CAPÍTULO 30

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Hace veintiocho años una bailarina se enamoró obsesivamente con el dueño del burlesque donde trabajaba. Al principio se fingía una inocente y recatada pese su trabajo; ignoraba a cualquier hombre, incluyendo al dueño, acto que atrajo descomunalmente la atención de éste último.

-¿Quién es? - preguntó al encargado - Aquella mujer - apuntó con su cabeza en dirección a una rubia de ojos cafés.

-Christina, lleva cinco meses trabajando aquí - respondió sonriente - Una de las mejores.

-Ya...

-¿Por qué?, ¿Estás interesado?

-¿Con cuántos hombres se ha acostado? - preguntó regresando la vista a su whisky - Llevo una semana viniendo y solo he visto rechazos, debe haber algo en su lista.

-Diez hombres - negó arrastrando una sonrisa mustia.

<< Mojigata >>, pensó dándose cuenta de sus verdaderas intenciones.

-2:30 a.m. - le entregó una llave - No me gusta esperar.

-Pensé que tus gustos eran más bien... finos - espetó guardándolas.

-Lo son – me levanté dándole la espalda – Ninguna mujerzuela sería capaz de llenar un lugar como mi esposa.

Salió del bar encontrándose con uno de sus hombres, quien le entregó un sobre con algunas fotos. Dentro de su coche vio el contenido; << Están esperando su primer hijo >>, un nudo involuntario se formó en su garganta, pero en vez de permitirle al llanto apoderarse de él encendió un cigarrillo y le dio una gran calada.

Era la 1:30 cuando llegó al hotel de paso donde planeaba pasar la noche con aquella mojigata y ahora con mayor razón necesitaba distraerse o de lo contrario seguiría envidiando la vida del hombre que tenía todo lo que él quería.

Los minutos pasaron y por suerte fueron rápidos. A las 2:28 la puerta se abrió y la única pared alumbrada a causa de la luz filtrándose por la ventana figuró su sombra.

-Me ignorabas en el bar y has venido.

-Usted quiso verme.

-No estabas obligada - se volteó encarándola - Pudiste no hacerlo, pero no podías dejar pasar tu única oportunidad. ¿Cierto? - ladeó una sonrisa - Como lo sospechaba - apuntó con su mano que sostenía su cigarrillo - ¿Qué buscas al hacerte la interesante?, porque te advierto que no obtendrás nada de mí.

-Me gusta, Señor Palmer.

-Más bien te gusta saber quién soy, porque estoy seguro que me conoces.

-Tal vez...

-Una noche y si me gusta quizá vuelva a verte - pronunció tan honesto al punto de sonar descarado, no obstante, era lo mejor puesto que estaba dejando sus intenciones claras para no tener confusiones más adelante - No me involucraré a nivel personal contigo, eso debes tenerlo clarísimo. Será meramente sexo sin compromisos y no te preocupes, te pagaré.

-¿Para qué perder tiempo entonces? - se acercó a él como una sanguijuela y lo besó. Sin entrar en detalles, diré que esa noche se convirtieron en más; fueron casi dos meses de sexo continuo y exclusivo, pues el mafioso no iba arriesgarse a contraer enfermedades. Por otra parte, cumplió su palabra y en cada encuentro le pagaba veinticinco mil dólares, una suma bastante buena teniendo en cuenta que solían verse tres veces por semana.

Era evidente que solo la frecuentaba para llenar su vacío emocional, nadie te prepara para ver cómo la mujer que amas encuentra pareja, se casa y forma una familia feliz, así que nadie podía juzgar la forma de distraerse y curar su corazón herido. Además, era mejor hacerlo de ese modo a intentar arruinarle la vida porque independientemente del hombre con quien estuviera, jamás olvidaría todo el cariño que en su momento le brindó. Pero como todas las novelas, llega un punto donde alguien siempre sufre o pasa algo trágico y en efecto, un bribón se aprovechó de su vulnerabilidad para atacarlo.

MI INFIERNO PERFECTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora