18. Rodri

23 8 7
                                    

Mi estómago se encoge una y otra vez mientras espero a que Lou salga del baño de una vez por todas.

Me arrepiento de haberla invitado al estúpido botellón que han montado mis supuestos amigos, a los que apenas veo fuera de cosas así.

Estaría mucho mejor aquí, fingiendo que las películas que elige Lou no me gustan, cuando en realidad me resultan muy interesantes. Nunca lo admitiré en voz alta.

Mi móvil vibra en el bolsillo trasero de mis vaqueros cortos. Lo saco, rezando por que sea alguien avisando de que se cancela todo y puedo quedarme a gusto con la zanahoria en casa.

No funcionan mis plegarias.

Es Lucía, me ha mandado un mensaje de audio. Pienso en si escucharlo o no.

No me importan mucho sus sentimientos ahora mismo, pero la curiosidad me tienta.

Compruebo que la puerta del baño, donde se está preparando Lou, sigue cerrada antes de abrir su chat.

No sé por qué, pero no quiero que ella se entere de lo que sea que Lucía me quiera decir. Bastante le dijo ya antes de irse.

-Hola, Rodrigo. Soy Lucía, aunque supongo que eso ya lo sabes- empieza a sonar su voz desde los altavoces de mi móvil, bajo el volumen al mínimo en cuanto su voz chillona me perfora un tímpano. Ya no recordaba lo molesta que puede ser-. Quería decirte que todo se nos ha ido de las manos, ninguno de los dos lo hizo bien. Tú fuiste el peor, pero no voy a echártelo en cara- acaba de hacerlo-. Algún día podríamos quedar, como amigos, para hablar las cosas. Lo que hemos tenido ha sido muy corto y quizá demasiado sexual, aunque es lo que tú querías, pero no tiene por qué acabar mal. Contéstame cuando puedas.

La entiendo, o eso creo. Pero ahora mismo lo último que quiero es quedar con ella para hablar sobre algo que nunca ha existido. No hubo nada entre nosotros, solo fue sexo.

No sabía que para ella había sido algo más, nunca hablamos de relaciones y desde el principio le dejé claro que era algo sin compromiso.

Le contesto con un simple: te voy diciendo. No soy capaz de decirle que no, pero tampoco de decirle una fecha fija.

Soy un cabrón, lo admito, pero no me gusta ver sufrir a la gente.

-Ya estoy, nos vamos en cuanto me digas si voy guapa o no- dice Lou, irrumpiendo en el salón como un torbellino.

Levanto la vista, apagando el móvil, y me quedo mirando fijamente a la pelirroja que empieza a pasear por el salón como si estuviera en un desfile de moda.

Lleva un vestido blanco que llega poco más abajo de su precioso y redondo culo, está bien ajustado a sus pequeñas curvas. Siento mi boca secarse al pensar que solo unos finos tirantes lo mantienen en su sitio. Si me acero y los deslizo lentamente...

-¿Qué te parece?- pregunta mientras recoge su medio ondulada melena en su mano para enseñarme bien su espalda descubierta. Pensándolo bien, es el vestido más básico del mundo, pero a mí me parece el mejor atuendo del mundo. No por la prenda, sino por la preciosa modelo que no sale de mi cabeza.

-Estás preciosa- digo, aún cautivado por la mujer más simple y bella que he visto en mis veinte años.

-Qué hombre más creativo para los piropos- dice de forma sarcástica mientras pone los ojos en blanco, haciendo que sus largas pestañas choquen contra sus párpados llenos de purpurina.

-¿Sabes que vamos a mitad de la nada a beber, verdad?

-Sí, pero me gusta verme guapa- se encoge de hombros mientras comprueba las cosas que lleva en un pequeño bolso del mismo color que el vestido.

En el fondo del mar (Pausado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora