Salgo del piso a toda prisa, estoy cabreado y no quiero pagarlo con Lou, ahora que ha aceptado mi propuesta. Me ha dado un mes para convencerla de que se quede pero no acepta ninguno de los planes que le propongo.
Apenas quiere salir de casa y, cuando estamos los dos, se centra en su guion día y noche.
Sé que hay algo que la obliga a suprimir sus sentimientos o cualquier emoción que ella quiera expresar hacia mí, pero no soporto que huya de mí.
Bajo hasta el garaje y subo en mi preciosa moto recién lavada para ir al único sitio donde puedo desahogarme, sé que Alonso me recibirá con los brazos abiertos.
-¿Quién es?- pregunta mi amigo cuando llamo a su puerta de madera inflada por la humedad del ambiente.
-Tu amigo favorito.
-Más quisieras tú- bromea cuando me abre y me deja entrar.
Nunca me ha gustado venir a su casa, es agobiante estar aquí. Es una pequeña cabaña a las afueras del pueblo, alejada de todo y de todos. Desde aquí hay acceso a un pequeño embarcadero que Lou ha tomado como puerto- se nota que es de interior– pero por lo demás está completamente incomunicado. Es un espacio pequeño, por lo que el calor es casi insoportable. No hay aire acondicionado, ni siquiera un ventilador, pero Alonso parece llevarlo bien.
Esquivo un par de muebles colocados de aquella manera hasta llegar al pequeño sofá que adorna el supuesto salón. Me dejo caer sobre él y suspiro profundamente.
-¿Qué te pasa ahora?- pregunta, entrando a la mini cocina y abriendo la nevera antes de entrar al salón con dos botellines de cerveza.
-¿Tiene que pasarme algo para venir a ver a mi queridísimo amigo?
-No te gusta venir aquí, si has venido es que algo tiene que rondar en tu diminuto cerebro.
Le devuelvo la sonrisa que me dirige y le quito el botellín que aún no me ha ofrecido para darle un largo trago.
-No consigo que Lou cambie de idea- admito.
-Solo llevas una semana intentándolo, paciencia- dice mientras se sienta a mi lado. La camisa azul que lleva se ajusta a su brazo cuando lo apoya en el respaldo. No es que tenga mucho músculo si no que esa camisa parece dos tallas más pequeña.
-Lo sé, pero le he propuesto varios planes y no ha accedido a hacer ninguno.
-Seguro que le has propuesto cosas que solo te gustan a ti- me dice en tono de reproche.
-A todo el mundo le gusta la fiesta- me encojo de hombros mirando fijamente a sus intensos ojos azules.
-Mira que eres estúpido- niega con la cabeza y le da el primer trago a la cerveza mientras enciende la pequeña y antigua televisión que está sobre lo que parece un viejo expositor de trofeos.
Me acomodo en el sofá mientras cambia de canales, pensando algún otro plan que se me haya ocurrido estos días para hacer con ella.
-No hay nada más que hacer en este pueblo que le pueda gustar, nada que yo sepa- echo la cabeza hacia atrás, a punto de tirar la toalla por mucho que me duela hacerlo. Si no puedo hacer nada para que se quede, al menos puedo dejarla disfrutar del tiempo que le queda aquí sin incordiarla.
-Y ese es exactamente tu problema...
-¿El qué? ¿Vivir en un pueblo turístico donde todo se basa en fiestas o cosas así?- le interrumpo, ganándome un golpe en el hombro.
-No, idiota. El problema es que solo quieres verla feliz por cosas que tu crees que le gustan- dice, haciendo énfasis en crees.
-Aquí no hay mucho que hacer y no ha hecho nada de lo que controlo.
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En el fondo del mar (Pausado)
RomanceRodrigo no se lo va a poner fácil a Lou, le ha dado lo que necesitaba: trabajo y una residencia temporal, pero llevarse bien con ella nunca ha entrado en sus planes. Es la mejor amiga se su hermana, pero no significa que tengan que ser amigos. Per...