Una salida

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—Ojalá y te diviertas mucho Chuuya— la llamada terminó de repente, la sensación de aquellas palabras eran como veneno en las venas, si Dazai decía esas palabras era porque estaba planeado algo para nada agradable.

—Tal...tal vez está molesto hoy, se le pasará. Me necesita, no me haría nada... Nunca me ha hecho daño— trató de calmarse a así mismo y darse ánimos.

Apesar de ello disfrutó el viaje en tren que cruzaba por instantes el mar, apesar de ese temor interior sintió un poco de tranquilidad no ver al castaño, no tener que saber de las cosas que hace, no saber sobre él y Odasaku, no saber de sus amores pasajeros, no sabes de sus encuentros casuales. No saber absolutamente nada de Dazai.

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—Al parecer alguien tiene un mal de amores... o algo igual de peor— Escuchó a lo lejos con una pequeña risita burlona.

—¡¿Ah?! —como pudo se volteó sobre su asiento, había estado bebiendo demasiado y cualquier movimiento lo mareaba.

—Tomas como todo un viejo harto de la vida y apenas tienes como 18 años —el dueño de la voz se acercó más hasta sentarse a lado de él en la barra.

—¿Tu quién mierdas eres para hablarme así? ¡viejo! —la pregunta sonaba más como un balbuceo que terminó por hacer reír a quien estaba a su lado.

—Ya dime¿Quién te hizo tanto daño? Cómo para venir a un bar tan lejano en Sapporo, siendo de Yokohama — ocultó su risa en su mano, recargandose en la barra volteó a ver al pelirrojo ruborizado y con marcas poco visibles de lágrimas secas.

—ya no es de amor... él ya no me ama y de seguro yo tampoco —respondió honesto antes de volver a tomar un gran trago. —¡quiero que se muera ese hijo de perra!—expresó con amargura y molestia.

—Al parecer todo terminó mal entre ustedes, ¿no puedes simplemente irte? El que se muera o no, no debería importarte el Karma se encarga de que todos paguen —respondió de manera sería, poniendo su atención a quien amargamente miraba a las botellas frente a él, como si recordara sus tormentos.

—¡No puedo! —gritó Chuuya azotando la botella en la barra —Ese idiota vale más que yo y si él está muerto, yo también —la molestia se apoderaba de él recordando con desprecio todas aquellas promesas vacías de una vida feliz.

—¿Quién es? ¿El presidente? —quedó extrañado ante la declaración del ojiazul, ¿Quién podía ser tan importante como para no poder escapar?

—Sería más fácil... Pero es alguien más cercano a un demonio —tomó un trago aún más grande —¿Cómo escapas de alguien así?

El pelirrojo explicó a detalle todo lo que había pasado y como terminó con la vida de Dazai en sus manos, siendo una carga demasiado pesada para él.

—Que sorprendente, Chuuya-kun —el sujeto quedó anonadado, parecía una situación muy complicada para un simple "niño"

—¿Verlaine? —interrumpió una tercera voz. —¿Que haces aquí? Leí tus mensajes

—¡Rimbaud! —saludó con un ademán —ven aquí, tienes que conocer a este chico.

Chuuya ya estaba muy fuera de si como para tener una buena impresión. El pelinegro lo vió extrañado.

—Verlaine ¿Cómo es qué estás con un niño así? Te meterás en problemas — expresó Arthur algo alterado viendo que Chuuya apenas podía sostenerse.

— Tranquilo cariño, es más debes escuchar lo que le pasó —respondió más relajado.

Los tres se sentaron, Verlaine le contó todo lo que Chuuya había vivido, lo que conmovió a Arthur siendo alguien más sensible que el peliblanco, por lo qué; ambos decidieron ayudar al pelirrojo.

—¡Te ayudaremos a salir de ahí Nakahara-kun! —tomando sus manos, sintiendo pena por alguien que pareciera inocente.

Ambos se llevaron a Chuuya y cuidaron de él hasta el día siguiente.

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Durante los cinco días Chuuya convivió con la pareja y se conocieron mejor. A ambos les parecía que el pelirrojo era un sujeto único, habilidoso y que podía brillar en su organización.

Ambos acompañaron a Chuuya a la estación del tren, durante los días planearon el escape del pelirrojo y darle la oportunidad de irse con ellos a Europa donde podía tener una buena vida dentro o fuera de una organización si así él lo quería.

—¡Se fuerte Nakahara-kun! Pronto nos volveremos a ver —Arthur abrazó al pelirrojo con preocupación, ya que sabían de la última llamada de Dazai.

—¡Nos vemos pronto Nakahara-kun, tu vales más que ese demonio! —dijo Verlaine dándole su sombrero negro con cinta naranja. —Es una prueba de que nos volveremos a ver.

Ambos sonrieron despidiéndose mientras el tren avanzaba. Chuuya solo suspiró antes de volver a su vida con Dazai; no obstante, recordó las últimas palabras que había recibido en esa llamada. Aquéllos días de paz los pagaría muy caro. Días atrás Dazai lo trató de contactar sin embargo, el pelirrojo no alcanzó a contestar. Tenía miedo de lo que podía significar, por lo que la semana fue más corta de lo que había pensado, regresó tres días antes.


"Voy de regreso, te espero en casa...espero que hayas estado bien"

Mandó un mensaje después de subir al tren no obstante, no hubo respuesta y solo podía rectificar que el mensaje había sido leído. Trató de mantenerse positivo. Trataría de convivir de la manera más pacífica posible con Dazai antes de poder escapar de él y de la mafia. Dió un resoplido, se relajó y cerró los ojos escuchando música durante el viaje de regreso al infierno.

Me iré Donde viven las historias. Descúbrelo ahora