Capítulo 20:

4 0 0
                                    

Capítulo 20: 

-¿A dónde vas?

Cirka le pregunta a Sari mientras veía como la chica se pone unas botas negras de suela gruesa y trataba de arreglar un poco su melena cobriza, igual seguía pareciendo una nube enojona. Vestía un saco verde tejido y unos pantalones sueltos de color azul cielo.

-Un idota y yo vamos a protestar por lo que sucedió con las focas hace unas semanas

Cirka se mordió la lengua, quería hacerle un montón de preguntas sobre cómo sabía lo que había sucedido y si había visto a los animales nuevamente, pero cualquier información que pudiera conectarla con el castillo era peligrosa.

-¿Es eso seguro?

Sari jugueteó un momento con la yema de sus dedos sobre su mejilla derecha mientras pensaba

-No realmente, pero no sería la primera vez que termino en prisión, así que tu tranquila... Es más, no quieres venir?

-Por el momento debo declinar tu oferta, tal vez la próxima

La joven se encogió de hombros mientras salía de la pequeña habitación. La casa de Sari era del tamaño del cuarto de Cirka en el castillo, incluyendo el baño, pero no el balcón. Tenía solo un cuarto y un baño, el comedor consistía en una pequeña mesa de madera que se tambaleaba y dos sillas con el espaldar a medio desprender junto a un sofá desgastado y roto.

Estaban en el segundo piso de un pequeño edificio, en el primer piso estaba un negocio que Cirka no había podido explorar aún y tampoco tenía ganas de preguntarle a Sari, era lo justo, si ella misma se rehusaba a darle cualquier información de su pasado no podía acribillar a su anfitriona con preguntas.

Durmió un rato junto a Sari en la vieja cama de tablas, el colchón estaba desgastado por el paso del tiempo y el relleno apenas se sentía y aunque Cirka estaba acostumbrada a una colcha de plumas de cisne y sábanas de seda no planeaba quejarse, era eso o la calle.

-Hay unos panes que puedes calentar en la estufa, es a gas entonces ten cuidado cuando la prendas. Espero llegar y no encontrar mi casa incendiada.

Sari probablemente estaba bromeando, pero teniendo en cuenta que en sus veinticuatro años de vida Cirka jamás había puesto un pie en la cocina no estaba muy alejada de las posibilidades. Entre esperar a su regreso para comer y la posibilidad de acabar en la calle realmente prefería pasar un poco de hambre.

-Bueno, me voy. No te dejo llaves ni nada, asi que no vayas a salir, si sales estas a tu suerte

Esa fue la última advertencia que le dio Sari a su extraña invitada antes de cerrar la puerta, bajó con cuidado las oxidadas escaleras que llevaban a la floristería. Usualmente no abría los domingos así que tampoco se estaba perdiendo de posibles clientes, arreglo con cariño unas azucenas antes de salir totalmente del edificio.

Atravesó el pueblo sin muchos problemas, la mayoría de las personas estaban reunidas ya fuera en la iglesia o en el mercadillo, así que el camino hasta la playa estaba básicamente desierto, tras unos cuarenta minutos llegó a su destino.

Drach ya estaba alli, sentado sobre una de las rocas, a sus pies estaban dos carteles en blanco que tenían unos palos pegados, jugueteaba con un marcador negro entre sus manos. Vestía una chaqueta negra de cuero que parecía ser una talla más grande sobre un esqueleto blanco, unos pantalones cortos de color gris desgastados y los mismos zapatos que llevaba el día que se habían conocido.

-Creo que esto es una tontería, ¡solo somos dos!

Le dijo mientras le daba un suave golpe en la cabeza a modo de saludo. El joven levantó la mirada, sus ojos lucían aún más grises con el contraste que creaban sus pesadas ojeras.

-Ish, te ves terrible, ¿siquiera has dormido?

-La manada está aclimatando a su nuevo hogar... los aullidos no son precisamente arrulladores. Y si en lugar de atacar mi apariencia empiezas a escribir?

-Pretendes que haga todo el trabajo?

Drach se encogió un poco ante las palabras de Sari, bajó la cabeza y llevó su mano izquierda a su nuca, sus dedos se movían con cuidado aplicando una leve presión en su piel.

-No tengo ni idea de cómo se escribe, si?

Admitió finalmente, apenado

-Ah, esta bien, no eres un flojo, solamente un idiota

La chica tomó el marcador de su mano libre, curvando sus labios en una sonrisa, esperando que el joven entendiera que sus palabras no estaban cargadas de mala intención. El cuerpo del joven se relajó. Odiaba sentir que la gente le tenia lastima y apreciaba que Sari no lo viera como un caso de caridad.

-Qué quieres que te diga? Los del orfanato estaban demasiado ocupados dandome palizas como para enseñarme a escribir

-No trates de zafarte de esto con tu historia de niño maltratado. ¡Vas a aprender y lo harás ahora! ¿Sabes leer al menos?

-Si

-Bien, pues ya tienes la mitad del camino, tal vez no seas tan tonto como te ves

-Ey!

Drach se llevó una mano al pecho pretendiendo estar ofendido mientras con la otra agarraba un puñado de arena y se lo lanzaba a Sari mientras esta hablaba. La joven comenzó a toser estruendosamente mientras manoteaba tratando de golpearlo.

-Por eso tendrás que escribir los dos carteles!

Le grita una vez recupera el aliento, sus redondas mejillas estaban casi tan rojas como su cabello, Drach soltó una estruendosa carcajada.

-¿De que te ríes ahora?

-Es que de verdad pareces un hamster enojado

En un movimiento sorprendentemente rápido Sari se deshace de una de sus botas y se la lanza, el sonido de la gruesa suela chocando contra el rostro de Drach le saca a ella una carcajada, satisfecha con su venganza. 

La Llama EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora