El vestido se adhiere a mi piel como si fuese una capa más. Mis senos, que ya no son un secreto para Enzo, pues los observó en la entrada de mi casa ayer, se marcan provocativamente. La braga se debe ver completamente.
Su bulto debajo de mis nalgas me tiene perdidamente loca, deseosa de probarlo, de sentirlo. Sus manos toman posesivas mis nalgas y las aprieta a su antojo.
Quiero más...mucho más.
Se me ocurre una idea. Intentaré ponerlo al límite. Que se pierda en mí y así lograr todo lo que deseo.
Me separo de su boca, tirando de su labio inferior. Reparo en nuestro alrededor. La hora y la lluvia los ha llevado a todos a casa. El lugar se vuelve vacío, frío. Vuelvo mi mirada a él, la suya no ha pasado de mí. Esos ojos me interiorizan, como si supiera que pretendo hacer algo.Bajo mi mano hasta su erección. Disfruto tocarlo, acariciarlo, tanto como él sentir mi mano en movimiento.
Una sonrisa relajada se expresa en su boca, mientras su dedo pulgar vuelve a deslizarse sobre mis labios. Aprovechando la pequeña abertura de ellos, introduce su dedo en mi boca. Lo chupo gustosa.
— ¿Deseas algo más en tu boca? —indaga cerca de mi cuello.
Quiero...quiero más. No solo en mi boca.
Jamás he rogado por sexo y no pienso hacerlo. Sin embargo, solo han pasado dos días y siento que exploto. Desde que me suspira cerca de la piel hasta que me toca próximo a mis puntos sensibles, pero no en ellos. Todas y cada una de sus acciones me ponen a un paso más del precipicio. Estoy rozando el borde y por mucho que quiero caer perdida en él, algo me detiene ahi, justo ahí en el borde.
—Con tu dedo me conformo —expreso con cierta ironía.
Cuerva sus labios en una sonrisa. Saca su dedo de mi boca. Y lo introduce por la parte superior de mi vestido hasta que roza un pezón.
— ¿Te gustan? —pregunto con una sonrisa. Les dedica tiempo. Si me he dado cuenta que las veces que hemos estado así, los toca, los roza.
—Me encantan —expone—. Pronto pasará con otra cosa.
—Eres algo poseso con ambas partes. ¿Es lo que me quieres mostrar? —indago.
—Digamos que le dedico tiempo a las cosas que me encantan. Me recreo y disfruto de ello —comenta mientras lleva su boca al otro pezón, que no había sido tocado por su dedo y lo muerde levemente—. Es hora de volver a casa. Hace frío y estás muy mojada.
—Estar mojada por el agua no me hará más daño, que la verdadera humedad que me provocan tus acciones. Esa si me hace daño —declaro mientras me levanto de encima de él y comienzo a caminar
Sus largas zancadas hacen que me alcance en instantes.—Perdí la cuenta de cuando fue la última vez, que un día de fiesta virara a casa, temprano, sin grado de alcohol y sin sexo —me quejo.
Me coge de la muñeca y me gira con brusquedad ante él. Su rostro muestra una sonrisa. Todo él está tranquilo, relajado. Cómo si disfrutara de esto, de cómo me pone.
—No me quedaré hasta donde han llegado todos. ¿Recuerdas? —dice contra mi boca—. Tu fiesta será privada conmigo y alcohol vuelvo yo tu cuerpo.
—¿Y el sexo? —inquiero rozando sus labios.
Él sonríe como respuesta. Agarra mi mano y hace que lo siga hasta su coche.

—Estás equivocándote de residencia —digo mientras observo el barrio al que acaba de adentrarse. Las enormes mansiones resaltan en cada rincón. Hasta la hierba aquí respira billetes. El cielo, siendo el mismo para todos, aquí brilla más. Cómo si los colores y la gran variedad de luces que acompañan cada casa se reflejan en el cielo.
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Mi loca perdición
RomansaMi loca perdición, es el libro de Andrea, no lo agregué como otra parte de Inmunes, porque esta historia sería independiente. Sé que los que hay leído Inmunes, esperan con ansias también este libro. De Andrea pueden saber, que es una mujer extrove...