49. Hoy

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Enzo y yo mirábamos caminar a Montiel por la pasarela, era el último en convertir en la tanda de penales. 

''Dale dios, dale por favor, una sola te pido'' susurraba al aire.

Muchos de los chicos en la banca de suplentes no querían verlo, pero sé que se obligaban a hacerlo al igual que yo y cientos de argentinos más frente a esas pantallas, esa mirada fija sostuvo cada promesa, cada cávala y, aún más importante, plasmó en ese preciso momento lo que significó la frase "elijo creer" en todos y cada uno de nosotros.

Entonces Montiel hizo el gol. 

Hizo el gol. Lo hizo.

Casi como mística del mundo, de dios o quién sabe qué fue lo que quiso que la suerte esté con nosotros hoy, se cumplió lo que soñamos y por fin podíamos arrodillarnos de felicidad por lo que ganamos con muchísimo esfuerzo y dedicación.

Yo no lo podía procesar aún, solo sentía que mi cuerpo tenía que reaccionar de alguna manera ante tanta euforia. Es por eso que no me dió tiempo a nada cuando sentí que se me vencieron las rodillas y caí al piso con lágrimas de felicidad en mi rostro como nunca pensé sentir por esta selección, escuchaba la gente corear y gritar con la alegría que estuvimos esperando hace 36 años y justo hoy terminó esa agonía que nos precedía.

Eramos campeones mundiales. 

Argentina campeón del mundo.

Soñé con decir esa palabra desde que llegué acá y todo valió la pena. Cada minutos de entrenamiento, cada informe, cada noche sin dormir, todo eso y más, valió la pena. 

Sentí unos brazos rodearme y gritar con euforia  "¡Ganamos, somos campeones Mal! ¡Somos campeones!" Yo no podía aguantar las ganas de llorar, trataba de secarme las lágrimas pero seguían cayendo una tras otras, por un segundo vi a mi amigo en el mismo estado que yo y le devolví el abrazo. 

De la nada sentimos más brazos alrededor nuestro y era Mara, la abrazamos también, dentro de toda esta locura ella había dejado tirado el carrito de utilería esparciendo plantillas y botines por el césped, no pude evitar reir y llorar al mismo tiempo, no quería que termine este momento jamás.

Lo más lindo era que no había ni una sola alma que no estuviese envuelta en brazos argentinos como hoy, en ese instante me olvidé de absolutamente de todo, de los problemas, de las dudas, del dolor, fu casi místico. 

¿Y si me encontraba en el sueño mas hermoso del mundo?

No era un sueño y lo sabía con certeza, porque si lo fuese... sería totalmente diferente.

Entonces me di cuenta que lo único que deseaba era que Emiliano estuviese conmigo en este momento, celebrando nuestro triunfo sin importarle nada ni nadie, solo nosotros dos contra el mundo olvidandonos de todas las palabras hirientes y las dudas que nos atormentaban a cada segundo.

Pero solo era eso, un deseo, una fantasía que tocaba lo irreal porque yo tenía claro que debí olvidarlo en cuanto crucé la puerta del baño ayer por la noche, pero aunque me engañara a mi misma todas las noches, no podía.

Mi corazón ardia y era de amor, uno tan cruel que no esperaba tener en tan corto tiempo por alguien que ni siquiera me ama. Y si, era una idiota, una "pelotuda" me llamaría mamá, pero aún así, no puedo cambiar el hecho de que me enamoré de Emiliano Martínez y eso me estaba matando por dentro.

¿Y lo peor de todo? Es que debía aceptarlo porque yo misma me lo busqué.

Pablo Aimar y Daniel con los ojos rojos y cristslinos venían hacia nosotros también para festejar el triunfo de haberle ganado en penales Francia.

𝔘𝔫 𝔪𝔢𝔰 𝔪á𝔰. (''𝔇𝔦𝔟𝔲'' 𝔐𝔞𝔯𝔱í𝔫𝔢𝔷) 𝐓𝐄𝐑𝐌𝐈𝐍𝐀𝐃𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora