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Cellbit no era de aquellos alfas que se molestaban con frecuencia y menos de aquellos que sacaran a relucir sus colmillos y que sus ojos cambiaran de color. Pero al ver pedazos de cristal en la servilleta junto a la comida y gotas de sangre, casi enloqueció. Sus feromonas se expandieron en todas direcciones de forma agresiva y a la vez protectora en torno a Roier.

Alzó la cabeza en direccióna sus madres, su expresión era tal que hasta Tina tragó en seco.
Bagi no habló, solo miró de reojo a su esposa en descuerdo. Sabía cómo era ella pero nunca se esperó que llegara a esos extremos

-Tina, retírate- le dijo a la omega en un tono duro, dándole a entender que estaba realmente molesta. Había un límite para todo.

-Pero...- Tina iba a protestar pero tanto la mirada de su alfa como la voz de su hijo le hizo cerrar los labios

-No padre- Cellbit gruñó sin alzar la voz pero dejando todos sus colmillos afuera, conteniéndose para no faltarles el respeto como todo el hijo bien educado que era- Nosotros aomos los que nos vamos. Si hubiera sabido que pasaría algo como esto no hubiera dejado que ni siquiera se acercaran a mi pareja-

-Tu omega no cumple los requisitos para pertenecer a una familia de alto nivel como la de nosotros- Tina se levantó tirando la servilleta sobre la mesa y derramando la copa de vino -¿Acaso no piensas en lo que dirán los demás sobre nosotros? ¡Sobre tu padre!- casi chillaba.

Eso hizo que Cellbit perdiera la última gota de control sobre él.

-¿Por qué demonios crees que me fui de este lugar?, compré y fortalecí mi propia empresa, soy un maldito alfa, no un cachorro que necesite ya de su protección. Y menos de su permiso para tener a alguien a mi lado. Roier es mi pareja destinada, lo quieran aceptar o no, lo marqué, será mi esposo y padre de mis cachorros. Y no les permitiré humillarlo- su último gruñido hizo que las copas y las ventanas vibraran.

Tina apretó entre sus manos el mantel, su rostro cambiaba de un color pálido a uno rojo de indignación. Su Cellbit nunca le había hablado así. A su lado Bagi se levantó y ella se acercó hacia la alfa.

-Amor mío, ¿desde cuando nuestro hijo es así? ¿Qué le ha hecho...?-

-Vuelve- los ojos de Bagi eran como dos bloques de hielo y la omega tembló. Bajó la cabeza y retrocedió saliendo corriendo- Cellbit, hablemos- la alfa intentó entrar en un acuerdo con su hijo. Era el único que tenía y no pretendía perderlo por un capricho de su omega.

-Lo siento padre- Cellbit contestó de un modo duro- Si hubiera sido hacia mí, me hubiera mantenido callado, pero fue hacia Roier, eso no lo puedo tolerar. Eres una alfa también, me comprendes-

Bagi entendía la posición de su hijo, pero si dejaba que saliera por esa puerta, sus relaciones se romperían y serían muy difíciles de arreglar.
Amaba a su esposa, una relación que empezó con un acuerdo y que terminó en un matrimonio de amor, pero reconocía que ella tenía muy poco tacto para algunas cosas.

Roier, que se había mantenido en silencio todo este tiempo, con punzadas en varias partes de su boca, había sentido el ambiente tenso. No había interferido dejando que su pareja se encargara de todo, pero aquello se había descontrolado.
Quizás era porque su alfa estaba sumamente molesto que no había sentido la amargura en la voz de su madre alfa.

Se tambaleó cuando Cellbit tiró de él para sacarlo de aquel lugar, abrumado por la masa de feromonas a su alrededor. Se sostuvo con fuerza de su brazo y como pudo habló. La mucosa de su boca dolía pero él tenía algo que decir. No quería ser la razón por la que su alfa rompiera lazos con su familia. Que uno de ellos dos lo hubiera hecho era más que suficiente.

-Espera- dijo con esfuerzo.

Cellbit se detuvo y lo sostuvo entre sus brazos.

-Guapito, aguanta un poco, ya nos vamos de aquí- él le besó la sien pensando que él le pedía que lo consolara pero él negó con la cabeza.

No Soy Tuyo, Gatinho || Guapoduo || (Omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora