13.-

3.2K 370 103
                                    

⚠️ADVERTENCIA⚠️

El inicio de este capítulo contiene material más explícito y, a pesar de que me di a la tarea de modificar varias partes por intereses personales sobre los valores de los personajes, intentaré ser fiel a la trama de la historia en la que me baso.

_____________________
_____________________
_____________________
_____________________

Cellbit relamió sus labios sin darse cuenta.
La sola idea de tener a su omega a su total disposición lo excitó de sobremanera. Sus ojos comenzaron a volverse más agudos y el azul en ellos se volvió más intenso.

Apretó la sábana debajo de sus dedos y una gota de sudor corrió a lo largo de su espalda. La camisa de seda que tenía comenzó a pegarse a su piel y sólo la retiró para intentar enfriarse con el aire acondicionado dejando su torso desnudo. Cerró sus ojos y tomó un aire. Debía contenerse.

Él era un alfa, pero no uno cualquiera que se dejaba llevar por sus instintos. Había sido bien criado y entrenado en su autocontrol para no caer ante su más primitiva y salvaje parte alfa, pero esa misma parte tenía su entrepierna dura al punto de doler reclamando al omega.

Él no era un hijo de puta para hacer aquello.

Se levantó de la cama y se dirigió al baño. Sabía que otra ducha no ayudaría. Sólo le quedaba una opción. Rezar a los mil santos en los que no creía para ser lo suficientemente fuerte y no dejar salir esa parte alfa en él que lo acechaba por culpa de su ya cercano celo. Llenó una palangana con agua caliente y tomó una toalla caminado hacia la cama.

Tragó en seco y respiró profundo. Pasó la toalla por las manos de Roier y los brazos.
Quitó su banda azul para limpiarle la frente y luego el resto de su rostro, hasta llegar al cuello. Zafó los botones de la camisa uno por uno dejando a la vista su pecho y, a pesar de ser un omega, realmente tenía un cuerpo tonificado. Cellbit cerró los ojos y tragó en seco llenándose de paciencia y controlando su bestia interior, algo que le estaba costando mucho.

Con los brazos tensos levantó un poco a Roier y terminó de retirarle la prenda. La mano Cellbit tembló y se sintió salivar.
La idea de saborear a aquel chico lo estaba volviendo loco, de seguro se sentiría delicioso. Sacudió su cabeza y retomó su tarea.
No, Cellbit. Se repetía una y otra vez.

Desplazó la toalla húmeda por sus hombros, espalda, abdomen y prestó especial atención en la zona de su pecho. Se limitaría pero aun así podía tocar ¿verdad? Así que rozó uno de los pezones con su pulgar. Un leve gemido salió de los labios de Roier, pero no se despertó, aunque si despertó otra cosa.

La mano de Cellbit tembló y otra vez repasó el pezón esta vez más duro. Demonios, ese gemido había roto todas sus barreras.
Relamiendo sus colmillos que ya estaban dolorosamente largos se inclinó en dirección al pecho del omega. Sus labios rápidamente se hallaron alrededor del pezón lamiéndolo, repitiendo el mismo procedimiento con el otro. Mientras se deleitaba con esta parte de la anatomía de su pareja, bajó su mano a lo largo del ligeramente marcado abdomen hasta el borde del pantalón de Roier... Y paró, sabía que ya había cruzado un límite.

Cada parte de él le ordenaba marcarlo, hacerlo suyo y tomarlo hasta estar exhausto, pero aún quedaba un leve hilo de raciocinio dentro él, agradeciendo por primera vez que las feromonas omegas fueran tan débiles.

Bajó su cabeza hasta su abdomen y lo besó convencido de alejarse. Su piel era suave y sabía a gloria.

Otro pequeño gemido salió de los labios de Roier y abrió levemente los ojos.

-Sigue- lo escuchó decir en un susurro, lo que rompió la barrera de autocontrol que con desesperación había construído recientemente.

Tomó nuevamente el borde de su pantalón y sin pensarlo mucho, lo desgarró, llevándose también la ropa interior.
Siguió bajando un poco más dejando un rastro de besos hasta donde el pequeño pene omega comenzaba a llenarse y ponerse duro.
Cellbit no pudo evitarlo, su boca se hizo agua y lo lamió. El sabor lo volvió loco.

No Soy Tuyo, Gatinho || Guapoduo || (Omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora