25.

379 53 1
                                    

Nos encontrábamos en Nueva York. Aiden reservó el local Betty’s Catering para la pedida de matrimonio. Había gran ajetreo de un sitio a otro por parte de las encargadas de la decoración. Aiden se movía nervioso por el local. Río ante su estado.

—Vas a pedir matrimonio, no te van a dar un tiro —me burlo llegando a él.

—Ya quiero verte a ti cuando te toque comprometerte ―expone.

―Te morirás con las ganas de presenciar dicha escena, jamás pasaré por esto —comento segurísima—. Estuve a nada de asesinarte Aiden Stone, no vuelvas a hacer llorar a Keira. Vive por y para ella. Si la encuentro mal un día me la llevaré lejos.

Él ríe.

―No estoy bromeando, es en serio —le advierto.

―Estoy enamorado de ella Andrea. Jamás le haría daño. Soy adicto a Keira Buckett desde que la vi por primera vez en Pura Club.

Sus palabras me tranquilizan y emocionan. Mi amiga se merece vivir así, un amor tan completo y real. Ya quiero ver su cara ante la sorpresa.

—Muy bien Stone, ya me agradas.

En eso entra Enzo…el maldito hombre con cuerpo escultural y mirada moja bragas, él puto terrorista que ayer me mató antes de finalizar la guerra.

―Está arreglándose, le dejé una nota con la ubicación del lugar —habla en alta voz para que todos escuchen.

Repara en mí con descaro. Creo que en la sala nadie pasó esa mirada desapercibida.

―Tráiganme las máscaras y las tarjetas ―le ordena Aiden a una de las mujeres que se encargaban de los arreglos.

La mujer asiente y va en busca del pedido.

―Cada uno tendrá una frase de una canción que a ella le encanta —varias chicas entregan a cada persona una máscara y una tarjeta―, en la tarjeta hay un número que indica el orden a la hora de hablar. Tienen poco tiempo para memorizarlo.

―Liam, Dylan ¿sus cerebros podrán captar eso tan rápido? —me burlo haciendo que los demás rían.

―Estás graciosa Enzo girl’s ―manifiesta Liam, haciendo que lo fulmine con la mirada. Sabe que no soporto que me diga la chica de Enzo.

―Andrea y Liam se dejarán de pendejadas. Esto es importante ―reclama Aiden.

―Necesitas follar, que humor te cargas —me quejo logrando que esta vez sea Aiden quién me fulmine a mí.

Los más adultos de la sala solo ríen, se están adaptando a nuestras pendejadas y nuestro vocabulario particularmente grosero.

―Cuando en las paredes aparezcan sus fotos todos pueden quitarse las máscaras. Entonces hablaré yo. Organícense y apréndanse la frase. No griten demasiado o reconocerá sus voces. Quiero que la sorpresa se la lleve cuando se quiten sus máscaras, no antes.

Y así sucede, como ha ordenado el ogrito. Nos ponemos las máscaras y estudiamos el orden de las frases. Aiden nos dijo a todos que nos vistiéramos de blanco.

Un niño disfrazado de Cupido recibe indicaciones de Aiden.

—Ha llegado ―expone en alta voz Enzo.

Nos quedamos tranquilos mientras el niño disfrazado va en su búsqueda.

—¿Señorita es usted Keira Buckett? —pregunta un niño vestido de cupido.

—Si. ¿Por qué? —inquiere mi amiga.

—Acompáñame —la toma la mano y la conduce hasta una majestuosa silla que había delante de nosotros—. Siéntese por favor. Tome —me extiende un corazón rojo—. No lo puede abrir hasta que no le indique —continúa el niño.

Mi loca perdición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora