A veces creo que el mundo me quiere volver loca. Ya sea por unas cosas u otras, nunca entiendo todo lo que pasa a mi alrededor. Supongo que esto es normal, si evitas la parte en la que mi compañero de piso ha cambiado de la noche a la mañana, tanto que ni lo reconozco.
Rodrigo nunca ha sido fácil de seguir, con sus constantes cambios de humor y el profundo rencor hacia mí, pero ahora es todo tan diferente que vuelvo a sentirme como una extraña en su piso.
Es amable, atento y gracioso sin pretender ser ofensivo. Nunca lo había visto tan sonriente, tan lleno de energía.
Quizá la situación con su hermana lo ha hecho cambiar conmigo, para compensar. Después de que Rosa saliese del hospital pasó algo parecido con ella, pero ahí era entendible. Es su hermana y casi la pierde por una venganza que no iba dirigida a ella.
-¿En qué piensas?- pregunta Alonso, cargado con una nevera portátil y las cañas de pescar.
-Nada, estupideces- me encojo de hombros, quitándole importancia-. ¿Seguro que no quieres que te ayude a llevar todo eso?
-Sí, no es la primera vez, suelo venir solo.
-O acompañado- digo en tono seductor. Sé que a veces, cuando se interesa por algún turista que pasa aquí varios días más después de que se conozcan, los trae aquí. Sin intenciones de pescar.
-Eso no cuenta.
-Claro que cuenta- sonrío mientras sujeto las cañas, cuando él se acerca a un señor que está sentado, tomando el sol.
Me siento en el suelo, más cansada de lo normal por el calor abrasador. Alonso tarda un rato en volver, se había quedado hablando con el hombre de cosas que prefiero no saber.
Cuando se acerca a mí espera que me levante enseguida, pero en lugar de eso cierro los ojos y me quejo de tener que levantarme.
-Vamos, perezosa- dice, tirando de mí hasta que estoy de pie a su lado. Hay que ver la fuerza que tiene para lo que quiere.
-Hace mucho calor- me quejo mientras cargo con la nevera hasta un pequeño bote amarrado a lo largo del paseo.
-Pues si quieres ir nadando, adelante- me sugiere, en tono de broma.
-No me lo digas dos veces, soy capaz.
-Si te pierdo, Rodrigo me mata.
-Rodrigo no es mi padre, no puede decirme qué hacer o decírtelo a ti.
Se encoge de hombros. Sé que no se va a arriesgar a enfrentarse a su amigo si puede evitarlo.
Subimos a la pequeña embarcación, intentando colocar las cosas para entrar nosotros estando sentados. Al final tenemos que llevar nuestras mochilas a cuestas. Alonso ocupa más de la mitad del espacio él solo.
-Tenemos que hablar- me dice cuando arranca el motor y empezamos a alejarnos.
-Menos mal que no somos pareja, si no me asustaría- bromeo para no sentirme incómoda bajo su mirada seria.
-¿Pasa algo entre vosotros?
-¿Entre quienes?- me hago la despistada, sé perfectamente a quién se refiere. No es el primero en preguntar.
-Rodrigo y tú, lo sabes perfectamente- ha perdido todo rastro de diversión o amabilidad en su semblante.
-No tenemos nada, solo compartimos piso- digo, aburrida de explicar lo mismo por tercera vez. Desde que volvimos de Madrid la semana pasada no ha parado de preguntarnos, tanto a mí como a Rodrigo-. Que ahora se comporte de forma diferente no significa que seamos novios, Alonso.
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En el fondo del mar (Pausado)
RomanceRodrigo no se lo va a poner fácil a Lou, le ha dado lo que necesitaba: trabajo y una residencia temporal, pero llevarse bien con ella nunca ha entrado en sus planes. Es la mejor amiga se su hermana, pero no significa que tengan que ser amigos. Per...