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En un mundo dividido por castas donde los alfas mandan, los betas trabajan y los omegas obedecen, Cellbit se encontraba en la cima y en el mejor momento de su vida. Proviniente de una familia multimillonaria con un legado de alfas poderosos, dominantes y con poder se podía dar el lujo de hacer lo que les viniera en gana y mucho más. ¿Quién se les opondría?, nadie, pocos podían enfrentarse a quienes tuvieran su nombre.

Además, con una apariencia digna de su estatus y la fortaleza digna de un alfa hecho y derecho para imponerse sobre muchos, no tenía razones para quejarse a sus 32 años.

Aunque, a diferencia de todos los de su alta casta, Cellbit no buscaba su pareja destinada, no quería a nadie que le hiciera perder su cabeza al punto de querer abandonarlo todo. Le gustaba tener el control; su vida ahora mismo era simplemente, perfecta. Eso no quitaba que fuera un hombre responsable en lo referente a los negocios.

Había comprado hacía poco una nueva empresa, no tan grande ni prestigiosa, que se encontraba en declive mortal y que se enfocaba principalmente en el mundo del maquillaje ¿Y cuál había sido la principal condición por la que la escogió? Pues que solo trabajaran personas betas. Eso significaba cero problemas y más productividad.

Primera cosa a favor, no tendría que lidiar con las clásicas peleas entre rango alfa que solían ocurrir o la tensa atmósfera que siempre se creaba. Segundo, ningún o ninguna omega le insinuaría utilizando su celo o feromonas de excusa para ir detrás de su dinero o su status.

Eso era algo que no se podía permitir. A su lado ya tenía a una omega, con el suficiente estatus y poder para poderse parar a su lado y que daría luz a sus cachorros fuertesy sanos. Aunque tenía que quitar el detalle de que aún no la había marcado. Eso sería después de la próxima boda, antes, podría ocasionar problemas. Tampoco sería estúpido de rechazar a su pareja destinada si esta apareciera alguna vez en su vida, pero por el momento era mejor prevenir que lamentar. Si él no la buscaba, no tendría por qué aparecer.

El auto se detuvo delante del edificio, que le hacía falta más de un retoque, algo que haría y lo pondría en lo más alto del mercado, así ya no tendría que escuchar que vivía del dinero de sus padres. En su mundo las apariencias, el nombre, el reconocimiento, y tus propios logros era lo primero. Ser alfa tampoco era tan fácil y aunque él ya generaba sus propios millones, los miles de millones de sus padres siempre estaban a la sombra.

-¿Ya me dejas sola?- la chica a su lado se restregó contra su brazo.

A pesar de estar en una relación de hacía dos años, Cellbit la quería, pero no la amaba, sólo que ella era la indicada. Podía considerarse afortunado, ella era una belleza con enormes ojos avellana y abundante cabellera oscura, aun así, había algo que faltaba.

-Volveré lo más temprano que pueda- le dio un beso rápido en los labios y salió. Si se quedaba mucho tiempo ella seguiría insistiendo y por experiencia sabía que ella terminaba siendo insoportable.

Uno de los empleados ya lo esperaba en la entrada para llevarlo a la sala de reuniones donde había convocado una en la mañana. Era rápido, no le gustaban los rodeos y necesitaba dejar los puntos bien claros. Él mandaba y se hacía lo que él decía.

Su secretario, un hombre beta dos años más joven y con más inteligencia que la que aparentaba, se sentó a su lado al entrar. Como mínimo, 10 personas más lo esperaban, bastante tensos.

Cellbit se percató del asiento vacío tres plazas a su izquierda, antes de empezar.

-¿Quién es la persona que falta?- preguntó en su habitual tono serio. Intimidar a los betas y subordinados era lo primero que tenía en su agenda, no toleraría la falta de respeto a su persona solo por ser más joven que la mayoría de los presentes.

-Disculpe su tardanza. Es el jefe del departamento de diseño. Está terminando de recopilar toda la información que el anterior director tenía sobre el proyecto y dijo que se demoraría solo unos minutos- le notificó uno de ellos.

El alfa recargó el rostro en la mano que se apoyaba en la mesa con el codo. Vio al hombre tensarse, pero no replicó. La verdad había convocado la reunión solo hace una hora y era conocido el mal trabajo del antiguo director. No se molestó demasiado, tenía bastante tiempo todavía.

Habían pasado alrededor de diez minutos, cuando a atmósfera densa de la oficina fue interrumpido por el sonido de la puerta abierta y el de la voz de un... joven.

-Con permiso, disculpen la demora-

Cellbit sintió la tierra bajo sus pies temblar y su mundo se vino abajo de pronto. No podía ser...
Un olor suave pero delicioso que le hizo temblar desde la punta de su pie hasta la cabeza y que su espalda se comenzara a empapar de sudor llegó como un relámpago a su narizy se mareó perdiendo por unos segundos a compostura.

A su lado Felps, su secretario, tocó su hombro, vio la expresión desorientada de su jefe y frunció el ceño. Cellbit nunca perdía la compostura así.

-¿Qué ocurre?- le preguntó con disimulo aprovechando que los presentes estaban atentos con el recién llegado.

-Felps, ¿Qué demonios hace un omega en esta empresa?- le respondió con los dientes apretados y sintiendo su respiración agitarse. Sus colmillos amenazaban con perforar su labio inferior.

-No entiendo lo que dice, revisé los papeles del personal antes de llegar y no hay nada fuera de lo que usted pidió-

-¿Entonces que tengo ante de mí?- se fijó en el joven delgado, con unos cristalinos ojos café y un rostro con mandíbula pronunciada, enmarcado en un corto y brillante cabello castaño.

Felps estudió al chico unos segundos y no encontró nada extraño. Lo reconoció recordado la imagen de su expediente.
Roier M. Director del Departamento de Diseño, 23 años, beta. Por si acaso revisó su cuello y no encontró más que una delgada cadena dorada sin adorno. Ni siquiera el collar característico de protección de los omegas y menos el rastro de una supuesta marca.

Le dio la información en un susurro y su jefe aun no parecía comprender la situación. El beta era inteligente así que no tenía idea de lo que estaba ocurriendo, ni del interés en aquel chico, ¿Acaso le había llamado la atención? no creía, Cellbit, por lo que conocía, era bastante fiel y no se le conocía ningún escándalo.

-Felps, averigua todo sobre él- le susurró antes de recuperarse y poner otra vez su rostro serio. -Creo que es... mi pareja destinada-

El beta puso una mueca que desfiguró su rostro y miró tanto al recién llegado como a su jefe.

Ahora el alfa, si se había vuelto loco.
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Recuerden que esta historia sólo es una adaptación de "No soy tuyo, Alfa"

Si se me escapó algún nombre o hay un error ortográfico, háganmelo saber 💟

No Soy Tuyo, Gatinho || Guapoduo || (Omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora