Cellbit lo vio suspirar y apretar sus ojos. No se había fijado pero más que parecer cansado, parecía preocupado, no el tipo de expresión que le había mostrado antes.
-¿Qué te tiene angustiado?-
-Nada- él movió su cuello rompiendo algún nudo de tensión que se había creado -Estoy bien, sólo cuestiones personales leves-
Cellbit no le creyó una sola de sus palabras, se separó de la mesa y se puso detrás de él, llevando sus dedos a los hombros y empezando un suave masaje reconfortador.
Roier iba a protestar con el primer contacto pero las palabras no salieron de su boca, cuando una oleada relajante lo recorrió completo dejándolo embobado. El olor de él tan cerca parecía una droga que lo dejaba fuera de juego, esta vez sin provocarle malestares.
Los mágicos dedos deshicieron cada nudo que encontró a la altura del cuello, clavícula y hombros. Intentaba quitar la atención de aquella nuca descubierta, aún sin ser marcada, esperando por los colmillos de él.
Sintió que su olor se hacía más fuerte cuando lo notó temblar levemente y decidió ver que ocurría si sus feromonas se intensificaban más, leyendo sus reacciones esperando que no lo afectaran violentamente como las veces pasadas. La imagen del omega ahora lo tenía en la gloria. La cabeza hacia un lado con los labios ligeramente abiertos y los ojos cerrados.
Sentía que podía tocarlo por siempre, conocer de memoria su cuerpo y no aburrirse nunca.
-¿Se siente bien?- se inclinó hacia su oreja y dejó que su susurro le acariciara.
Roier apenas respondió, sólo un sonido del fondo de su garganta.
-¿Qué te tiene tan preocupado?- insistió.
Pensó que no volvería a responderle, hasta oír su voz en un susurro.
-No puedo volver a mi casa, no quiero estar ahí- las palabras de él lo tomaron por sorpresa y lo hizo detenerse un segundo para retomar la tarea una vez sintió los nudos de tensión amenazar con formarse nuevamente.
-Pues entonces ven a la mía- lo besó en el cuello sensualmente- Ya te lo dije y la propuesta estará en pie el tiempo necesario. Siempre te tendré un lugar reservado-
Lo oyó tragar.
-¿Cómo puedo confiar en ti?- se hacía la pregunta más a él mismo que al hombre -Eres un alfa y...-
-Tu alfa, mi amor- Cellbit dejó un beso detrás de la oreja y siguió acariciando la curva con la punta de la nariz -Ahora y por siempre, sólo tuyo- no se consideraba un romántico pero sabía utilizar su labia en los momentos adecuados, además, aquel joven le hacía sacar todos los recursos de debajo de la manga sin ni siquiera quererlo.
-No puedes haberte enamorado de mi así sin más- él buscaba todavía una excusa que le dijera que retrocedería aferrándose a su estado actual. La incertidumbre de aceptar algo totalmente desconocido para él le hacía vacilar y más si aceptando el hecho de ir con él, aceptaba que era un omega. Mierda, no sabía nada de ser omega.
-Esto no es algo que podamos controlar- una de sus manos se había desplazado hacia la parte de adelante y trazaba su clavícula con el dedo, con ganas de apartar el botón que no le dejaba ir más allá en busca de algo másb-Estamos hechos biológicamente el uno para el otro y negarse sólo nos hará más daño. Además- se relamió los labios- La reacción de nuestros cuerpos no puedes negar que es muy placentera y eso que sólo nos hemos tocado un poco-
Nada, no quedaba nada que le impidiera no estar con aquel hombre que le insistía una y otra vez, cada vez más tentadoramente.
Ni siquiera la antigua pareja del alfa se interpondría, ella le había dado bandera verde.
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No Soy Tuyo, Gatinho || Guapoduo || (Omegaverse)
FantasyCellbit, un alfa prestigioso que compra una empresa en declive, nunca se imaginó que uno de los jefes de área seria su pareja destinada, un joven llamando Roier, aunque hay dos problemas... Ambos están comprometidos. Pero lo peor, es que Roier dice...