1. Lou

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No tenía que haberle hecho caso a Rosa.

No voy a aguantar todo el verano, y todos lo sabemos. Pero ya es tarde. Estamos a veinte minutos de Elche, podría llegar, huir de él y volver a mi querido hogar. Sería lo que habría hecho si esta misma situación hubiera sucedido hace un mes. Pero ahora todo es diferente.

La ciudad que te vio crecer se convierte en un nido de lamentos, de compasión y de mucha falsedad.

Personas que iban hablando mal de tí hace relativamente poco empieza a compadecerse de ti por tu situación, por el dolor que deberías sentir pero que ellos ni siquiera llegan a imaginar.

Por mi parte es muy cobarde huir, pero no puedo estar allí, saber que están tan cerca y que no puedes esquivarlos.

-Señorita- me llama la atención una anciana regordeta que me mira con una amplia sonrisa arrugada-, va a Elche, ¿verdad?

-Yo... Bueno, voy a un pueblo cerca- le devuelvo la sonrisa mientras me quito el único auricular que llevo-. ¿Y usted?

-Yo voy allí a ver a mi hija, se mudó con su novio el año pasado. Ni siquiera se han casado, ¿te lo puedes creer?- dice, como si estuviera hablando de una asesina serial. Supongo que tiene la mentalidad de su época-. Pero me tienen que dar una noticia genial, según ellos.

Vale, creo que solo quería contarme su vida porque se aburría, y la verdad es que no me quejo.

Las marujas no tienen edad. Y yo soy una.

-Bueno, mientras todo sea legal no veo nada malo- le sonrío ampliamente, pero se me borra en cuanto me asesina con la mirada-. Perdone, no pretendía...- ¿porqué me disculpo si no he dicho nada malo?

Se empieza a reír a carcajadas.

-Cielo, tranquila- se acerca y se sienta a mi lado-, solo bromeaba. Llevas todo el camino tensa.

-Bueno, puede que esté nerviosa- suspiro mientras miro el reloj, solo han pasado cinco minutos. Se está haciendo eterno.

-Te espera algún novio, ¿verdad?- me golpea suavemente con el codo, con una amplia sonrisa pícara.

Y por que la señora parecía una de esas tradicionales.

-No, nada de eso- niego con la cabeza, espantada-. Todo lo contrario.

Me niego a que alguien piense siquiera que tengo algo con ese ser.

-Bueno, estoy mayor para pensar tanto, cuéntame quién te espera- se acomoda en el asiento, cruzando las piernas y juntando las manos sobre estas.

No puedo evitar acordarme de ella y las tardes que pasábamos así, hablando de todo y de nada a la vez. Pero enseguida borro esos recuerdos, cuando noto un nudo en la garganta.

Tomo aire y me centro en la anciana que empieza a impacientarse, moviendo su manoletina de terciopelo rojo granate.

-Es el hermano mayor de mi mejor amiga. Y es un idiota, nunca nos hemos llevado bien- suspiro pensando en todas las veces que nos hemos visto, que son pocas pero horribles-. Ahora tengo que vivir un tiempo con él antes de irme a estudiar- miento con lo que haré después del verano, pero nadie sabe esas intenciones, aún.

-Uy, uy, uy. Empieza a sonar a la telenovela que se estrena la semana que viene- parece emocionada. No sé si por su culebrón o por mi breve relato-. Cuéntame más, querida.

Que señora más... curiosa.

-No hay mucho más que contar, solo voy a trabajar allí en verano- me encojo de hombros cuando noto cierta decepción por mi respuesta-. Encontrar trabajo en el centro es imposible- aclaro.

En el fondo del mar (Pausado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora