8.-

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Cuando Roier recobró el conocimiento estaba más aturdido que despierto. Sentía su cuerpo como si estuviera en una enorme bola de algodón que se movía de un lado a otro arrullándolo debilmente. Muy cómodo y acogedor. Podría quedarse así por siempre.

Y aquel olor delicioso y atrayente que inundaba todo su ser y lo mantenía en un trance total. Se acercó más a la fuente de aquel sabroso aroma y lo abrazó con la poca fuerza que le quedaba pegando su nariz y aspirando.

-Si me despiertas así todos los días, creo que me volveré adicto a ti por completo-

Los ojos de Roier se abrieron de golpe al escuchar aquella voz. Se separó con dificultad sólo para ser atraído de nuevo y su nuca detenida con la mano manteniéndolo pegado al pecho masculino.

-Forever me advirtió que no debías agitarte mucho, es malo para tu cuerpo-

¿Forever?, ¡¿quien chingados era Forever?!, debía ser otro alfa. Todavía quedaba algo de la esencia de supuestamente este. Por otro lado, ¿qué hacía él abrazado a Cellbit?. No recordaba los últimos acontecimientos, solo el baño y después...

Con lo que pudo miró donde estaba por el rabillo del ojo y admiró la enorme habitación decorada moderna pero elegantemente con combinaciones negras y blancas. La sábana de seda que los cubría era suave pero aun así le pareció que le pesaba una tonelada.

-Presidente Cellbit-

-Cellbit, no estamos en el trabajo-

-Presidente Cellbit- volvió a recalcar él, romper esa fina línea que los separaba como empleado y empleador sería muy peligroso, tal vez más de lo que se imaginaba- ¿Podría soltarme?, necesito ir al baño-

El alfa abrió los ojos quitándose el brazo que cruzaba su frente y suspiró. Lo soltó y dejó que él se apartara de su cuerpo perdiendo así la comodidad del calor que ya le parecía tan natural.

Roier había mentido. No tenía ganas de ir al cuarto de baño, solo quería separarse para refrescar sus neuronas y ponerlas en orden. Se arrastró al otro lado de la cama al confirmar que sus piernas no lo mantendrían en pie por lo menos en unos minutos y sacudió la cabeza despeinándose totalmente.

-¿Dónde estoy? ¿Qué pasó?- formuló basándose en sus dudas.

-Estas en mi casa, más específicamente en mi cuarto de invitados- Cellbit se incorporó sentándose en la cama, dejando visible su pecho bien formado debido a la camisa de lino blanco abierta mostrándose adrede, incluso el botón de su pantalón estaba abierto- Y lo que ocurrió es que te desmayaste en el baňo, ya un doctor amigo mío vino y te examinó-

El se mordió la uña, como siempre hacía cuando estaba nervioso. Ahora todo parecía encajar un poco, los medicamentos de la mañana, la razón por la que los tomó, el malestar que lo había atormentado y cuando todo se volvió negro al ser cargado por él.

-Lo siento- se disculpó apretando el tabique de su nariz- Disculpa las molestias ocasionadas, me iré a mi casa cuanto antes-

Se movió para levantarse de la cama cuando Cellbit lo agarró suavemente de la muñeca y lo devolvió al mismo lugar sólo que él frente a él.

-¿A donde piensas que vas, guapito? Tú y yo tenemos mucho de qué hablar, sobre todo de los químicos que tienes en tu cuerpo y que ocultan que eres un omega-

-¿Qué?- Roier pestañeó varias veces antes de responderle sin comprender- Debo tener químicos en mi sangre, tomo medicamentos por un accidente que tuve, no porque quiera ocultar que soy un omega, eso es ridículo-

Cellbit frunció el ceño y rodeó su cintura atrayéndolo, quedando él sentado sobre el regazo de sus duros muslos.

-Me parece que, o estás jugando conmigo, o te han tenido engañado toda la vida- acarició su cabello.

No Soy Tuyo, Gatinho || Guapoduo || (Omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora