34. Mal entendido.

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Por mas que buscaba palabras y excusas no las encontraba, me sentía paralizada ante esa abrupta pregunta. ¿Cómo carajos lo supo? 

Mis redes sociales no había actividad que me delatara, tampoco la de Emi. ¿Quién se lo habrá dicho? Y... ¿Y si lo sabe alguien más? Miles de dudas quería que respondiese, pero nunca salió la interrogante de mi boca. 

El silencio que se generó era preocupante, yo me encontraba tan tensa como un alambre y él tan... Neutral, esperaba una respuesta, pero no podía darle la verdad.

 — ...No. —mentí. No es que no confiara en él, pero los secretos son complicados y por algo son secretos, más si dos personas están involucradas. Siempre prefería ser yo la que cargue con tal peso y era mejor para Paulo no saber de qué se trataba, porque si se llega descubrir la verdad iba a ser un efecto dominó que iba a atrapar a todos nosotros.  

 Asintió y sonrió.—Malia, es un reto, tenés que decir la verdad.

 Lo miré confusa con una media sonrisa nerviosa. El levantó su cabeza para mirarme de nuevo, nunca me di cuenta que estaba lo suficientemente cerca como para notar realmente el color verdoso de sus ojos como ahora.— ¿Qué estás esperando que diga?

 Se levantó del lugar y me miró nuevamente— Que no hace falta que mientas Mal.  Se que puedo ser tranquilo y a veces tan confianzudo, pero soy tu amigo y quiero ayudarte...— él me transmitía seguridad y confianza pero me negaba a aceptarlo.—....Yo también me metí con Ori cuando no debía, ella salía con alguien y yo también, así que reconozco a dos personas que se quieren y no puden estar juntos...—confesó.

 Estaba muda. Al parecer mentir no me funcionó como creí, ¿Estaba dispuesta a que se sepa la verdad? Mierda, qué carajos iba a hacer. — Yo... No se de lo que estás hablando, no hay nada con él... No sé quién te crees que soy yo, él está casado... Y...

 — Eu Mal. —se acercó a mí— Está bien, no te alteres, no tenés que decir nada, era solo un juego, yo solo quería ayudarte y disculpá que lo haya mencionado...

Tocó mi brazo descubierto, traté de separarme de él rápidamente y por accidente resbalé con el charco de aceite. Paulo me sostuvo antes de que mi cuerpo quebrara todas las botellas de vidrio que tenía a mi lado. Tenía su cara casi pegada a la mía, sus firmes brazos envolviendo mi cintura y mis manos aferradas a su hombro por el susto.

Mi respiración se agitó.

Entonces alguien abrió la puerta encontrándonos en una pose muy extraña y comprometedora. La fresca brisa golpeó mi cuerpo y sentí que se aliviaba cada centímetro de mi ser, él me soltó lo más rápido posible y yo me alejé de él aún más rápido. Si queríamos demostrar que éramos inocentes, esa acción lo anuló por completo.  

Estábamos sin remera, sudados y encerrados. Mierda. Paulo bloqueaba mi vista hacia la puerta, pero ahí estaba él parado como si fuese algún guarda espalda preparado para atacar sin poder hacerlo... porque a su lado, estaba su novia.

Rodrigo y Tini nos miraban con sorpresa, y algo de enojo desde la puerta. 

Dios. Mio. Los latidos de mi corazón se aceleraron aún más, desde aquel día que decidí cortar con él no había vuelto a hablar directamente con Rodrigo, ahora se encontraba ahí, tan confundido al lado de su novia, algo picó en mi pecho.

Pero decidí que solamente era la falta de aire y por el mareo que teníamos al estar tanto tiempo encerrados. 

 — ¿Que carajos hacen? —preguntó levemente molesto él, Tini lo miró raro.

Sin decir una palabra salimos en busca de aire fresco, no me importó mucho que me vieran así, yo solo quería poder respirar, apoyé una de mis manos en la pared más cercana ante las atentas mirada de ambos. Noté que Dybala se estaba recuperando a mi lado, mientras que se secaba la cara y se volvía a poner su remera. 

𝔘𝔫 𝔪𝔢𝔰 𝔪á𝔰. (''𝔇𝔦𝔟𝔲'' 𝔐𝔞𝔯𝔱í𝔫𝔢𝔷) 𝐓𝐄𝐑𝐌𝐈𝐍𝐀𝐃𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora