Capitulo 22

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Pasaron un par de días, Mientras Javiera estaba en Iquique, Hotu Matua, no iba a perder el tiempo, su sentimiento de amor hacia Lautaro no se había ido, y no se iba a ir, así que iba a aprovechar la usencia de su chica, para poder estar con su chico.

-voy a llevar a tu hermana al dentista, vamos a tardar un poco porque le van a hacer una endodoncia. Puedes llamar a Lautaro para que te haga compañía. Solo, no hagan mucho desastre. –le decía su madre al pascuense.

-está bien, mamá, gracias. –dijo el muchacho.

-me da miedo el dentista. –dijo Hoku algo asustada.

-tu eres Hoku! Una gran guerrera, no te dejes intimidar. –dijo Hotu Matua.

-el pinchazo de anestesia va a doler. –dijo la menor.

-pero es necesario. –Dijo la madre- bien, vámonos Hoku, o llegaremos tarde.

-está bien. –dijo ella

Una vez se fueron, Hotu Matua, tomo su celular y marcó a Lautaro. Cuando este, contestó, no le dio tiempo ni de Hablar cuando de pronto el pascuense dijo:

-tengo la casa sola por lo menos 3 horas!

-ya me dio miedo. –contesto Lautaro.

-el gran Lautaro con miedo? Dime que es broma... -dijo Hotu Matua riendo.

-mejor me quedo en casa. –dijo Lautaro

-oye, seré gentil. –dijo Hotu Matua

Ninguno de los dos se veía en ese momento, pero sabían que con esa conversación estaban con un fulminante sonrojo y con ganas del otro, ya que saben que no verán en unos días a Javiera, y por tanto, debían acompañarse mutuamente.

-en unos minutos estoy allá.

-quédate tranquilo, que no seré muy brusco. –dijo el pascuense.

-ay! Cállate un mes! –Dijo Lautaro- nos vemos. –y colgó la llamada.

Diez minutos más tarde, Lautaro ya había llegado a la casa de Hotu Matua, ambos estaban encerrados en la pieza del pascuense, recostados en la cama, dándose besos mutuamente, mientras se acariciaban.

Sus besos eran húmedos, y las caricias eran intensas, empezaron a despojarse de sus ropas. Ambos estaban sonrojados, sobre todo Lautaro, que sería su primera vez, siendo el sumiso. Debía admitirlo, él se sentía nervioso.

Y Hotu Matua, podía notarlo, le dio besos en el cuello para transmitirle tranquilidad al contrario. Cosa que hacia jadear al menor.

Al poco rato después, el pascuense, lo comenzó a penetrar de a poco. El mapuche al sentir la intromisión, se quejó leve por el dolor, pero lo aguanto, no gritó, le dolía, ahora entendía a Javiera cuando ella decía que le dolía cuando Hotu Matua o el propio Lautaro la penetraban.

Ahora admiraba aún más a Javiera, por ser capaz de soportar dos intromisiones al mismo tiempo, además de que ahora se daba cuenta que, el dolor para ella podía ser considerable, ya que si hablamos de tamaños, ambos miembros eran casi del mismo tamaño, pero el de Hotu Matua era más grande, por obvias razones.

Una vez teniendo su miembro dentro del mapuche, Hotu Matua dijo:

-ya te acostumbrarás.

-sí, pero creo que me voy a tardar en hacerlo. –dijo Lautaro muy sonrojado.

Hotu Matua le sonrió con calma, y prosiguió a repartirle besos en el cuello para relajarlo.

Pasando los cinco minutos, Lautaro movió levemente las caderas de manera inconsciente, dando a entender que ya se había acostumbrado, de manera lenta y pausada, Hotu Matua comenzó a embestir, haciéndolo gemir y jadear levemente.

El pascuense le dio un beso apasionado, a lo que el Mapuche correspondió de inmediato.

A medida que pasaban los minutos, las embestidas aumentaban más, volviéndose rápidas y fuertes.

Los gemidos leves y gruñidos por parte de ambos ya eran constantes en aquella habitación, la temperatura estaba alta y sofocante, sin embargo eso no les impedía continuar.

Pasada la media hora, Lautaro comenzó a eyacular, y a los pocos minutos, Hotu matua, salió del interior de mapuche para eyacular, claro, él no podía embarazarse, sin embargo querían cuidarse de alguna enfermedad, tampoco era que Javiera tuviese una, ellos solo querían ser precavidos.

Con la respiración agitada, ambos estando sobre la cama, intentaban recuperar su aliento normal.

Se sentían completamente satisfechos por lo que había ocurrido entre ellos.

Más tarde, ambos se habían duchado y habían limpiado todo resto de fluidos de dudosa procedencia que habían salpicado. Encontrándose ambos esta vez en el sillón del living de la casa, frente a la tele, se pusieron a jugar play, claro, no querían evidenciar aquel encuentro.

Mientras tanto Javiera, estaba en Iquique, haciendo sus maletas, debía regresar con sus padres de vuelta a Santiago, ya que el fin de semana largo terminaba, y por tanto, ella debía volver a clases.

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Continuará.

Nuestro PoliamorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora