Chimuelo inmediatamente escupió el agua que se encontraba tomando en aquel momento y comenzó a toser debido a la sorpresa. Volteó a ver asustado hacía Hicca, quien se encontraba sentada en la orilla de la colina que recientemente descubrieron en una de las nuevas islas que habían encontrado en una nueva aventura.

-¿Hicca?- preguntó con cierto temor en su voz.

La mencionada pareció percatarse de que pensó en voz alta sin querer. Una vez conectó miradas con Chimuelo comenzó a sonrojarse hasta que su cara comenzó a arder y agitó los brazos de forma frenética.

-¡N-No! ¡No es lo que crees!- chilló.- ¡Es que estaba viendo a unos pájaros y-y tenían a sus bebés con ellos y–!...- ocultó su rostro en sus manos.- Tierra trágame...

Chimuelo por su parte no sabía si sentirse aliviado o enterrar su cabeza en el agua del lago y morir ahogado. El silencio entre ambos era tan denso que podría ser cortado hasta con el hacha  más afilada.

Él e Hicca apenas iban a cumplir veintitrés y veintiún años respectivamente pero ya tenían en sus hombros la presión por parte de Bocón de que deberían contraer matrimonio de una buena vez y comenzar una familia (aunque todo era bajo el pretexto para que ambos cuelguen la silla y dejen de rescatar a los dragones capturados para seguir sobrepoblando la isla).

Chimuelo decidió cambiar a su forma humana y se acercó de forma cautelosa a su novia, llegando a pasos ligeros y se sentó a lado de Hicca para apartar las manos del rostro de la castaña y cubrirlas con las suyas propias.

-¿Quieres un bebé?- preguntó con un rostro serio; sin embargo, el tono de su voz le delató que estaba bastante asustado de soltar la pregunta en primer lugar.

-¡¿Ah?!- exclamó Hicca casi soltando vapor de las orejas.- ¿Q-Qué tonterías estás diciendo?

-Hicca. Se te ve en la cara.- respondió Chimuelo en un intento de calmar los nervios de ambos.- ¿Quieres un bebé?- volvió a preguntar.

Y como era de esperarse Hicca tuvo un pequeño corto circuito en su cabeza a la vez que su corazón dejó de bombear sangre por unos breves segundos. Chimuelo ahí tuvo la confirmación de que la chica de verdad añoraba crear una familia y establecerse en Berk una vez haya ayudado a todos los dragones; claro que eso eso requeriría años, sino es que siglos, para poder cumplir con su sueño.

-¿Entonces? ¿Quieres un-?

-¡No repitas la pregunta!- Hicca pateó a Chimuelo por reflejo antes de agachar la mirada para evitar su mirada.- Solo... No sé...

-Renacuajo.- el tono de Chimuelo por fin pudo volver a ser uno de seriedad.- Solo háblame con el corazón y dí la verdad. ¿Quieres...? ¿Quieres que tengamos un bebé? ¿Formamos una familia?- preguntó.

Hicca solo tragó saliva de forma forzada y levantó la cabeza dejando descubiertos sus ojos que chocaron con la mirada ajena para ver su reflejo en ellos. Tomó aire y sin decir una palabra solo asintió con la cabeza ligeramente antes de ocultar nuevamente su rostro usando su cabello.

No obstante, fue gracias a ello que no logró ver la reacción de Chimuelo. El Furia Nocturna tuvo un pequeño infarto y su cerebro se reinició antes de que una enorme sonrisa se dibujara en su rostro y sus manos tomaron fuertemente las de Hicca.

-¿De verdad?

-... S-sí...

Chimuelo solo reaccionó de la única forma que pudo.

Pegó un salto para poder pararse recto nuevamente y sin avisar tomó a Hicca por la cintura para poder cargarla y dar vueltas mientras reía fuertemente.

-¡Chi-Kreston! ¡Bájame!- se quejó Hicca.

Pero sus quejas sólo llegaban a oídos sordos. Dieron un par de vueltas más hasta que las risas de Chimuelo finalmente murieron y sin soltar a Hicca le plantó un beso en sus labios solo dejando todavía más confundida a la chica.

A lo cual tampoco le ayudaba nada para bajar el sonrojo de su rostro.

-¡Kreston!- chilló Hicca avergonzada.

-Eres adorable.

-¡¿Y eso a qué viene?!

-No puedo evitar hablar con la verdad.- la depositó suavemente en el suelo pero sin soltarla. Sus manos reposaban en la cintura de Hicca y pegó ambas frentes.- Para ser honesto... Me gustaría mucho, bastante, tener un bebé.

-¿E-En serio?

-Sí. Mucho.- guió una de sus manos para ahora acariciar la mejilla de Hicca.

-Pero, no podemos.- Hicca habló en un pequeño susurro con un tono triste.- Ambos tenemos responsabilidades. Y con esto de rescatar a los dragones...

-No estoy diciendo que ahorita.- jaló ligeramente su mejilla antes de soltarla y acariciarla nuevamente.- En un futuro. Cuando ya no haya peleas o dragones que necesiten salvación. Tu y yo estaremos en Berk, en nuestro hogar, viendo el atardecer, con un par de Terribles Terrores peleándose por unos pescados.- Hicca soltó una pequeña risa y Chimuelo sonrió más.- Y veremos a, quien sabe, unos cuatro o cinco pequeños demonios jugando y corriendo.

-¿En serio esperas que tenga cuatro o cinco hijos?- Hicca fingió un tono de enfado.

-Quizás seis.

Ambos rieron y juntaron sus labios en otro beso cálido. Pero Chimuelo conocía a Hicca perfectamente, por lo que sabía muy bien de todas las dudas que había en su cabeza como ella lo hacía con él. Por lo que un poco juguetón decidió tomar nuevamente a su novia de la cintura para alzarla, solo que con la diferencia de que la cargaba de un estilo nupcial para disfrutar de la reacción avergonzada de la chica.

-¡Chimuelo!

-Aunque ahora que lo pienso, tenemos bastante tiempo de sobra. ¿Qué me dices si lo intentamos?- comentó Chimuelo en un tono que mezclaba burla y seducción.

Hicca ya no sabía si su rostro estaba rojo o pálido.

-¿E-Eh?

Y para echarle más leña al fuego Chimuelo acercó su rostro peligrosamente para quedar a pocos centímetros del de Hicca.

-Hagámoslo. Intentemos tener un bebé.

Chimuelo comenzó a caminar todavía cargando a Hicca en brazos y la castaña solo pataleaba y decía cosas incoherentes debido a la vergüenza y los nervios.

Sí, aquella noche sería una que ambos recordarían vívidamente. Está de más decir que a la mañana siguiente Hicca estaba a punto de tener la piel de Chimuelo como alfombra a modo de venganza por todas las bromas y coqueteos.

Claramente Hicca ya no podía ir a aquella isla sin revivir esos recuerdos.

Pero al final del día, ¿quién diría que sí lograron tener un bebé al primer intento?

Cuentos de BerkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora