27.

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Dudosa busca nuevamente a Enzo con la mirada. Él se acerca a nosotras y ella baja la cabeza.  Es muy difícil que ella no actúe como sumisa cuando está acostumbrada a ello.

—Mi señor estoy a su merced ―expresa.

¿Qué tipo de psicología utilizarán los dominadores para lograr que estas mujeres obedezcan perdidamente a todo lo que ellos deseen? ¿Qué tipo de satisfacción aportará esto?

No podré cambiar su manera de actuar. Ella solamente obedece a Enzo. He decido cambiar el juego. Demostrarle que no necesita sumisión para tener a su jefe.

Papi acuéstate sobre la mesa —pido a Enzo.

Él me analiza por segundos, en lo que debate si seguirme el juego o no. Yo le mantengo la mirada. La realidad aquí es una, quedamos en dejarnos llevar, en ocasiones el tendría el poder, en otras lo tendría yo. Incontables veces lo ha tenido él, ahora me toca a mí.

Llevo mi mirada está vez hacia la chica. Mira expectante a la actitud de su jefe. Enzo camina hasta donde le he pedido. La chica sigue con la vista asombrada sus pasos.

—Sígueme —expreso seria.

Llevo la bolsa que hemos traído con alimentos hasta la mesa donde estaba acostado mi bestia y los acomodo al lado de él.

—Desvístete papi —declaro.

Enzo pasa la lengua por sus labios y se toma los segundos que considera. Se levanta de la mesa y despacio insitándome, provocándome, retándome me mantiene la mirada. Se toma el tiempo en desprenderse de la ropa, como si lo que tuviera abajo fuese un tesoro o lo mejor del mundo.

Finalmente, cuando se quita la última prenda se queda de pie, permitiendo que tanto yo como su sumisa tengamos una vista increíble de su cuerpo. Está hecho a manos el maldito. Cada vez que lo veo me dan ganas de comerlo todo el tiempo.

—Acuéstate —ordeno.

No sé inmuta. Sé que ha sido.

—Sobre la mesa papi —digo y lo hace.

Con mi mano recorro su cuerpo mientras camino alrededor de la mesa, hasta llegar a los alimentos.

Lo primero que se me antoja probar es la crema. Tomo el pomo y empiezo hechando sobre su abdomen. Quiero recorrer los lugares más próximos de su polla, volverlo loco porque quiera que la tome en mi boca, como mismo el hace conmigo.

Lo bueno se deja para último o lo bueno se hace esperar, de cualquiera de las dos formas declaro que dejaré lo bueno para después, osea a mí.

—Aliméntate de tu señor —ordeno.

Ella se queda estática. Enzo lleva su mirada hacia ella y aquello parece ponerle más presión.

—Te enseñaré como se hace —paso la lengua despacio por el abdomen de Enzo tomando y saboreando la crema. Mi mirada se mantiene fija en la chica—. Su mirada es intensa, es desafiante, es dominante, pero sobre todo moja bragas. Sus ojos tienen que sumergirte en un placer infinito sin siquiera tocarte, utilízalos en ese sentido, no le tengas miedo.

Succiono, lamo y saboreo el manjar en mi boca. He dejado para ella.

—Hazlo —ordeno. Ella vuelve a buscar la aprobación en Enzo.

Papi ¿Quieres probar? —inquiero.
Él asiente, pero como todo, con paciencia.

—Pídelo papi. Solo así funciona —comento.

Sonríe y tengo que admitirlo que esa sonrisa me encanta.

—Quiero probar mami —declara.

Paso mis labios por la crema y camino hacia él lento. Acerco mi boca a la de él permitiendo que tome la crema desde mis labios.

Mi loca perdición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora