No puedes escapar

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"Voy de regreso, te espero en casa...espero que hayas estado bien"


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Chuuya podía ser muy fuerte, no lloraba tan fácilmente ni mucho menos por cosas materiales, pero el hecho de regresar y ver su departamento destruido casi en cenizas terminó por hacerlo llorar de rodillas.

—Puedes quedarte conmigo, chibi. Hace mucho tiempo que no vas a mi casa — El castaño se mostró empático con el pelirrojo, posando su mano en el hombro.

Este lloraba amargamente, ¿Que tanto daño quería causarle, Dazai?

—¡Eres un hijo de puta, Dazai! —en un movimiento rápido lanzó un fuerte golpe directo al rostro de Dazai.

—Fuiste un perro muy desobediente— la sangre fluia por su labio. —Debía disciplinarte ¿no? —se limpió con una sonrisa

—¡Te dije que volvería, no te iba a abandonar! — gritó de impotencia aguantandose las ganas de matar a Dazai, la situación se estaba saliendo de control.

—¡Tu no puedes abandonarme ni un día, me perteneces... Eres mi perro! —exclamó Dazai tomándolo de la mano llevándolo a la fuerza.

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Después de una pelea a golpes y forcejar, Chuuya terminó siguiendo al castaño, ya que esté tenía un arma y amenazaba con dispararse si no lo seguía. Su hermana mayor no estaba en Yokohama, no había quien le diera auxilio. De ahí en fuera nadie se metería en el camino del ejecutivo más joven.

Por una retorcida razón, Dazai vivía en un contenedor cerca del muelle. No había ventanas, tan solo la entrada. Todo se hacía en penumbras, solo había cosas básicas, Chuuya se sentó en la silla, dándole la espalda a Dazai quien se sentó en el colchón.

El pelirrojo no quería ni verlo. Sabía que si veía tan solo un pelo castaño, lo  asesinaría.
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Por minutos el silencio permaneció, Dazai leía en penumbras con una vieja lámpara y Chuuya se mantenía en silencio... Poco a poco el cansancio y el desgaste mental, lo hacían sentir pesado.

Dazai miró por el rabillo, Chuuya cabeceaba. —¡Tks!— chasqueó la lengua, ese olor sobre Chuuya le molestaba y ese ridículo sombrero lo hacía enojar aún más, era otro olor... Eso podía significar otras personas interesadas en Chuuya como para darle un presente. En cuanto vió que Chuuya respiraba constante sonrió lascivo.

Lentamente se acercó entre la oscuridad, sacó algo de su gabardina y sonrío. Sin previo aviso rodeó el cuello de Chuuya haciéndolo gemir y toser por el acto.

—¡¿Que...hacés... estúpido Dazai?!— exclamó con dificultad entre gemidos y arcadas. Dazai lo estaba ahorcando con algo y no podía quitárselo de encima. Chuuya forcejeaba con fuerza pero la respiración le fallaba y lo hacía más débil. ¿Intentaba matarlo?

—¡Te dije que eres mi perro, maldito Chuuya! —le dejó un ajustado collar de cuero en la garganta y tiró de la correa atada a el —no puedes buscar un nuevo dueño —El rostro de Dazai a ese punto era irreconocible, en verdad parecía un demonio entre la oscuridad del lugar.

—¿De que hablas? — Dazai se alejó y Chuuya como un perro quedó amarrado lo que le daba un alcance limitado....la cuerda no era tan larga. —¡Sueltame ahora Dazai!

—No puedes engañarme Chuuya, de seguro te fuiste a revolcar con otros —Dazai lo miraba demente, tenía una sonrisa perversa y la voz era extrañamente escalofriante.

—¿Y que mierdas te importa si me metí con alguien? —tragó grueso. Apesar de la situación Chuuya no dejaría su orgullo de lado. Dazai no era nadie para decirle tales palabras y de repente un golpe llegó a su cara. —¡Eres un cobarde, fingiendo que me necesitas! Burlándote de mi —gritó Chuuya, el poco aprecio que aún tenía por Dazai se convirtió en odio.

—¿Asi que es cierto? —la mirada de Dazai era penetrante, sus ojos brillaban en un carmesí temible, Chuuya palideció, sintiendo la boca seca... Esa mirada solo podía significar una visita al infierno.

Tal vez había hablado de más en aquel lugar en donde tenía todas las de perder...

Me iré Donde viven las historias. Descúbrelo ahora