Al día siguiente Izuku terminó sus clases y salió en dirección a la guardería. Bakugo había explicado todo en la mañana. Así que cuando presentó su identificación, recibió una pañalera y a una pequeña llamada Aiko. Quien pareció complacida al estar en los brazos del omega, pues se durmió casi al instante. Volvió al departamento del chico usando su nueva llave y acomodó a la pequeña en su silla. Sacó las mamilas de la pañalera, las lavó y preparó otra con leche caliente para darle de comer.
Dos horas después Bakugo entró en la casa, se cambió de ropa, besó a su pequeña y se despidió de Izuku con un "Te veo al rato idiota, no quemes la casa" antes de salir por la puerta.
No fue hasta las 8 de la noche cuando el cansado alfa volvió al departamento. Aiko ya estaba bañada, alimentada y dormida en su cuna, dentro de un nido perfecto, que claramente había hecho un omega, no como el horrible nido que él le había preparado estos meses. Mientras Izuku se encontraba en la sala, dibujando sobre un lienzo que pronto pintaría.
– He vuelto – Dijo en voz alta mientras se cambiaba los zapatos y se tiraba cansado en el sillón.
– Bienvenido Kacchan, ¿tienes hambre? – El rubio se acercó a la cocina. Donde Izuku había preparado arroz frito... o al menos lo que parecía arroz frito. El alfa miró con curiosidad y asco la comida. Para después dirigirle una mirada.
– Siempre has sido un inútil en la cocina, pero pensé que la vida te había enseñado a mejorar. Ya sabes, los omegas son buenos para las cosas de la casa... pero creo que no es tu caso – Hizo a un lado al omega y comenzó a cocinar.
– Sólo tienes que preocuparte por las comidas de Aiko... no arruines más ingredientes la próxima vez – la verdad es que Izuku no era bueno cocinando. Pero había pensado en prepararle la cena a Katsuki para impresionarlo. Cosa que no había salido nada bien.
Media hora después, el aroma a comida invadía el lugar. Bakugo sirvió la mesa y llamó al chico. Quien se negó a comer al principio. Hasta que el alfa lo regañó.
– Sólo siéntate mierda. Antes de que empiece a gritar y despierte a mi cachorra – Le reclamó señalando el lugar en el sillón. Donde Bakugo solía comer.
Izuku miró el plato emocionado. – No sabía que podías cocinar.
– Bueno, soy un puto Alfa. Puedo hacer lo que me proponga – le aseguró sentándose a su lado para empezar a comer.
Un mes después, Katsuki recibió sus calificaciones finales. Pronto empezaría sus pasantías en un estudio de derecho y mantendría el trabajo en la tienda de conveniencia. Aunque sus padres le ayudaban bastante con los gastos, debía de hacerse responsable de su propia vida, estaba agradecido con ellos. Pero al final su hija era su responsabilidad y debía madurar rápidamente.
La compañía de Izuku se había convertido en algo común. Solía dejar a la pequeña temprano en la guardería, y cuando volvía del trabajo él se encontraba con su pequeña. Era verdad que los primeros meses de Aiko habían sido tranquilos. Nunca se había enfocado en algo más que atender sus necesidades básicas y llenarla de amor. Pero ahora la veía sonreír y moverse un poco más. Eso le encantaba, pues cuando llegaba y aún estaba despierta siempre la encontraba jugando, si a eso se le podía llamar juego. Donde Izuku escondía su rostro con sus manos y después aparecía haciéndola reír.
Otras veces ella estaba dormida y él pintando. No tenía idea de que ocurría en la vida del chico, si era honesto, ¿Tenia amigos? Por que se le hacia increíblemente raro que solo estuviera en su casa con su pequeña, pero si era lo suficientemente honesto, no le molestaban esos momentos juntos.
