13. Hotel.

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Ethan Blossom.

Camino lentamente hacia la cama luego de escuchar aquella pregunta, que me hizo sentir tan vulnerable ante aquella castaña, siento como la polla despierta cada vez más y ella mueve el trasero de un lado a otro, así que  cuando estoy al pie de la cama, me tomo el atrevimiento de pegarle una nalgada, es un sonido seco que retumba en toda la habitación, ella hace una mueca de dolor, pero a los segundos se le pasa, y se muerde el labio.

- Otra, por favor. - Pide, haciendo lo que me pide, la vuelvo a azotar. - Otra. - Vuelve a pedir, la azoto, una, dos, tres veces hasta que deja de pedirme más azotes.

- Claro, estabas aburrida y por eso me dijiste aquello, ¿No? - Pregunto, no quiero que juegue conmigo.

- De hecho, no, solo quería saber si venías o no. Es obvio que quiero arreglar las cosas, pero primero quiero algo. - Me dice, alzando su cara y metiéndose el pulgar a la boca, chupándolo tan malditamente bien que ahueca las mejillas y suelta un gemido cuando lo saca de su boca. - Rico, ¿No? - Asiento, al estar al lado de la cama, estira su mano a mi cinturón y tira de mí hacia ella, hasta que mi parte inferior queda frente a ella.

- No. Primero arreglemos el problema de Joshua, no tendré sexo hasta que lo arreglemos. - Le digo, ella rueda los ojos y se arrodilla, dejándome ver sus pechos, éstos rebotan al ella acomodarse, su movimiento es hipnotizante, y ella se da cuenta de que no le quito la mirada, porqué empieza a moverse. - Basta. - Le digo, quitándome la camisa y dandosela. - Pontela, o no hablaré contigo y me largare. -

- Tú eres el que necesita mi perdón para tener sexo, yo no tengo que rogarle a nadie. A mí me ruegan, cariño, incluso tú lo has hecho está mañana, ¿No lo recuerdas? - Pregunta, pasándose mi camisa por encima de su cabeza y saliendo de la cama y caminando hacia mí. - Recuérdalo, porque en mi mente siempre estará el como lloraste por mí. - Dice y me empuja, haciendo que choque con la pared. - Habla antes de que te desnude. - Dice dando una mirada pícara a mi entre pierna dura.

- ¿Que hiciste con la bonita castaña que hace un rato pedía azotes? - Pregunto, asustado, por aquella forma en que me mira.

- Claro, les encanta que nosotras seamos las débiles, que seamos las que ustedes montan, pero cuando uno quiere ser la dominante, les asusta. Patéticos. - Dice, de una forma tan repugnante, que ahora sí, tengo miedo, se me cruza la idea de que me asesinara, luego recuerdo que se desmaya si ve sangre.

- Yo no he dicho que no me gusta tu lado dominante, pero es extraño que pases a pedir algo, a hacerlo. ¿Entiendes? -

- No me preguntes si no entiendo algo, no soy lenta. - Dice, dándome la espalda, así que voy hacia ella y rodeo su cintura con mis brazos y entierro mi cabeza en su nuca. - Quédate quieto, me haces cosquillas. - Dice, riéndose y ahí está, aquella sonrisa que le llega a los ojos, y podría iluminar cualquier habitación.

- Ven, vamos a hablar. - Le pido, poniéndome frente a ella y extendiendo mi mano, ella la toma y yo la acerco a mi regazo.

- Habla. - Pide.

- Si, es cierto que no sentía nada de culpa por haberlo golpeado, no está bien que lo haya hecho, no me justifico, no me refugiare en que intente protegerte, si no es así, pero en éste caso y siempre será así, porque toda aquella persona que te lastime o quiera algo de ti, merece mis golpes y los de Valentín, los de tu padre y luego de ello la cárcel, si no muere antes claro. - Digo, ésto último con sarcasmo, pero a ella no le hace gracia. - Ya, perdón y hablo enserio, demasiado diría yo, nunca, te soy sincero, tuve miedo en aquella celda, porque sabía que cuando te enterarás, todo se iría a un acantilado, directo y sabía que la única persona de sacarnos de ahí, serías tú, aceptando mi perdón y comunicándonos más y mucho mejor, hasta pensé en ir a terapia de pareja. - Digo, mirándole, ella tiene su mirada puesta en mi cadena, sus ojos están cristalizados. - Oye, bonita, no llores, no es tu culpa, nada de ésto lo es, ni tuya, ni de ninguna de las chicas a las que ese depravado les hizo aquellas porquerías, ¿Me oyes? Nada de ésto lo es, y te lo aseguraré, todo aquel que intente dañarte las pagará muy caro. ¿Entendido? No permitiré que vuelvas a pasar por ésta situación y me encargaré que las personas de la universidad y nuestro alrededor lo sepan, porque a mi novia no la daña nadie. - Le tomo la cara entre mis manos y le doy un beso casto en sus bonitos labios rosados, pero ella profundiza el beso. - Hey, calma. Aún no oigo un "Ethan, eres el mejor, te amo, y te perdono" - Ella se ríe y rueda los ojos.

Amor en el campus.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora