CAPÍTULO 24

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Nahiara Coleman.

<< Es mi hijo >>, su voz segura caló hondo en mi pecho haciéndome sentir la mujer más afortunada del mundo y a la vez la más miserable. Tal como lo pidió, guardé silencio dando una gran bocanada de aire porque a pesar de no arruinar su felicidad, es algo que inevitablemente tendríamos que hablar tarde o temprano.

-Serás un gran papá - mencioné acariciando su cabello. Steve me cargó tipo princesa llevándonos a la sala donde tomó asiento conmigo en sus piernas.

-¿Crees? - Asiento mirándolo pelearse con mi ropa - Quiero meter mi mano bajo tu blusa, ¿por qué no puedo? – gruñe desesperado.

-Es un body - musité cautelosa tanteando el terreno. Podremos amarnos, pero evidentemente la distancia e incomunicación afectaron la relación y necesito saber cómo acercarme sin meter el pie.

Dejó quietas sus manos abriéndolas y cerrándolas con nervios – Se abre de abajo - tenté sabiendo que él lo sabe. Pasó saliva mirándome de reojo con sus ojos tomando una tonalidad más oscura; parecía leer mi alma en busca de las mismas respuestas que yo.

-Levántate por favor - habló finalmente girando la cara. Obedecí sin mirarle y esperé paciente su siguiente movimiento - Desnúdate - ordenó en un susurro profundo que erizó mi piel y me dejó sin habla.

-¿Ahora? - inquirí en un hilo de voz. ¿Por qué me siento tan nerviosa?, no es como si fuera una virgen a punto de tener sexo por primera vez, pero su mirada depredadora me intimida y excita desmesuradamente.

-Nadie se atrevería a interrumpir nuestro reencuentro si no quieren perder la cabeza - se acomodó con las piernas y brazos abiertos alzando ligeramente su mentón - Desnúdate, quiero verte.

Con la excitación mojando mis bragas voy quitándome lentamente la ropa, mirando de vez en cuando a los ventanales porque nuestra casa tiene varios espacios abiertos y lo que menos quiero es que los chicos nos miren.

-No te preocupes, nadie te mirará o les sacaré los ojos y se los haré comer - murmura relamiéndose los labios - Nadie puede mirar lo que es mío.

-No soy tuya - reté lanzando las medias con mis pies, quedándome con las manos en la cintura.

-El bebé que llevas en tu vientre dice lo contrario - alardea esbozando una gran sonrisa socarrona - Quítate el maldito body de una vez y súbete en mi regazo porque no creo aguantar un segundo más sin follarte - dejando todo mi pudor de lado, ladee mi cabeza al tiempo que separaba mis piernas y me inclinaba hacia delante de una manera erótica.

Steve jadeo desabrochando su cinturón y pantalón, metiendo su mano bajo aquellas prendas sobando su miembro erecto. Mordí coquetamente mi labio alzándome al mismo tiempo que sacaba mi ropa con total lentitud. Mi cara arde roja del calor, mis bragas se mojan cada vez más puesto que su mirada intensa devora mi cuerpo cubierto por una lencería blanca, casi transparente.

Tan pronto lancé mi ropa a su lado, se escucharon unos pasos derrapar frenando. << Mierda >>, pensé sintiendo mi calentura esfumarse. Aquella persona se volteó rápido y ni hablar de Steve, él giró su cuello como si se tratase del exorcista.

-¡MALDITA SEAS!, ¿QUIÉN DIJO QUE PODÍAS ENTRAR? - gritó enfadado levantándose. Internamente reí porque por mucho que deseara revivir nuestro amor y ser follada después de largas semanas, él parecía más frustrado por haberle arruinado la diversión.

-¡Perdón! - Se excusó encogiéndose en su lugar – No pensaba encontrarlos así. Debí hacerle caso a Fabrizio...

-¡YA CÁLLATE!, No arruinarás mis planeas así que si deseas hablar deberás esperar - mis piernas flaquearon, mi cerebro falló y mi cara se tornó de todos los colores entendiendo su referencia. Lo siguiente que pasó fue venir hacia mí, cargarme y literalmente volar a la primera habitación de la segunda planta.

MI INFIERNO PERFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora