Capítulo 8

313 22 3
                                    

Memorias

Dicen que el cuerpo tiene memoria, y cuando esta se activa el deseo vuelve a rodar en la sangre, es ahí cuando el corazón reclama cosas que la mente no entiende.

- Buenos días. – escuchó el adulto joven de veintidós años.

- Esa voz... - pensó. Si bien la voz de Marcia actualmente era más grave, aún conservaba ese timbre suave y tierno, mismo que Hugo reconoció. El joven por instinto volteo hacia el lugar donde provenía ese saludo para encontrarse con unos ojos verdes.

Hugo sintió como cada centímetro de su piel se erizaba al entrar en contacto con la mirada de esa mujer, sintiendo una sensación de paz y calma. No entendía el porqué de esa sensación - ¿quién es ella? se preguntaba.

Algo similar pasó con Lucía. Ella no reconoció rápidamente la voz de su madre, pero al igual que Hugo, al cruzar mirada con esa mujer, sintió como su piel se erizaba perdiéndose inmediatamente en esos ojos. No podía dejar de mirarlos, así como cuando era bebé que mientras se alimentaba del seno de su madre, la observaba detenidamente como si tratara de entrar a su alma.

Esto pasó en cuestión de segundos, pero para los jóvenes fue como si el tiempo se hubiera detenido. Rápidamente el padre José se acercó a Marcia y la presentó como habían acordado.

- Niños, les presento a Marisa Jones. Una vieja amiga que me está ayudando en el orfanato. - Marcia al escuchar ese nombre, sintió como una rabia creció en su interior, no solo le arrebataron su libertad y a sus hijos, sino hasta la identidad. Tuvo que cambiar su propio nombre y mentirles a sus propios hijos. – Marisa, ellos son los hijos de Esteban Lombardo. – los presentó.

- Mucho gusto, señora. Yo soy Rafael Lombardo. – saludó acercándose a ella para darle un beso en la mejilla.

La pelirroja se sorprendió en un principio por la existencia del joven que fue presentado como el hijo menor de Esteban - ¿Cuándo lo tuvo? ¿con quién? – se preguntaba. Sin embargo, recibió su saludo con gusto. De ahí siguió Hugo, haciendo lo mismo que su hermano menor. La saludó con un beso en la mejilla aun tratando de entender esa sensación que tenía; por ultimó saludó Lucía, quien, al darle el beso en la mejilla, reconoció su aroma, y no el aroma de su perfume, sino de su piel.

Lucía sintió como el deseo la invadía. Necesitaba abrazarla y colocar su cara en el hueco que se forma en entre el cuello y el hombro para aspirar su aroma. Al parecer, su sentido del olfato detectó ese olor que, durante sus primeros meses de vida, era el que más inhalaba, el aroma de su madre.

Marcia al sentir el tacto de sus hijos sintió como el alma le volvía al cuerpo, tal vez no podía abrazarlos como hubiera deseado, pero al menos pudo tenerlos frente a frente, escuchar sus voces y sentir su calor, aunque sea por poco tiempo.

- Un gusto conocerlos muchachos. Son tan bellos... más de lo que imaginé – expresó la pelirroja sin pensar en las palabras.

- ¿Imaginar? – preguntó el más joven de los hermanos.

Marcia abrió los ojos como platos, al parecer había pensado en voz alta. El padre se percató de eso por lo que inmediatamente intervino. – Sí, es que yo ya los había mencionado en la plática con Marisa y bueno... - hizo un ademan con las manos.

- ¿Usted de casualidad conoce a mi padre? – indagó Hugo, realmente estaba interesado en saber quién era esa mujer.

- Sí – respondió inmediatamente. – digamos que soy una vieja amiga de la familia... - Marcia se había percatado de las intenciones de Hugo, a pesar de que no conocía a fondo la personalidad de su hijo mayor, intuyó que su respuesta pondría en aprietos a su ex marido.

Sin duda fue un primer encuentro bastante exhaustivo para todos. Compartieron juntos un café y una agradable platica entre los cinco. Hasta que llegó la hora de partir, ahí sí, cada uno de los jóvenes se permitió saciar sus necesidades. Hugo abrazó a Marcia fuertemente quien al soltarse le regaló una cálida sonrisa sin dejar de mirarlo a los ojos, y Lucía al abrazarla se permitió aspirar su aroma postergando el abrazo, mientras que Marcia aprovechaba para acariciar su cabello.

Se despidieron de la mujer con la ilusión de volverla a ver, sin saber que no solo la volverían a ver, sino que permanecería en sus vidas, pues se trababa de su propia madre.

[...]

8:00 pm

Esteban e Inés se encontraban hablando en la sala, cuando se escuchan las voces y risas de los tres jóvenes.

- ¡Hola pa!... ¡tía! – saludó una Lucía muy feliz yendo a abrazar a su tía.

- Hola ¿cómo les fue? – preguntó el moreno mientras observaba a sus hijos. Los notaba extraños, muy felices y pasivos, normalmente siempre estaban serios que hasta podía decir que los sentía como molestos cada que él hacía acto de presencia.

- Muy bien, pa. La convivencia con los amigos de Hugo y Lu estuvo bastante amena. – comentó Rafael.

- Hablando de convivencias... - habla Hugo. – Hoy en la mañana antes de mediodía fuimos con el padre José a dejar unas donaciones para el orfanato y conocimos a Marisa. – contó el joven viendo a su padre con una mirada de escaneo.

- Marisa... – pregunta con los ojos entornados pues no sabía a quién se refería su hijo. – Marisa... ¿qué?

- Marisa Jones. – responde

- Ay papá, no me digas que no te acuerdas. – dice Lucía que se encontraba sentada a lado de su tía – yo en lo particular no me olvidaría de una mujer tan guapa.

- ¿Guapa? – interviene Inés, quien voltea a ver a su hermano luego de que Lucía asintiera con la cabeza. Fue ahí cuando Esteban ató cabos, se trataba de Marcia.

Inmediatamente se levantó del sofá y se encerró en su despacho. Caminaba de un lado al otro mientras se repetía una y otra vez "porqué". Estaba enojado pues desde anoche lo único que sentía era miedo, y eso locomenzaba a frustrar porque no podía continuar con su rutina tranquilo. En ese mismo rato lo decidió, la iba a buscar para exigirle que se alejara de sus hijos, aunque solo era una excusa, él quería verla de nuevo.

La MadrastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora