Capítulo 19:
En el castillo reinaba el caos
-¡Milo! ¡Ven acá!
Habían pasado apenas unas horas después del escape de la princesa cuando el grito de la reina se escuchó por todo el pasillo. Milo se deshizo de las rasposas sábanas que tenía por cobijas mientras peleaba con su propio cuerpo. Sus movimientos eran más letárgicos que de costumbre y podía sentir cada vértebra de su espalda luchando por regresar a la cama. Cada paso se sentía como si lingotes de hierro hubieran reemplazados sus huesos.
Aun despeinado y con la camiseta abierta se presentó ante la reina, hizo una reverencia y se fijó por unos segundos en aquellos zapatos dorados mientras trataba de recuperar el aliento.
-Majestad
Adopto lo que esperaba luciera como la posición de un soldado y no revelara al joven asustado que se escondía bajo su piel
-Después de los eventos de esta madrugada, comentaste con alguien lo sucedido?
El tono de sus ojos era el mismo tono que había heredado la princesa y sin embargo sus miradas no podían ser más diferentes, la de la reina parecía hurgar en tu alma, buscando tus puntos más débiles para forzarte a caer frente a ella.
-Jamás me atrevería a desacatar una orden real, su alteza
Los delgados labios de la reina, que a pesar de la hora lucían perfectamente humectados bajo el color rojo sangre de su labial preferido, se contrajeron en una mueca de incredulidad. "Está bien, ella no sabe nada, no hay pruebas de que estuvimos ahí"
-Y no sabrás tu, de casualidad, donde esta mi hija?
-Majestad, cuidar de la princesa es mi trabajo y jamás la dejaría a su suerte, la deje en compañía de las únicas personas en las que confiaría, con ustedes, alteza. Como se me fue ordenado regrese a mi posición. No la he visto desde entonces. ¿Ha sucedido algo?
"Si no hay pruebas, ustedes no saben nada, y si hay pruebas entonces fijan demencia" Sus propias palabras fueron recitadas en su cabeza como un mantra. No podía saber nada, por eso venía a cuestionarlo en persona en lugar de mandar a otros guardias a apresarlo directamente. Frunció las cejas y ladeo la cabeza como un cachorro confundido mientras miraba a la reina con preocupación. Ella lo disecó con la mirada por unos segundos que se sintieron como horas.
-No la encontramos - admitió finalmente - Seguramente desperto confundida y anda rondando por ahí, pero es crucial que la encontremos.
-Quiere que junte una búsqueda con el resto de los guardias?
La mujer pasó una mano llena de anillos valiosos entre sus grises cabellos mientras pensaba.
-No, el ruido podría asustarla, para evitar esto busca a Lorelai y pídele ayuda - Le dedicó una mirada de desagrado -Y busca a Octavia, parece que mi hija le tiene aprecio.
Se alejó haciendo resonar sus tacones sobre las baldosas de piedra sin esperar la respuesta del joven. Milo soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo. La reina aun no sabia nada, estaba seguro de eso, el carácter de la mujer era de atacar primero y preguntar después, o directamente no preguntar.
Se encaminó a las duchas comunales cargando con cuidado su uniforme y su espada envainada. Retiró lentamente sus prendas de dormir y una vez estuvo listo entró a la ducha, el agua, como siempre, estaba helada. Mientras el líquido recorría su cuerpo Milo trazaba en su mente sus siguientes pasos.
El hecho de que la reina, sin saberlo, le ordenara armar una búsqueda con las únicas otras dos personas que sabían lo que realmente había pasado con la princesa le ahorraba guardar las apariencias dentro de la búsqueda, sin embargo tenía que asegurarse de que pareciera que realmente estaban buscando. No podían llamar la atención ni hacer alboroto, pero si la reina los veía era necesario que creyera que realmente estaban buscando a la princesa.
Tallaba su cuerpo con el jabón mientras pensaba en la forma correcta de buscar a las chicas, si debía ir primero por Lorelai o por Octavia, cómo debería actuar para que a los ojos de otras personas se viera apurado pero sin crear pánico?
Aseguro los botones de la vaporosa camisa, las mangas sobresalen bajo el puño del capote, el blanco de la tela contrasta con el tono rojo y los detalles dorados que tiene el abrigo, estos detalles no solo estan en los puños sino también a cada costado del torso y en el tejido que rodea el cuello, de donde sale una medalla dorada, el cinturón es rojo rubí y en el centro sobresale la hebilla con el escudo Cohen, los toques dorados finalizan en las hombreras y los botones del pecho, el resto de la tela tiene un tono azul índigo que combina con los pantalones, son ceñidos pero la tela es respirable y flexible.
Revisó su reflejo en aquel espejo roto y sucio que colgaba precariamente sobre la pared de piedra. Hizo lo que pudo para peinar sus dorados cabellos, levantando esos mechones necios en una especie de cope que Lorelai solía despeinar a modo de saludo. Seguro su capa roja alrededor de los hombros y salió.
Sus planes cambian de inmediato cuando Lorelai choca contra su pecho, aterrizando sobre su trasero con un golpe sordo. Aquellos ojos verdes brillaron enojados al encontrarse con los pozos azules de Milo. Él sonríe y le extiende la mano
-Es como chocar con roca pura
refunfuño mientras aceptaba la ayuda para levantarse. Sacudió su delantal, asegurándose que el blanco impoluto de la tela no hubiese sido afectado tras su caída. Milo le acomodo un mechón chocolate que por el movimiento había escapado de su peinado, disfrutando por un momento más largo de lo normal la suavidad de sus mejillas, su cabello estaba recogido en una coleta alta y su coronilla era decorada por un galón tan blanco como su delantal.
Por supuesto, no era la primera vez que ambos veían al otro en sus uniformes, pero, al igual que la primera vez, Milo se tomó unos segundos para observar como el cuello alto con aquellas aletas blancas del sencillo vestido negro que utilizaba bajo el delantal resaltaba tanto la palidez de la joven como el rosa de sus labios.
-Iba a buscarte
Susurró Milo
-Pues ya te encontre yo primero, me encontré con la reina y me ordenó limpiar la recámara de la princesa y el pasillo donde la encontraste y que una vez estuviera limpio fuera a buscarte. - La chica hizo una mueca mientras reprimía un escalofrío -Nunca había visto tanta sangre, si no supiera que está viva...
Una fuerte mano se posó delicadamente sobre sus delgados hombros y le dio un apretón caluroso.
-Lo se
-Quiere que la busquemos, verdad?
Milo asintió, siendo consciente por primera vez desde que se cruzó con la mucama de las oscuras ojeras que rodean sus ojos.
-¿Has dormido algo?
Ella negó con la cabeza
-No, lo intente, pero me despertaba a los segundos, esperando que se dieran cuenta de lo que hicieron y nos llevaran a todos a la horca.
La mano que seguía un sobre sus hombros bajó a su espalda, trazando pequeños círculos
-Perdona por preocuparte tanto...
Ella suspiró, dando unos pasos hacia atrás para liberarse de las caricias del guardia.
-Se que lo sientes, pero no te vas a detener - Sacude la cabeza lentamente, conociendo ya la respuesta - Vamos, creo que debemos buscar a Octavia
Comienza a caminar sin esperar a ver si Milo la sigue, no necesita verlo para saber que va detrás.
Encuentran a Octavia saliendo de la habitación comunal de las empleadas, estaba demasiado ocupada arreglando su corbatin negro como para darse cuenta aun de su presencia.
Lorelai decidió esperar a que la cocinera estuviera lista en lugar de tomarla por sorpresa, las mangas de su blusa blanca estaban recogidas detrás de sus codos y el chaleco negro se senia a su torso con fuerza y haciendo resaltar los musculos de sus biceps. Lorelai pasó con fuerza el nudo que se había formado en su garganta.
-Octavia
El llamado de Milo las sorprendió a ambas, Lorelai sacudió la cabeza con suavidad, formándose a concentrarse en el asunto entre manos.
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La Llama Eterna
FantezieLa princesa de Multraba solo quería hacer sentir orgullosos a sus padres, realmente se esforzaba en ser una buena hija. ¿Cómo terminó uniéndose a una rebelión y qué secretos se esconden detrás de los ojos helados de Drach?