Se habían acostumbrado a la rutina. Bakugo llegaba, cocinaba la cena para ambos y después acompañaba al omega a la estación del metro. Y, aunque quisiera negarlo, había pensado en acompañarlo hasta su casa. Sólo que cuando lo sugirió, Izuku se negó rotundamente. No era un omega débil y podría regresar sin problemas a casa.
Su casa también se había transformado. Ahora había un caballete y varios botes de pintura. Muchas veces, al llegar encontraba las ventanas abiertas con alguna pintura secándose.
Le encantaba cuando volvía un poco más temprano, y encontraba a Izuku jugando con Aiko antes de mandarla a dormir. La risa de la pequeña siempre llenaba el lugar. Incluso los había encontrado en su propia cama mientras el le leía un cuento antes de dormir. Izuku solía imitar diferentes voces para la pequeña, y aunque ella no entendiera, siempre reía al escucharlo.
Incluso se sorprendía a sí mismo olfateando al chico cuando tenía a la pequeña en sus brazos. El olor a cítricos le había sido tan familiar que a veces, cuando estaba adormilado, se sentaba a su lado y cubría al contrario con sus feromonas. Le encantaba como la esencia de cítricos y canela combinaban a la perfección.
Después de la graduación, todos fueron a la casa de Bakugo. Izuku no había convivido mucho con los amigos del rubio. Los había visto en la graduación, y algunas veces en los pasillos, pero no se esperó que todos entraran emocionados en la casa mientras trataba de dormir a la pequeña. Pero al escuchar el ruido Aiko abrió los ojos y comenzó a llorar.
– ¡¡Malditos extras!! ¿Qué les dije que gritar? – se quejó el alfa entrando al instante, mirando como Izuku la calmaba suavemente. Los demás, se sorprendieron.
– Al fin podremos pasar tiempo con el pequeño Midoriya – Dijo Kirishima, pasando su brazo sobre el hombro del omega. Aunque realmente no conocía al chico más que de vista, todos conocían a profundidad su relación con Bakugo y Aiko. Además, cuando la pequeña había sido abandonada por su madre, habían ayudado a cuidarla. Pero desde que Izuku había entrado en sus vidas rara vez convivían con ella.
Bakugo lo apartó rápidamente. – Pelo de mierda, no te acerques así a un omega, es de mal gusto – Izuku saludó a todos algo nervioso y se apartó un poco para calmar a la pequeña. Todos los amigos de Bakugo se encontraban ahí en ese momento.
– Midoriya, compramos comida para celebrar el fin de cursos, ¿vas a celebrar con nosotros verdad? – Le dijo Sero, un beta que también era amigo del alfa, quien no dudó en colocar la comida sobre la mesa y empezar a sacar todo.
Izuku estaba un poco nervioso y no sabía que hacer, pero Bakugo tomó al instante a la pequeña, quien ya estaba dormida, de sus brazos y le entregó una lata de cerveza.
– Sólo puedes tomar dos cervezas y todos deben de usar un parche de feromonas, ¿escucharon idiotas? – les aseguró mientras llevaba a la pequeña a su cuna, volviendo después de unos minutos para tomar el mismo un parche y acomodarlo en las glándulas de Izuku, lo cual, despertó el interés en los demás. ¿Desde cuándo Bakugo mostraba interés o preocupación en ayudar a alguien como Midoriya?
Izuku miró la cerveza en sus manos. La verdad es que no era muy aficionado a ella, pero la idea de convivir con los amigos del alfa le gustaba demasiado, así que destapó la lata y bebió un pequeño trago. Bakugo se sentó a su lado y destapó su propia lata tomando la mitad de un sorbo.
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Ya es miércoles y les traigo nuevo capítulo del nuestro omegaverse bakudeku. Espero que les guste. Muchas gracias por leer.
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Mi omega // TERMINADO
FanfictionBakugo se dejó caer en en el sillón y suspiró. Sus instintos lo estaban destrozando. Sabía que Deku era el omega que necesitaba su alfa lo pedía como nunca había pedido a nadie. Además amaba a su pequeña como si fuera suya, la hacía feliz, lo hacía...