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No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños.

~Mario Benedetti~

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El sonido que producía aquel reloj me era incómodo, un recordatorio de que mi vida tenía fecha de caducidad, que todos mis hermanos y yo solo éramos comida.

Sin más remedio me levanté de la cama, la acomodé y salí de mi habitación en medio del abrigo de la noche, hoy sería el comienzo en dónde por fin los niños ganado se revelarían.

-Ray, Ray, despierta pequeño- insistí levemente

-¿Mhm? ¿____? ¿Qué pasó? Es media noche- lentamente abrió sus ojos adormilados

-Lo siento mucho Ray, pero es urgente, ven conmigo-

Nunca creí que está noche por fin llegaría, mi libertad a los once, y la semilla de los fugitivos plantada en un pequeño de apenas siete años.

Llegamos a la cocina, miré a Ray que estaba confundido, tome asiento y lo invite a hacer lo mismo, cosa que el entendió.

Es una tortura saber lo que pasa en este lugar y no poder hacer nada, ya me cansé de eso.

-¿Tu sabes el secreto de la casa, cierto?- Ray me miro extrañado

-¿He?-

-Ray, no necesitas fingir conmigo, en especial sobre esto, que, al igual que a mí, te consume la conciencia y el remordimiento-

Los tristes ojos de aquel chiquillo empezaron a llenarse de lágrimas y abrazándome empezó a sacar aquellos sentimientos que lo consumían, la tristeza, el remordimiento, la impotencia, la ira; todo hasta que se calmó.

-Yo... Quisiera hacer algo por ellos, pero no sé nada, ni cómo hacerlo- comento él entre ligeros sollozos.

-Yo sí sé que puedes hacer- respondí mientras limpiaba con los pulgares las lágrimas derramadas por el pequeño -yo sé cómo pueden escapar, yo misma haré el intento hoy-

-¿Qué? ¿Pero, y el transmisor?-

-Bueno, de hecho, por eso te traje- él me miro raro -Necesito que tú retires el transmisor-

-¿Y si te corto de más la oreja?- preguntó mientras le daba un bisturí.

-Eso no pasará, yo sé que no-

Temeroso, Ray se levantó de su asiento para empezar a hacer el corte que me liberaría del transmisor.

-¿Y de dónde sacaste el bisturí?-

-De la enfermería-

-¿Y mamá no se dio cuenta?-

-No, desde que descubrí la verdad de este lugar, aproveché cada enfermedad para sacar cosas de la enfermería, vendas, medicinas, analgésicos, el bisturí; un poco de todo. Cómo lo hice de poco a poco, mamá no se percató de nada-

-Ya veo. Listo, ya está. Ten- extendió su mano dónde estaba el transmisor.

-No, quédatelo, quisiera que investigaras más a fondo sobre esa cosa, para ver si hay algún modo de desaparecer su rastro sin necesidad de cortarse parte la oreja como yo-

-¿En serio crees que pueda escapar?- cuestionó él, mirando aquel dispositivo en sus manos.

-Pues claro que sí, yo sé que tú, junto con Emma y Norman lo podrán hacer; aunque conociendo a Emma, ella querrá escapar con todos, y conociendo a Norman, él hará todo lo posible por hacer realidad el deseo de Emma-

Agapē (Oliver y Tn)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora