9. Lou

66 30 2
                                    

Llevo una semana entera haciendo todo lo posible por ignorar al idiota de Rodrigo. No quiero dejar que me pase por encima como si nada, todavía me queda algo de orgullo.

Pensaba que sería trabajo fácil, él por fin se libra de mí y yo lo ignoro sistemáticamente, pero no es así. Creo que se ha dado un golpe en la cabeza que ha vuelto a conectar las dos neuronas que tiene. No encuentro otra explicación.

Ahora me sonríe, me ofrece agua fría cuando llegamos a casa, incluso me ayuda a limpiar las mesas de mi zona cuando termina nuestro turno.

Sospecho que Alonso tiene algo que ver. Cuando está con nosotros, y Rodrigo hace algo por mí, nos observa como un padre orgulloso.

Vivo con miedo a que Alonso le cuente algo sobre lo que me ha pasado. Este es el único sitio donde no me miran con pena por mi situación y quiero que siga así. En mi opinión, contarselo fue un error.

Me he dado cuenta de que aquí la gente vive con el bañador puesto, que en cualquier momento que tienen se van a la playa. Supongo que están tan deseosos de refrescarse que ni se molestan en cambiarse, si saben que van a volver después.

La única persona que solo he visto en neopreno es Rodrigo. El sábado por la mañana, cuando me desperté, estaba inflando una tabla de paddle surf . No le di ninguna importancia, porque para mí no la tenía.

Estamos a lunes, otra vez, y esta semana nos vuelve a tocar turno de tarde, pero resulta que es nuestro día libre en este mes. Yo estaba rezando por que el día de descanso coincidiese con mi graduación, pero no he tenido suerte, nada extraño en mí últimamente.

-¿A dónde vas?- pregunta Rodrigo cuando saco las llaves de mi bolso.

-A hablar con el señor Lorenzo- se me escapa. Golpeo mi frente mientras me susurro lo idiota que soy.

-Sabía que acabarías hablando tarde o temprano- se apoya en la pared, con aire de superioridad.

-Genial, eres adivino- por fin encuentro las llaves y puedo abrir la puerta, que por las noches cerramos con llave.

-¿Qué tienes que hablar con el jefe?

-Tengo que pedirle el día de mi graduación libre, y puede que el siguiente también, dudo que llegue a tiempo para entrar.

-Ya nos pedí esos días antes de que llegases, no tienes que ir- se encoge de brazos y toma la confianza de acercarse para revolverme el pelo, que milagrosamente me he peinado hoy.

-¿Cómo que nos los has pedido?- digo un poco confundida- ¿Vas a venir a mi graduación?

-Te recuerdo que también es la de mi hermana, egocéntrica.

Pongo los ojos en blanco de forma exagerada mientras vuelvo al salón y me dejo caer en el sofá. No estoy cansada físicamente pero hablar con Rodrigo después de siete bonitos días es agotador.

-Te quería pedir un favor...- se acerca Rodrigo, menos prepotente y más cuidadoso.

-No hago favores a gilipollas sin domesticar, lo siento- cojo el mando de la televisión para poner cualquier programa que opaque la presencia de Rodrigo.

-Venga, si seguro que tú también quieres ir- me pide, sentándose a mi lado.

Lo miro, alzando las cejas. No hago tratos con él, a menos que salga claramente beneficiada. Tenía planes con Alonso, cancelarlos tendrá su costo. Si no logra convencerme, me iré a dar un paseo en lancha para que un guapísimo local, gay por cierto, me enseñe a pescar. Cambiar eso por cualquier cosa en compañía del idiota local, mi compañero de piso, no me parece un buen trato, pero puedo escuchar la sugerencia.

En el fondo del mar (Pausado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora