32. Arena y sol.

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Mis ojos se abrieron y la luz brillante estaba en el horizonte como un faro iluminando la ciudad. Al principio no entendí donde me encontraba, pero al recordar lo que pasó hace algunas horas atrás me sacó una sonrisa. 

 Palpé la parte izquierda de la cama, lo sentí frío, por ahí estaba a la derecha estiré el brazo y.... Por desgracia Emi no estaba ahí. Abrí mis ojos completamente buscando su presencia y comprobando que lo de anoche sí pasó y que no fue un sueño más. No había tomado tanto como para fantasear con un sueño tan exótico.

Me encontraba desnuda entre las cálidas sábanas y estaba haciendo más calor a cada momento, analicé con la mirada la habitación... Ningún sonido del baño, tampoco en el pasillo, tampoco estaba su ropa.

¿Él se había ido? Mi corazón empezó a latir con desesperación ante la idea de que se haya marchado y dejado para siempre. Me levanté con pesadez, lo primero que noté era el dolor de mis caderas y piernas, por no hablar de más... Dios, tantos ¿Estiramientos? Me había destruido cada músculo. 

Más lenta de lo normal me dirigí al baño, esperando a que vestigios de él se encontrasen ahí, me decepcioné al no verlo ¿Dónde estás Emi?

Hice mis necesidades, me despejé con un poco con agua fría y fui de nuevo a la habitación a cambiarme con una leve angustia, en el proceso miré mi celular... Había mensajes de los grupos y revisé que no fueran urgentes, vi otras llamadas perdidas de Rodrigo, me preocupé por él, asique me prometí llamarlo más tarde.

Un pinchazo sentí en mi pecho, no había ningún mensaje que me diera alguna pista de donde se encontraba. A estas alturas, con dolor, admitía que podía esperar cualquier cosa de un hombre, pero no de él, no podía tenerme y dejarme cuando quiera, no justo ahora que había confesado que me quería... Emi no era así... ¿...No?

Pero no lo sabía con certeza, quería creer que no me dejaría allí tirada como un trapo usado, sin embargo, la única prueba que yo tenía era su ausencia misma.

Me cambié con rapidez, me puse el primer conjunto de bikini que tenía y un vestido suelto arriba para salir a buscarlo, tal vez se metió en algún lado y yo...

— ¿Mal, ya te levantaste? Hay que aprovechar el día... La playa está.—el sonido de su voz alegre entró por la puerta calmando cada centímetro de mi alma. Al ver mi rostro angustiado se preocupo, de alguna forma fue una como haberle puesto curita a mi corazón, sabiendo que pronto iba a sanar. — ¿Estás bien Mal?

Asentí y aparte la mirada, me sentía avergonzada de haber pensando que me dejó — Si, si... yo pensé que vos...

— No me encontraste... ¿Enserio pensaste que te iba a dejar después de hacerte el amor? —no lo miré — Nunca lo haría, puedo ser muchas cosa pero no soy un hijo de puta como para dejarte, no sin darte motivos y sin explicaciones.

Y lo sabía, me lo había demostrado, pero ahí siempre estaba la duda. 

— No, yo, bueno no te vi y sabiendo nuestra... situación, no sabía qué pensar. —hable con la verdad cuando el se arrodillo entre mis piernas y acercando su rostro al mío.

— Te lo digo desde ahora, amor —Me habló serio— Soy un tipo que si quiere algo se manda de cabeza al muere, no paro de buscarlo hasta que lo consigo... y más que nada soy sincero, me gusta hablar con la verdad, nunca te mentí sobre mi, sobre mi vida y no voy a mentirte con lo que siento y sé que vos tampoco. Si estamos en esta situación es porque los dos queremos y vamos a tener que enfrentarlo con capa y espada... pero con la tranquilidad de que nunca podría irme de tu lado Mal. ¿Cuántas veces necesito demostrarte mi cariño?

Pinchó mis costados con una sonrisa, me hizo cosquillas — ¿Eh? ¿Que no escuchaste cuando te lo dije la primera vez?— Continuó sus cosquillas yo me reía en un mar de paz y tranquilidad ahora que él estaba acá.

𝔘𝔫 𝔪𝔢𝔰 𝔪á𝔰. (''𝔇𝔦𝔟𝔲'' 𝔐𝔞𝔯𝔱í𝔫𝔢𝔷) 𝐓𝐄𝐑𝐌𝐈𝐍𝐀𝐃𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora