CAPÍTULO 21

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Muchas veces sentimos pasar los días como agua evaporada entre nuestras manos, en esta ocasión desearía que así fuera. Irónicamente, mis días con ella iban rápido e incluso llegué a pensar que si se acaba el mundo nunca habríamos vivido lo suficiente. Pero ahora, estando lejos mi vida se siente como si quedara atrapado en un vórtice donde el tiempo gira extremadamente lento.

<< Es bueno, lo necesitamos >>, me repetí para darme fuerzas tras ver todo el desastre. Aquel día que su avión despegó regresé a casa y finalmente dejé salir todo mi enojo, desquitándome contra cualquier objeto cerca; destruí figuras de cerámica, la mesa del comedor se hizo añicos, las ventanas igual quedaron destruidas y mejor ni sigo haciendo recuento de los daños porque no acabaría, sólo resumiré diciendo que casi quemo nuestra casa de no ser porque Kyle, Evan y James lo impidieron. Claramente Alexandra se enojó, me regañó diciendo que no importaba cuán enfadado esté, no podía poner mi vida en riesgo.

Todos intervinieron llevándome de regreso a Italia, literalmente arrastrando e incluso "los reyes" me obligaron a vivir con ellos para estarme vigilando; papá está de viaje con Mijaíl, no quería arruinar sus vacaciones, así que les pedí no decirle nada hasta su regreso.

-Informe - pido serio analizando unos reportes. Mi mejor distracción ha sido ocultarme entre toneladas de trabajo, sobre todo viajes de negocios o asuntos ilegales que me mantengan ocupado.

-Los Becker compraron 50 kg de cocaína y 100 kg de marihuana, Astor Grey compró 200 kg de cocaína, Louis Thorner... - dejé de prestarle atención a Fabrizio cuando mi vista se volvió negra. Pese estar sentado aferre mis dedos al escritorio sintiendo todo darme vueltas - Patrón - cerré los ojos fuertemente llevando una mano a mi cabeza sosteniéndola - Llamaré a su médico.

-No - pedí incorporándome despacio - Estoy bien, tranquilo.

-Con total respeto mi Señor, no se encuentra bien - replicó severo - Lleva una semana con mareos repentinos y nauseas.

-Seguro una infección, no es para tanto.

-Aun así debería ver al médico, no puede pasar por alto sus síntomas. ¿Acaso quiere enfermar?

-Estoy ocupado con muchos asuntos, no tengo tiempo para ir al hospital.

-Patrón, ¿qué diría la Señora? - enfocó mi vista carente de emociones en él. Traga nervioso agachando ligeramente la cabeza porque sabe, la lío - Le pido disculpas, pasé mis límites.

-No sé Fabrizio - me cruzo de brazos frunciendo el ceño - ¿Qué diría tu Señora?

-No quise ser imprudente.

-Sal – ordené frívolo girando en mi silla. Apenas escuché la puerta cerrarse giré lanzando todo cuanto había sobre el escritorio.

<< Maldita diabla >>, gruñí enfadado, sobre todo dolido.

Han pasado dos semanas desde su partida, catorce días donde no se dignado siquiera a enviarme un mísero mensaje diciéndome que está bien. La primera semana la busqué cinco días, dejándole más de mil mensajes y a saber cuántas llamadas y correos de voz; no obtener respuesta me estaba volviendo loco y si no fuera por Volkov realmente habría quebrantado nuestro pacto. Al menos mi suegro tuvo consideración conmigo o más bien debió sentir pena por el pobre arrastrado rogando atención.

Toda mi situación es molesta, me siento patético porque no importa si destruí mi casa, sigo teniendo impotencia al no poder descargar mi rabia con el verdadero causante de mis malestares - Jodido Infeliz - mascullo entre dientes apretando mis puños. No tengo ni puta idea cómo huyó, sin en cambio estoy convencido que lo ayudaron; escapar solo de diez matones experimentados sin dejar huellas para rastrearlo es demasiado para ese inútil.

MI INFIERNO PERFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora