Chuuya corría con todas sus fuerzas, esquivando piedras, escombros, dardos y personal en el perímetro, tal vez por eso el hospital se veía tan simple el camino era el tortuoso.
—¡haaag! —Sintió como su pie se torció mientras esquivaba dardos rondando hasta caer, teniendo par de raspaduras. Se escondió en un par de piedras enormes y escombros en lo que pasaba el dolor.
La noche está en curso, sería más difícil ver algo entre la maleza y escombros.
En lo que se reponía, hacia el recuento de las cosas que habían pasado hasta la fecha... ¿Cómo aquella historia de amor había terminado en una pesadilla como la que estaba viviendo?
¿Cómo es que ese amor tan obsesivo terminó en un odio irrefutado?
Dazai podía ser un maldito, un demonio y el ser más fríos ante los demás... Pero entre ellos... Dejando las bromas y los malos entendidos, Dazai era alguien especial, noble y que poseía una habilidad para que quien lo amara terminará perdidamente enamorado de él, era alguien tan adictivo y difícil de olvidar...
Después de la muerte de la madre del castaño, la unión con Chuuya se arraigó en el corazón de Dazai. No podía pensar en otra persona para ocupar su lugar. Chuuya era su lugar seguro, era amor, estabilidad, humanidad, comprensión y cariño. Chuuya era todo lo que deseaba Dazai en ese momento.
Chuuya era leal, comprensivo y empático con el Dazai roto que se hacía en su cama cada noche, sollozando por lo que había tenido que presenciar. Dazai veía a Chuuya como un ser divino que lo reconfortaba en la oscuridad, era la luz al final del túnel.
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Para Chuuya; Dazai significaba un niño abandonado a quien tenía que cuidar y brindarle cariño para no perderlo, cuidarlo y amarlo lo consideraba un acto beneficioso, lo hacía sentír especial cada vez que Dazai lo necesitaba... Ya sea para escucharlo, abrazarlo, reconfortalo... Esa sensación de ser necesario se había hecho tan profunda como necesaria que lo convirtió en su máxima felicidad.
Y apesar de las locuras de Dazai, de tener visiones totalmente opuestas, las peleas y malos entendidos. Chuuya nunca quiso que Dazai se alejara. Lo quiso hasta que se vio obligado a olvidar todos aquellos recuerdos cambiandolos por agrios recuerdos de dependencia y humillación.
Chuuya no entendía que había pasado con aquel castaño tan especial que amaba tanto, ¿Dónde se había ido todo su amor, su obsesión, su dependencia? ¿Por qué ya no lo quería? Si lo único que hacía era amarlo y serle fiel; Pues para Chuuya realmente "para siempre" significaba la eternidad.
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—Osamu ya no existe...—dijo con dureza para evitar llorar. Apretaba las piedras en su mano. Sintiendo todos esos sentimientos de extrañeza recorrer sus recuerdos más profundos.
Salió de su escondite y lanzó las piedras a gran velocidad con ayuda de su habilidad y nuevamente salió corriendo, una bala razguñó su brazo haciéndolo perder el equilibrio, sin embargo tan pronto como pudo regresó a balancearse en las piedras para tomar impulso y llegar a la orilla de la isla.
—¡¿Dónde estás Dazai?!— miraba en todas direcciones, buscando su castaña cabellera...
—No puedes deshacerte de mi, siempre estaré contigo... Para bien o para mal —puntualizó tocando la frente del más bajo de una manera algo brusca.
—¡Pues estaremos juntos para siempre eso está claro! —respondió Chuuya tratando de darle un golpe desprevenido al castaño que se encontraba de espaldas; sin embargo, este se giró de inmediato abrazándolo por la cintura tirándolo hacia él.
—siempre estaré contigo... Aún si eso significa no estar juntos...—repitió en una sonrisa antes de darle un pequeño beso al pelirrojo, quien estaba confundido pero no lo pensó mucho...total...
¿Porque no estarían juntos para siempre?
Desde que las cosas empeoraron, Chuuya comprendia menos que había ocurrido entre él y Osamu ¿porque Dazai cada vez lucía más cerrado, callado y desinteresado?
¿A dónde se había ido toda esa vitalidad risueña y traviesa que tanto lo caracterizaba?
Dazai había cambiado... Poco a poco y a lo largo del tortuoso tiempo hasta la fecha el Osamu que conocía había desaparecido, y Chuuya se había negado a aceptar que el Dazai que tanto amaba y conocia posiblemente había muerto ya.
—¡¡DAZAAAAIIIIII!! —Gritó Chuuya en la última piedra, impulsandose con su habilidad para llegar a los puertos de Yokohama.
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Continúa...
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Me iré
Short Storyme iré... Te juro que me iré... Y espero que con eso, te des cuenta de lo mucho que te amaba...