31. Esa noche.

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Caminaba a pasos apresurados, necesitaba llegar a mi habitación lo antes posible. El número 22 marcado en el centro se sintió un lugar seguro. Abrí y me quedé sentada unos cuantos minutos en la cama, me dolía un poco la cadera por el golpe... Pero más me dolía el hecho de que no pude evitar que esto llegue mas lejos, por no detener las cosas antes terminó con mi amigo golpeado y el hombre que quería, enojado. 

Tomé mi celular y mandé un mensaje al grupo de los chicos agradeciendo por acompañarme y venir ese día y que, si querían, podían irse tranquilos, pero con la intención de que cuando los viera, los asesinaría a ambos. Me saqué los incómodos zapatos y los tiré lo mas lejos posible de mi vista, estaba furiosa.

 Me recosté, quería dejar de pensar en ese momento del golpe que se repetía una y otra vez en mi mente. ¿Era necesario golpearlo? ¿Era necesario provocar a Emiliano de esa manera? Y mierda, no era necesario mencionar lo de las tetas y su esposa en una misma oración. 

Dios, los hombres me daban tanto estrés. 

Suspiré con la mirada fija en el techo blanco, cerré mis ojos no quería pensar más. Sin embargo, el sonido leve de dos golpes inseguros en la puerta hizo que me levantara a acercarme, arruinando mis planes. 

Abrí y al notar que era él, traté de cerrarle la puerta en la cara. Emiliano interpuso esa acción con su mano. — ¡Malia! 

Me resigné y dejé que entrara. — ¿Qué?

— ¿Estás bien? No vi que te empujé, perdoname, es que no podía dejar que te toque sin permiso. —se acercó a mi, y yo me alejé. Estaba enojada, mierda con todo el mundo estaba enojada en ese momento. — ¿Segura que estás bien? A veces no mido la fuerza, lo siento tanto.

— Basta Emiliano. Estoy harta. ¿Cómo se te ocurre pegarle? Es mi amigo y también mi compañero, ya te dije estábamos jugando, así somos y no podés ir golpeando ala gente por cada comentario que haga...  —le dije caminando hacia la ventana. Él siguió mis pasos quedando detrás de mi a escasos metros en aquella habitación tenuemente iluminada. — Yo no se que carajos se te pasó por la mente. ¿Era necesario hacer esto? ¿Para probar qué cosa? ¿Qué eras mejor que él? No, no lo entiendo.

— ¡Si, yo lo sé! La cagué y me di cuenta enseguida, es un pelotudo pero no era necesario que lo golpeara, mal te juro que no soy de agarrármelas con nade—susurré un ''si como no''— ¡Enserio! Y por eso estoy acá para disculparme, me sacó como se comportó en todo el rato Malia, no se si te das cuenta sus intenciones, pero yo si me di cuenta y no aguanté, tenía ganas de matarlo en cuanto lo escuché decir que te quería poner las manos encima. Malia, sabés que nunca te haría daño, no a vos mi amor, por eso te pido disculpas. 

Suspiré y me alejé de nuevo. No tenía a nadie a quién reclamarle, yo me había metido en esto.

— ¿Sabés lo confundida que estoy yo justo ahora? —le dije admitiendo una de mis mas grandes verdades, el se acercó y tomó mis brazos acariciándolos con suavidad, sin poder alejarme continué con tristeza — Querías mi amistad, la tenés, querías que esté y, mierda, estoy aunque no sé si quiero estar así de esta manera... ¿Qué carajos querés de mi? Siento que te estoy dando demasiado, cuando yo no recibo ni la más mínima parte de vos. ¿Y sabés lo que duele? El hecho de que sos mi amigo y te quiero más de lo que pensé que iba a quererte y no podés ver que eso me está matando... Estoy cansada de mentir, de las dudas... Por eso te pregunto ¿Qué más querés  de mi Emiliano? Yo... ¿Por qué no puedo ser suficiente? 

Me quedé en silencio, mirando sus hermosos ojos color café, había confesado lo que sentía finalmente. El silencio abarcó todo el espacio, no sabía si seguía procesando las palabras o buscaba la manera para decirme que todo era demasiado para él y que no sentía lo mismo. 

𝔘𝔫 𝔪𝔢𝔰 𝔪á𝔰. (''𝔇𝔦𝔟𝔲'' 𝔐𝔞𝔯𝔱í𝔫𝔢𝔷) 𝐓𝐄𝐑𝐌𝐈𝐍𝐀𝐃𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora