Capítulo 1

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El rubio estaba adormilado, había pasado toda la noche sin dormir porque su cachorra estaba enferma, y la fiebre la había hecho llorar hasta el amanecer. Pero el cansancio era la menor de sus preocupaciones pues había otra cosa dando vueltas en su mente. Miró el teléfono rogando por no tener una notificación de la guardería, eso sólo significaría que la pequeña estaba peor, y eso era algo que su corazón no podía soportar.

Además, su semana ya era lo suficientemente complicada, acababa de salir de su Rut, el cual tuvo que cuidar con supresores desde que su pareja lo había abandonado. El verdadero problema con ellos es que sólo servían para el líbido y la lujuria, pero no hacían nada contra el dolor y la fiebre. Agregándole a eso, causaban efectos secundarios, como cansancio, dolores dolores musculares, de cabeza, y otros síntomas parecidos a la resaca. 

Por ello, Bakugo estaba seguro que lo correcto sería quedarse otro día en casa, pero los pendientes se apilaban.

Para empezar, tenía el turno en la tienda, donde harían inventario, los peores días del mes. Por otra parte estaban los exámenes finales, algo que definitivamente no podía ignorar pues ya estaba en su último semestre de la universidad. En casa, no había lavado más que la ropa de Aiko, su pequeña, en estas últimas dos semanas y estaba seguro que, fuera de los biberones, no había ningún otro traste limpio.

Pero nada de eso era importante en ese momento, la preocupación de que la niña estuviera enferma era mayor. Sus padres no podrían cuidarla. Si no fuera por el examen que tenía en la tarde y el proyecto que acababa de entregar, seguramente hubiera aprovechado para saltarse la clase porque, lamentablemente, estaba en una de las peores. Un diez fácil, pero tedioso. El maestro era malditamente aburrido y lo hacía dormir, como si la materia no ayudará con eso. Además estaba en las primeras horas.

Desbloqueó su teléfono para ver las notificaciones de nuevo, no había nada. Se tomó su tiempo para admirar la imagen que tenía de fondo y no pudo evitar sonreír. La pequeña Aiko tenía apenas dos meses. Convirtiéndose en un pequeño reto personal en su vida, ya que vivía lejos de su familia, era un padre primerizo y estaba solo. Pero no podía negar que su amor por ella era una de las cosas más importantes que había experimentado. 

Aún recordaba la primera vez que la tomó entre sus manos y la llenó de feromonas, marcando a la cachorra como suya, y lo agusto que se veían ella cada vez que lo hacía.

La pequeña era idéntica a él. El mismo cabello rubio rebelde, la forma en la que sonreía, cada una de sus facciones, labios, nariz, lo único que no compartían eran los ojos. Los ojos eran amarillos, idénticos a los de su madre. No podía negar que recibir esas miradas a veces le dolían, recordando a la omega que los había abandonado. Algo con lo que tendría que vivir el resto de su vida. Pero no por eso dejaba de amarla con todo su ser.

Bostezó de nuevo, no podía evitarlo, la voz del profesor era tan pesada, la materia aburrida y de relleno. Peor aún tenía 4 horas seguidas de esta tortura, que seguro eran demasiadas para cualquiera, si no hacía algo rápido, se quedaría dormido pronto.

Su teléfono sonó, el miedo se apoderó de él, y si no fuera por el parche de feromonas, todos tendrían un mal momento al oler a un alfa lleno de ansiedad. Se levantó al instante con todas sus cosas y salió de la clase. No avisó al profesor, cada uno conocía su situación como padre soltero. Y gracias a su excelente desempeño durante toda la carrera, le daban ciertos privilegios.

– Buenos días señor Bakugo, lamentamos mucho buscarlo, pero parece que su pequeña Aiko tiene fiebre. No podemos arriesgarnos, podría contagiar a los demás niños. Necesitamos que la recoja lo más pronto posible.

La sangre se le enfrió, no sólo tenía que recoger a su pequeña. Ella seguía mal, tenía que correr. Así que caminó hacia las escaleras y le envió un mensaje al profesor explicándole que su cachorra estaba enferma, tenía que recogerla de la guardería, pero pediría a sus compañeros las notas y entregaría las tareas a tiempo.

Mi omega // TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora