Capítulo 21:

4 0 0
                                    

Capítulo 21

-¿Soy yo o hoy están más aterradoras de lo usual?

Lorelai se apretujo contra Octavia mientras un grupo de institutrices se abalanzaba como una manada salvaje de demonios por el pasillo, todo su uniforme era negro, incluyendo el velo que les cubría el cabello, el hábito les caía sobre los tobillos, revelando los tacones de aguja sobre los que se movilizaban, el clac clac de sus zapatos no fallaba nunca en ponerle los nervios de punta.

-No eres tu, nunca había visto tantas juntas.

Octavia susurro en su oído mientras ponía ambas manos en la cintura de la mucama, asegurándose de que no perdiera el equilibrio.

-Muy probablemente no seamos los únicos a los que la reina dio órdenes. Sugiero que empecemos en su habitación, buscar si hay algún rastro nuevo de la princesa.

Milo habló con la suficiente fuerza como para asegurar que varias institutrices escucharan su orden y una vez el grupo de espantos estuvo fuera de su vista continuaron con su camino.

-¡Quita tu pesado trasero de ahí!

Octavia se reía suavemente mientras Lorelai trataba de jalar de uno de sus brazos para sacarla de la cama en la cual se había tumbado estrepitosamente.

-Por qué estás tan seria? Es claro que la princesa no va a necesitarla pronto

-¡No me importa eso! Si alguien entra y te ve así vamos a estar en problemas!

-Ese delantal debe estar muy apretado, necesitas relajarte de vez en cuando Lori... si no te calmas un poco para cuando tengas treinta ya tendras ese lindo rostro todo arrugado

La mucama saltó como si le hubiese caído un rayo, sus labios se abrieron y cerraron varias veces sin lograr omitir palabra mientras un lindo color rojizo se adueñaba de sus, usualmente, pálidas mejillas. Sacudió su cabeza con tanta fuerza que unos mechones rebeldes salieron de su tocado y el galón de su cabeza se ladeó un poco.

-Si me relajo ninguno de nosotros va a llegar a los treinta!

La cama se revolvió al liberarse del peso de la cocinera, regresando poco a poco a su forma original.

-Ya Lori, está bien, perdóname

Los gruesos dedos de Octavia acomodaron delicadamente los mechones chocolate que se habían escapado y aunque parecería que un simple agarre fuerte de su mano podría hacer trizas el galón las rasposas yemas de aquellas manos acomodaron la tela con movimientos suaves.

Lorelai permanencia en silencio y con los ojos cerrados mientras aceptaba su tacto, sus párpados se separaron permitiendo que su mirada se cruzara con el marrón oscuro que decoraba el iris de Octavia, detallo por unos segundos la nariz puntiaguda y las pequeñas pecas que la decoraban. Permitió que su mirada bajara y estudiara aquellos labios carnosos pero resecos

-Yo...

La puerta se abrió silenciando a Lorelai, ambas se movieron rápidamente, siendo conscientes solo hasta ese momento de lo cerca que estaban. Loreal trataba de recuperar la respiración mientras Octavia se aclaraba la garganta.

-Muy bien, acá están ¿Dónde está el otro?

-Miriam ¿A qué debemos tu presencia?

Milo abrió la puerta del balcón e ingresó nuevamente a la habitación.

-Me alegra ver que no están ocupados, su majestad me ha pedido que los encontrase.

Los ojos azules de Milo estudiaron a la institutriz con desconfianza. Estaba claro que la desaparición de la princesa no era una información desconocida para ella,sin embargo las órdenes que había recibido directamente de Rahena incluía no decirle nada a nadie que no fuesen las dos jóvenes en la habitación. El tono acusatorio parecía ser una trampa, como si quisiera forzarlo a incumplir con una orden real para ponerlo finalmente en evidencia.

-Que bueno que nos hemos cruzado entonces, no hay que demorarnos más si es una orden real.

Los ojos de Miriam eran casi negros, y con su nariz aguileña se asemejaba a un cuervo, sus ojos se detuvieron unos segundos escudriñando al trío como si buscara algo, tras unos segundos pareció desistir en su búsqueda limitándose a suspirar ruidosamente.

-Parece que dos jóvenes con carteles en la playa más cercana al castillo ha generado cierto alboroto, no han atraído demasiado la atención pero su majestad quiere evitar cualquier problema antes de que suceda, me ha dicho que tiene permitido cualquier tipo de acciones para asegurar que esto no se vuelva a repetir. No tarden.

El marco de la puerta tembló tras su salida y el grupo soltó al unísono el aire que todos estaban conteniendo.

-No esperemos a que regrese, vamos

Milo empujó con delicadeza a ambas chicas para sacarlas de la habitación, la pesada puerta se cerró tras ellas con un sonido sordo.

-¿Quiénes estarán tan imbéciles como para protestar tan cerca del castillo?

La corta cabellera azabache de Octavia se movía de lado a lado con cada paso que daban.

-No lo se, pero creo que tengo una idea

Lorelai entorno los ojos mientras soltaba un bufido

-¿Por qué no me sorprende? ¡Por supuesto que serían tus imbéciles!

El joven levantó ambas manos y le dedicó una sonrisa a medias, moviendo una de las comisuras de su boca e inclinando la cabeza hacia la izquierda como si el general de la guardia real hubiese sido sustituido por perro regañado.

-Solo dije que tenía una idea, no me crucifiques aun

-No eres ningún mártir, Milo Dillon, solo eres un irresponsable que lidera a una parvada de cuervos.

La mucama regreso su vista al pasillo, sentía las mejillas en llamas. No era justo. Emprendieron un silencioso camino hasta la playa, dos figuras desconocidas se movían en círculos mientras blandían de un lado a otro unos letreros.

-¡Salven a las focas!

Repetía una y otra vez un joven de aspecto desgarbado y ropa raída, su cabellera negra se movía con fuerza.

-¡Los únicos animales inútiles son los que tienen la coron... aaaahh!

Antes de que aquella chica de cabellera rojiza pudiera terminar su frase fue embestida por Milo. El guardia se encargó de silenciarla poniendo una enorme mano sobre su rostro, mientras con el otro brazo la mantenía rodeada por el estómago, evitando que escapara.

-¿Qué creen que están haciendo?

Lorelai había escuchado muy pocas veces la voz de mando de Milo y como siempre lograba paralizarla.

-¡Fue su idea!

El desconocido no dudó ni un segundo en empujar a su secuaz frente al fuego.

-No eres más que un cobarde, Drach, eres una vergüenza para toda tu raza!

-Uh! Sari! ¡Qué asco!

Milo limpiaba energéticamente la palma de su mano contra sus pantalones mientras la enana pelirroja saltaba de un lado a otro.

-¿Por qué no me sorprende que en efecto sean tus idiotas?

Lorelai se pasó ambas manos por el cuello, podía sentir como comenzaba a tensarse.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jan 08, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La Llama EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora