26. Aquel 3 de diciembre.

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 Emi se había despertado dos noches en mi cama después de darme cuenta la verdad de mis sentimientos hacia él, aún no iba a decirle lo que me pasaba, solo buscaba una señal, solo una sola de que él podría corresponderme y daría hasta el ultimo aliento por su cariño. 

Después de que él entró a la habitación lo abracé y el me correspondió preocupado, Emiliano quería saber lo que pasó con su amigo esa noche, que se había dado cuenta que algo raro le pasó y quería ayudarlo, yo no iba a decirle las razones por lo que esquivé las interrogantes con besos y distracciones, me negaba mentirle en ese momento tan esclarecedor.

Aquella mañana, Emi se levantó y tuvo que regresar a su habitación después de todo aún seguíamos ocultando las apariencias, yo aproveché mi tiempo libre y contacté a mis amigos, Gusty fue el único que respondió. Era temprano y el sol abrasador en Doha parecía estar a punto de explotar.

— ¡Por favor! Es que no puede ser, te fuiste a Doha y literalmente devoraste. —rodé los ojos, no se podía tomar nada serio este pibe, pero sonreí a pesar de todo, no esperaba la hora para llegar y llenarlo de besos a todos, me hacía tanta falta. — Y acá... Dios, no sabés los chismesitos que hay, Ludmila no deja que te cuente porque quiere ser ella la protagonista de todo, pero no te imaginas... ¡Bueno, bueno me estoy yendo de tema! Decime Mal, ¿Vos estás bien? Con todo lo que pasó...

 — Creo que estoy mejor que nunca, siento que por fin puedo empezar a disfrutar.—le dije sin ocultar mi naciente felicidad, el sol iluminaba el cuarto y todo se sentía en paz— Pero sigo estando triste Gus, no es como si los sentimientos se esfumaran de la noche a la mañana, siguen estando ahí, la culpa, el miedo... Pero eclipsados por uno más grande.  

— Nunca en la vida te escuché decir algo tan cringe Mal...  —rodé los ojos, el rió — Pero me encanta que estés bien y disfrutando, sea en las circunstancias que sean, entonces ¿Qué pasó con la chica que siempre tenía algún chongo cada semana, la que no quería ataduras?

— Sigue estando ahí y va a seguir estando hasta que se demuestre lo contrario.  —le guiñé el ojo— No... Yo siento que algo cambió, no sé, mi forma de pensar no es la misma que con la que llegué a Qatar por más cliché que suene. Descubrí muchas cosas estando en convivencia con otras personas y me gustó lo que vi de mi, y odié otras partes... Antes de venir yo solo pensaba en divertirme, en disfrutar sin preocupaciones, ustedes saben como soy, no digo que de la nada quiero ser monja y dejar de disfrutar de las aventuras porque me estaría mintiendo, yo solo pensé que podía intentar vivir más es momento y por ahí dar la oportunidad de que los demás lleguen a conocerme más de lo que muestro a simple vista...

— ¿Me estás invitando a un culto? Si es así digo que acepto.— era un tarado— Mal, amor de mi corazón, amiga amada, no sabes cuanto ansiábamos que te dieras cuenta de eso, mil y una vez te dijimos que lo intentaras y sentaras cabeza, tenés 26 años y casi llegas a los 30, disfrutaste todo lo que pudiste desde que dejase al hijo de puta de tu ex, hiciste lo que quisiste con cualquier persona que se te cruzara en el camino y no estoy juzgando el desliz con el enano pero... Eso fue lo que derramó el vaso.

Largué una ruidosa carcajada, a los segundos él y yo literalmente llorábamos de la risa. No podíamos parar porque cada vez que lo hacíamos el recuerdo volvía a la mente como una escena vergonoza, en partes...

— ¡No era un enano Gustavo! —acusé, seguía riendo— Era bajito pero tampoco un enano, no tiene nada de malo, pero el chabón no era así.

𝔘𝔫 𝔪𝔢𝔰 𝔪á𝔰. (''𝔇𝔦𝔟𝔲'' 𝔐𝔞𝔯𝔱í𝔫𝔢𝔷) 𝐓𝐄𝐑𝐌𝐈𝐍𝐀𝐃𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora