Una Vida Tranquila

67 7 7
                                    

¿Quedarse en Berk fue la mejor de las decisiones? Si se lo preguntabas a Chimuelo, la respuesta sería sí.

Dejando el Mundo Oculto y a su familia atrás, Chimuelo e Hicca finalmente cumplieron su sueño de contraer matrimonio y tener a su pequeño hijo; con Chimuelo bromeando desde antes que iba a ser un chico bastante energético y travieso gracias a todas las patadas que le daba a su madre en la panza.

Aunque se tuvo que callar varias veces cuando veía la cara molesta de la chica y a Astrid pasándole el hacha en caso de que se quiera pasar de listo.

Ahí le quedó claro que una mujer embarazada daba más miedo que cualquiera de los enemigos que se habían enfrentado una vez en el pasado.

Su vida fue pacífica de cierto modo, descubriendo un hechizo en un libro antiguo que habían encontrado en una cueva cuando viajaba con unos vikingos en busca de provisiones y con ello logró esconder los rasgos dragoniacos que poseía, luciendo como un humano común y corriente mientras seguía poseyendo su fuerza, sus sentidos desarrollados y un hambre insaciable; aunque en eso no se diferenciaba de los vikingos.

Gracias a aquel disfraz, él pudo convivir en la aldea de Berk de mejor manera e incluso le ayudaba a los hombres vikingos en algunas tareas y a Hicca con sus labores de jefa cuando ella ya no podía moverse debido a su embarazo.

Y sin dudas, el momento más feliz de su vida (no, su boda no cuenta) fue el nacimiento de su pequeño hijo, Torden. Hicca le había explicado que de ser niño quería ponerle ese nombre ya que significaba "Trueno" en otro idioma y sentía que le quedaba bien al tener a su padre titulado como el "Bastardo del rayo y la muerte misma".

-Vamos, Kres. Tómalo.- Hicca le pidió sosteniendo a su hijo recién nacido en brazos cubierto por un par de mantas para mantenerlo caliente.- ¿No quieres ver a tu hijo?

Chimuelo, gran Furia Nocturna y una vez titulado el Alfa de los dragones... Se encontraba pegado a la pared cual babosa y estaba sudando a mares bajo la atenta mirada de las únicas mujeres en la habitación, las cuales eran Valka y Astrid.

-¿Asustado?- se burló Astrid.

-N-No...- trató de excusarse.- Es que... ¿Son alergias?

Eso le ganó tres miradas escépticas.

-Kreston.

-Dime.

-Ven.

-No.

-Ven.

-No.

-Que vengas.

-Que no.

-¿Es en serio?

-Chi.

Valka no pudo evitar reír ante la interacción, sosteniendo el hombro de su hija para evitar que ésta se lance al pobre muchacho y quitarle lo que lo hacía hombre.

-Oh, vamos. Él solo está nervioso.- comentó la mujer mayor tomando a su nieto en brazos y yendo hasta donde estaba el pelinegro.- Es normal entre padres primerizos. Todavía recuerdo a Estoico haciendo lo mismo cuando te tuvimos a tí.- rió nuevamente hasta que estuvo frente a frente con su yerno.- ¿De verdad no lo quieres sostener?

-... No es eso...

-¿Entonces?

-Es que... Es tan pequeño...

-Sí, lo es.

-Y muy frágil.

-Sí, como todos los bebés.

-Que tal sí...- suspiró.- ¿Y si lo lastimo?

Astrid rodó los ojos e Hicca sonrió de forma suave.

-¿Y te haces llamar a tí mismo el "bastardo del rayo y la muerte"?- preguntó Astrid divertida.

Cuentos de BerkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora