—¿Seguro que era el chico?—haciendo fricción y titiriteando de frío.
—Por supuesto, lo he estado investigando desde hace años— respondió arrojando su cigarrillo a la chimenea
—perfecto, con esto habremos terminando está misión para irnos de este país tan frío —se acercó al fuego para calentarse
—El hecho de encontrarlo tan vulnerable en el bar fue como un regalo, pero hacernos sus amigos es aún mejor.... Esperar traerá su recompensa —sonrió tomando a su pareja de las manos para envolverlas en la suya y regalarle una sonrisa.
—¿De verdad lo vas a entregar? —alzó la mirada sin cambiar de posición frente a la fogata
—¿Te molestaría? —preguntó
—Es solo que... Su historia... De alguna manera lo conocemos y que ahora las cosas con ese Demonio sean así, es como si realmente nunca hubiera visto la luz... —deslizó sus manos al igual que su mirada sintiendo pena por aquel pelirrojo.
—Es un experimento... —
—¡Es un niño! —interrumpió molesto —¡Es humano! Es más humano que cualquiera con los que ha convivido —se giró con brusquedad, quería cumplir la misión pero entregar al jovencito pelirrojo sería un acto bastante cruel.
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Chuuya era un ser especial... Y eso lo sabía el jefe de la Mafia, Morí. Por lo que; mandó a Dazai en busca de este chico tan especial. No obstante el castaño nunca supo la razón por la que Morí buscaba a Chuuya, era un secreto del jefe y solo se le dió la orden de buscarlo y apartir de ahí, nunca alejarse de él.Morí sabía que Chuuya era un experimento que contenía un gran poder que podía usar a beneficio y junto a Dazai tener el poder de reactivarlo cada vez que lo necesitaba. El Arahabaki el Dios de la destrucción y la anulación era sus dos diamantes en bruto.
Fue una gran bendición encontrar a Chuuya mal herido en las costas. Dazai lo llevó a la mafia y de ahí se consolidaron como el dou Soukoku.
La razón de encontrarlo en esas condiciones fue que Chuuya había escapado hace unos años atrás considerandose perdido en el oriente. Después de eso al parecer se unió a una pequeña organización durante esos años, proclamandolo como el Rey de las ovejas. Pero al parecer el gran poder de Chuuya era tan intimidante como peligroso por lo que pronto fue víctima de un intento de asesinato huyendo mal herido a las costas de Yokohama.
Algunos indicios de esa historia permitieron a verlaine y Rimbaud seguirle la pista, pero después de su exilio de la organización lo habían perdido.
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—Lo entiendo... Lo pensaré y veremos qué podemos hacer...—soltó un suspiro regresando al sillón que estaba enfrente de la chimenea.
Su amante no dijo nada, frotó sus brazos con angustia tirando un libro a la chimenea. Su cara mostraba preocupación sabía que si entregaban al joven pelirrojo su vida terminaría ahí y lo verían como un contenedor con el cual podrían experimentar hasta su muerte. Verlaine lo observaba por el rabillo del ojo, viendo a su amante atormentado por tales pensamientos y se mantuvo en silencio.
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...Podremos culpar a la mafia después de todo...—pensó mientras leía aquel poema “La tristeza manchada”
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Me iré
Short Storyme iré... Te juro que me iré... Y espero que con eso, te des cuenta de lo mucho que te amaba...