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Hoy es jueves. Solo me queda un día para terminar con la jornada laboral. Mañana por fin es viernes y el cuerpo lo sabe, sabe que va a fiestar.

Tomo el teléfono y coloco un playlist con mis canciones favoritas.

Voy hacia la ducha. Coloco el móvil en el pequeño lavabo de mi baño. Me desprendo de la ropa y del elemento agregado que hay sobre la braga. ¿Ya dije que odio estos días? ¡Pues lo vuelvo a repetir por enésima vez!.

Muevo el grifo hasta que gran cantidad de agua caliente cae sobre mi cuerpo. En estos días quisiera bañarme alrededor de cinco veces al día. ¡Y no, no exagero!. Aquello me produce tanta incomodidad que quisiera estar así como estoy ahora.

El sonido de una llamada entrante frena la canción que se escuchaba. Muevo la cabeza hasta que mis ojos logran divisar la pantalla del teléfono.

Es Enzo.

Significa que ya meditó su arranque ayer. Sin embargo, vamos a dejar que lo medite un poquito más, por si acaso aún no tiene las ideas claras.

Lo que dijo es cierto, al menos la parte de lo que significaría ser actriz porno. Por otra parte, yo no tengo interés en ello. Me encanta follar sí, pero, no recibo dinero a cambio. Para mi follar es una diversión, no un trabajo.

Mi actitud con Enzo ayer, de no dejar clara mi posición de no participar en ese proyecto de desnudez y gemidos finjidos es porque no doy explicaciones de nada, lo que pase en mi vida es mi asunto y también para ver su respuesta o actitud ante la situación, para que voy a mentir.

¿Qué quería obtener con ello? Ni siquiera sé lo que quería, sin embargo, no esa actitud.

Acordamos mantener este juego donde nos dejaríamos llevar por lo que surja. Eso implicaba dominar y ceder el dominio entre nosotros, pero, seguiríamos follando como estamos acostumbrados con otras personas.

Enzo, al manifestar su poco agrado a que siguiera follando con otros, me frenó por completo. Eso es un paso a querer darme órdenes sobre lo que acapta o no que haga. Y no, Andrea Anderson no funciona así. Dominio solo en el sexo, no en mi vida. Está confundiendo gravemente los términos.

El tono de la llama se acaba y continúa mi música. Termino de bañarme y decido por segundos si salir de aquí o permanecer inmóvil. Estoy muy bien aquí.

Finalmente salgo a proseguir en mi arreglo para ir al trabajo. Mis gusticos y gastos no se pagarán solos.

Me coloco un jeans azul ancho razgado a los muslos, una blusa negra de corta y de cuello alto y un par de zapatillas negras. Un poco al estilo Keira Buckett.

Recojo mi pelo en una coleta alta. Cambio mis pendientes en forma de nudo por unas argollas en forma de círculo.

El maquillaje lo dejé para último, pues no pienso resaltarlo mucho hoy. Una fina capa de base, un delineado por los párpados y un tono rosa para los labios.

Paso por la cocina a arrasar con lo que haya en el frigorífico. Vivir sola me permite no tener obligaciones con cocinar cada día, hay días en los que lo hago, días que no, sin coger lucha alguna.

Hay pan, queso, hamburgueza. Me preparo algo decente con eso. Hoy al terminar el trabajo iré al súper o me tocará vivir a pizza por varios días. No sería mala idea, más, no sería saludable.

Aunque, tampoco es saludable el tiempo que llevo sin coger y no me he muerto, no aún.

***
-No sé qué mierda me pasa Andrea, pero no siento que esté enamorada de Jack -manifiesta Eileen mientras esperamos a que David nos entregue la orden de las mesas tres y cinco.

Mi loca perdición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora