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Cellbit abrió lentamente los ojos. Se demoró bastante para enfocarlos. Había dormido las últimas ocho horas, pero después de tres días de sexo intenso, calmando el celo de su omega, era normal que aun estuviera agotado.

Era cerca del mediodía eso significaba que les quedaba poco de la reservación. Le hubiera gustado aprovechar mejor el lugar, pero la parte positiva de todo aquello es que su relación había pasado la traba que más los afectaba.
Ya tendrían mucho tiempo para volver a vacacionar. Quizás en una de las casas de descaso que sus padres tenían en el Caribe.
Ansiaba levarlo allí y quizás después a sus cachorros.

Sabía que no era adecuado pensar en aquello todavía. Además de la inmensa carga de trabajo que tenía, todavía Roier estaba bajo tratamiento y sus niveles hormonales eran inestables.

Era verdad que había ternido sexo con él y anudado más de una vez tras cada orgasmo, pero como se le había dicho en el último chequeo, las posibilidades de que quedara embarazado eran muy escasas. Necesitaría al menos, más de un año para que su condición fuera más segura y su útero no colapsara llevando el cachorro.

Por el momento, él le daría todo lo necesario para que Roier se sintiera bien y relajado.
No importaba el tiempo que pasara. Y si él no quisiera tener cachorros o finalmente no pudiera, él lo aceptaría. Era un alfa, pero no era un animal como otros.

Sintió a su omega removerse contra él y sonrió.

-¿Despertaste guapito?- besó su frente.

-Cinco minutos más- murmuró casi sin conciencia para después volver a dormirse.

Cellbit sonrió más ampliamente notando aquel gesto realmente tierno. La piel de él estaba completamente marcada de arriba a abajo empezando por sus labios rojos e hinchados y terminando por sus muslos llenos de marcas de besos. Tomaría varios días para que desaparecieran, pero descubrió que a su parte alfa posesiva le gustaba un poco.

Tanto uno como el otro había perdido el control dejándose llevar por la situación del celo. Había sido realmente maravilloso pero sus cuerpos eran unos desastres, llenos de marcas y hasta cierto punto, adoloridos.

Estuvo acostado en la cama por varios minutos más hasta que se dignó a salir del acogedor calor de su omega y preparar las condiciones para cuando él despertara.

Se dirigió hacia el baño y preparó el jacuzzi, incluso con pétalos de rosas y vela aromáticas.
Le gustaba ser romántico y tener ese tipo de detalles. Después ordenó comida que fue traída casi de inmediato, pues eran platos sencillos.

En medio de la locura del sexo había tenido momentos de lucidez donde se había encargado de mantenerlos a los dos hidratados y con algo de alimento dentro de ellos, pero no era suficiente. Comerían aquello ligero y después, con más fuerza bajarían al restaurante. Le preocupaba el estado de su pareja después de su primer celo por lo que quería que recuperara fuerza lo más rápido posible y que Forever lo revisara.

Regresó a la cama y besó la frente de Roier con cariño.

-Meu amor, es hora de despertar-

Él hizo un sonido con la garganta, pero no abrió los ojos.

Cellbit besó la punta de su nariz y lo destapó dejando en evidencia todo lo que había hecho en su cuerpo.

Pasó el brazo por debajo de los muslos y lo cargó en brazos arrullándolo en su pecho. Los miembros del omega pronto se envolvieron alrededor de su cuello y enterró la nariz en la curva del hombro aspirando con fuerza.

-Hueles rico- susurró soñoliento.

Cellbit sonrió mientras caminaba hacia el baño.

-Tú también hueles bien, guapito. Aunque después de un baño creo que estaremos mejor- se rio restregando la punta de su nariz contra el hombro del chico.

No Soy Tuyo, Gatinho || Guapoduo || (Omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora