33. Ultimo día.

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En estos días se iba a ir definiendo todo, los partidos, los posibles finalistas y la suerte de cada uno de ellos para llegar a una final del mundo. Era ganar o perder, darlo todo y vencer o irte a casa con lágrimas y tristeza. No había punto intermedio, nadie quería quedar tercer lugar o segundo, todos íbamos por el primer puesto del podio porque lo venimos anhelando más años de lo que imaginamos. Es por eso que no podíamos permitir dramas o desconcentración. 

Ellos temían ver el mismo tren, ese que cada cuatro años pasa y quizás, podríamos no tomarlo. Otra vez. 

Pero era suerte y la suerte siempre es al azar, sea justa o no.

Después de nuestro agotador descanso con Emiliano en aquel yate rentado, en el medio de la nada, decidimos que era hora de volver a la realidad, por lo que hoy, era mi último día de vagancia en Qatar. 

Llegamos a la universidad en tiempos diferentes, primero llegué yo y unas cuantas horas después él, y la verdad, no tengo idea de qué excusa habrá dado para que nadie se diera cuenta de su presencia estos tres días, o quizás todos lo sabían, no lo sé y la realidad es que quisiera que no me importara tanto como para preocuparme por eso.

Toque la mejilla de mi compañero, Enzo, él aún tenía el moretón que le dejó Emiliano la otra noche. Ya no era tan visible pero ahí estaba, como un recordatorio de todo lo bueno y todo lo malo... 

—¿Te sigue doliendo?— Le pregunté preocupada poniéndole una crema hidratante en el lugar, me preocupaba, si bien nos habíamos mensajeado estos tres días, no se sentía correcto dejarlo pasar.

La agradable sala de Kinesióloga y Fisioterapia estaba en soledad, antes de hablar con alguien más quería disculparme con mi compañero.

— Si, me duele ahí ¡Aah!—se quejo del dolor y alejo mi mano con un suave manotazo — ¡Te dije que dolía!

— Bueno, bueno ¡Perdón!—le dije riendo, rodó los ojos y me dejó continuar.

— ¿Enzo...?—Él me miró.— ¿Por qué te dejaste golpear por Emi?

La pregunta me carcomía por dentro. Él podía defenderse y devolver el golpe en cuanto Emi se acercó, pero no lo hizo, se dejó pegar y me dolía ser yo la causante de una situación tan violenta... Alejé mis manos de su rostro y sonrió.

 Se encogió de hombros— Qué se yo, quería defenderme pero en esos segundo se me pasó toda clase de teorías locas de lo que pasaría después, además, creo que me sé controlar más que el ogro de tu novio— Reímos.

— No es mi novio.—aclaré. Me miró diciendo ''Si, claro'', entonces continuó.

— Pensá Mal, si yo le pegaba era un pase directo a la calle, me iban a echar, nos iban a multar a los dos y no podía hacer nada hasta que termine el mundial, es... todo un quilombo, leí varias veces el contrato antes de firmar, así que, al menos nosotros los trabajadores prescindibles, tenemos las manos atadas y me atrevo a decir que más que ellos.  

Asentí, había demasiada cláusulas que leí pero justo ahora no recordaba, me imaginaba que era con respecto a los conflictos dentro del lugar. — Si, se que no somos tan importante acá, no más que los jugadores, pero eso no implica que te dejes pegar por alguien de rango superior, no pienses cualquiera eh, pero sí se merecía unos cuantos cachetazos, es mi ''algo'' y hasta yo me doy cuenta que comportó como un boludo.

Negó mientras acomodábamos la sala — Soy un tipo pacífico pero no boludo, y me di cuenta que estaba jugando con algo importante para mi y, seguramente, para todos nosotros, es decir, estamos acá... Y es una oportunidad que no muchos pueden contar. Que se yo, me gusta la tranquilidad, si es posible evito todo el quilombo. 

𝔘𝔫 𝔪𝔢𝔰 𝔪á𝔰. (''𝔇𝔦𝔟𝔲'' 𝔐𝔞𝔯𝔱í𝔫𝔢𝔷) 𝐓𝐄𝐑𝐌𝐈𝐍𝐀𝐃𝐀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora