Capítulo 21

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Secreto de confesión

De acuerdo con el Código de Derecho Canónico, "el sigilo sacramental es inviolable; por lo cual se le es terminantemente prohibido al confesor descubrir al penitente, de palabra o de cualquier otro modo, y por ningún motivo" (Canon, 983: 1). Esto quiere decir que la iglesia católica obliga a que todo sacerdote guarde secreto absoluto sobre los pecados que le sean confesados, y queda estrictamente prohibido hacer uso de ellos para cualquier beneficio.

Días después

8:00 am

- ¿Bueno? – responde el teléfono – Sí, él habla.... ¿cómo? – guarda silencio y voltea la mirada hacía donde se encontraba su esposa – Ahorita mismo salgo para allá.

- ¿Qué pasa? – pregunta la pelirroja saliendo del vestidor con su bolso.

- La salud de Santino empeoró, al parecer no le queda mucho tiempo. – dijo serio.

- Vamos, voy contigo. – camina hacia la salida de la recama.

- Vamos. – la sigue.

No habían pasado muchos días desde que Marcia vio el video donde se veía a Santino salir de la habitación de Nicolás, no había hablado con él por el tema de su salud, pero ya no le quedaba de otra, tenía que enfrentar a uno de sus verdugos.

[...]

9:00 am

En el lugar que habitaba Santino ya se encontraban los socios de Esteban, y en la habitación donde yacía el hombre, estaba el Padre José por requerimiento de este último pues no quería partir sin antes confesarse.

Al salir el padre de la habitación, le avisa a Marcia que el hombre de cabello blanquizco quería hablar con ella. La pelirroja no dudo ni dos segundos en aceptar y entrarle.

- Que ironía que nos volvamos a ver, justo antes de mi muerte. – tose - Perdóname por todo el daño que te hice. – jadea de dolor – No sé si fue el rencor, los celos, lo que me hizo hablar así en el juicio. – respira hondo.

- Sólo quiero que reconozcas ante mis hijos que tú mataste a Nicolás. – exige con lágrimas en los ojos. El hombre niega con la cabeza – Hay un video de seguridad que muestra que entraste y saliste de la habitación de Nicolás ese mismo día minutos antes de su muerte.

- No, yo no lo mate. – jadea – Yo reconozco que, si entré a la habitación de Nicolás, y fui yo quien tomó su celular para después mandar el mensaje que tú recibiste. - tose - Mi intención era llevar a Esteban hasta ahí para que los encontrara juntos. – hace una mueca de dolor - Nunca pensé que después pasaría todo esto. – confiesa. La abogada no dijo nada, estaba enojada y no quería alterar al hombre. – Busca a Antonio Gil – traga saliva – lo c-conocen como – respira hondo – el chaval. No puedo decirte más, porque desconozco quien lo con-trató. – informa.

La abogada suelta un par de preguntas más, sin embargo, el hombre estaba muy agitado, no podía hablar más, por lo que le pidió que descansara y que hablara con Esteban, que le contara lo que le había confesado a ella, él anciano aceptó y ella parpadeo pausado como gesto de agradecimiento para después retirarse.

- ¿Todo bien? – pregunta al verla salir pues se encontraba en el pasillo que daba hacia la recamara.

- Sí. Quiere hablar contigo... - toma del brazo al empresario – Por favor, escúchalo Esteban. No lo presiones – pide, a lo que el pelinegro asiente.

Cuando el moreno entra a la habitación donde se encontraba el hombre agonizante, este ya no podía más, se estaba acercando el momento de su partida.

- Santino... ya no te esfuerces ¿Sí? – se acerca sentándose a un lado de él y le toma la mano.

- Marcia... - jadea – ella...

- ¿Marcia qué? – indaga.

- Ella no fu... – toce. Esteban abrió los ojos de par en par, no sabía a lo que se refería.

- ¿Ella no qué? – frunce el ceño, después se da cuenta que al hombre le costaba respirar y se alarma– Santino... ¡Santino! – le habla levantando la voz, el hombre ya había dado su último suspiro.

El hombre no alcanzó a confesarle a Esteban lo que le hizo a Marcia, y ya no había nada más que hacer. Una de las personas que aparecían en la "evidencia" ya no estaba. Esto para Marcía era como empezar de nuevo, pues tenía los datos del tal Antonio Gil, pero aun no lograban dar con él, aunque Santino había brindado un dato importante. No se iba a rendir, hasta a encontrar toda evidencia que le fuera suficiente para poder decirle la verdad a sus hijos.

Esa misma tarde se encargaron de velar y cremar el cuerpo de Santino. Al terminar el funeral, Esteban y Marcia acompañaron al padre José a su casa; mientras este se dispuso a dejar su hábito eclesiástico y ornamentos en la sacristía, ella pasó a la iglesia para dejar un arreglo de flores a la virgen, Esteban prefirió quedarse en el automóvil esperando a Marcia.

- Ay dios mío, dame la fuerza para poder lidiar con este secreto. – suplicó mientras doblaba su hábito.

- ¿Qué secreto, padre? – preguntó la pelirroja que había ido en su búsqueda para despedirse.

- ¡Marcia! – pronuncia con los ojos abiertos, no la esperaba.

- ¿De qué secreto habla padre? – el sacerdote solo negó con la cabeza, dándole a entender de qué se trataba – Es el secreto de confesión de Santino ¿no es así?  – asegura.

El hombre no pronuncia nada, no podía hacerlo, hablar significaría romper sus votos.

- Santino sabía quién mató a Nicolás, y no me dijo nada. – se altera– Ni siquiera le confesó a Esteban que fue él quien me mandó el mensaje desde el celular de Nicolás, que fue por él que terminé metida en ese cuarto. – comienza a llorar, estaba furiosa – Pero claro... se lo confesó a usted porque sabe que no puede decir nada y a mí porque sabe que Esteban no creería en mi palabra. ¡Cobarde! – expresó mientras veía para todos lados, pero sin voltear atrás.

Al terminar, la ojiverde se fija su mirada en el padre y observa que él estaba viendo en dirección a la puerta, por lo que voltea la cabeza y mira por encima del hombro a la presencia que el sacerdote observaba, ahí estaba él, era Esteban y había escuchado todo.

La MadrastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora