Capítulo 11:

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Capítulo 11:

Habían pasado unas dos semanas y la manada seguía sin volver a la costa, La princesa no podía culparlas. ¿Por qué regresarían a aquel lugar que les hizo tanto daño? Y sin embargo no podía evitar pasar cada tarde y dejar un balde a rebosar con mariscos que al día siguiente sin falta amanecía vacío. No había forma de saber si regresaban en la noche y se iban en la madrugada o si simplemente las gaviotas eran las que se estaban dando un festín.

Las interacciones con su madre se habían limitado a lo estrictamente necesario, lo que había sucedido no significaba absolutamente nada para Rahena y cualquier intento de hablar del tema caeria en oídos sordos. Al menos le había permitido pasar su ira y dolor en relativa paz, sin obligarla a romper el silencio que había puesto entre ambas... Al menos hasta ese momento.

Milo había entrado a su cuarto, haciéndole saber que la reina la estaba esperando. Y ahora se enfrentaba a la gigantesca puerta de bronce, tomó aire dándose valor y empujó la puerta.

Al entrar en el despacho de la reina Rhaena la joven se sintió inmersa en una atmósfera tensa. La estancia estaba adornada con suntuosos muebles y pesadas cortinas que apenas dejaban pasar la luz del sol. Desde su posición en el opulento salón del castillo la reina observaba a su hija con ojos fríos y exigentes. La princesa permanecía en silencio, con la postura recta pero la mirada llena de temor.

-Milo dijo que estabas preguntando por mi

-Quería hablar contigo sobre Cutler

El nudo en su estómago solo se revolvió más, pasó saliva con fuerza, tratando de bajar la bilis que sentía subir por su garganta. Tal vez esta sería su oportunidad para expresar sus dudas sobre ese compromiso. Después de lo que había pasado en la playa la sola idea de verlo la repugnaba.

-Ah... si, sobre eso...

Una de sus manos se posó en su cuello, sus uñas rasgaron un poco la piel de su nuca. ¿Cómo podía decirle a la reina que aquel que escogieron para reinar junto a ella le daba ganas de vomitar? Cómo explicarle que prefería cortarse su propio pie a punta de mordiscos que pasar más de una hora en la misma habitación?

-Lo he notado tenso, creo que es tiempo de que empieces a ejercer tus labores

Continuó la reina con voz monótona. Las cejas de la chica casi tocaron su frente y sus ojos crecieron al doble de su tamaño.

-¿Q-que? Pero ni estamos casados...

-No creerás que eso de que se espera hasta la noche de bodas es real, los hombres tienen deseos y como su prometida es tu deber asegurate que estos deseos sean concedidos

-No

La chica dio dos pasos atrás, el nudo en su estómago se hizo más agudo. La reina suspiró. Mirando con falsa comprensión a su hija

-Como princesa y futura reina, tienes responsabilidades que cumplir - comenzó la reina con voz autoritaria. -Cuando te cases con Cutler, deberás satisfacer sus necesidades físicas como una buena esposa. Es más que razonable que empieces desde ya.

-Madre, entiendo que debo ser una buena esposa - Quería dejarle en claro a su madre que antes que nada era consciente y entendía lo que se esperaba de ella, tal vez, solo tal vez, lograria comprenderla - pero tengo dudas sobre este matrimonio. No existe conexión alguna entre Cutler y yo y temo que nuestra relación sea infeliz- Trato de expresar sus dudas de la forma más lógica posible, buscando en los ojos de su madre alguna nota de comprensión.

-Querida, no estarás esperando enamorarte ¿Verdad? ¿Venías acaso aca con la esperanza de que te dijera que si no lo amas entonces no tienes que casarte con el?

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