Capítulo 30

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En el corazón no se manda

El sonido producido por el monitor de signos vitales, el goteo del suero, el aroma de lavanda mezclado con químicos, inmediatamente supo dónde estaba. Sí, estaba en el hospital.

Le dolía la cabeza, sentía el cuerpo pesado, la garganta seca. Escuchaba la voz de su esposo, seguida de la de su hijo y ¿su hija?

- Me llamaron los de seguridad, ya lograron extraer los videos de las cámaras de seguridad del estacionamiento. Necesito revisar eso. – pasa una mano por su cabello.

- Ve a revisar eso pa, mi sis y yo nos podemos quedar con Marisa. – se ofrece.

- Sí papá, nosotros loa cuidamos y te avisamos cualquier cosa. – dice Lucía.

- Le aplicaron un sedante, tal vez despierte cuando yo regrese. En dado caso que lo haga antes, me llaman por favor. – pide.

- Sí papito.

- Bueno, me voy. – los observa – Los amo. – le da un beso en la mejilla a cada uno.

Ambos jóvenes se mantuvieron en la misma esquina observándola fijamente, hasta que la vieron removerse y soltar un quejido. Inmediatamente ambos se acercaron a ella que trataba de abrir los ojos.

- Hola... - saludó la joven castaña.

- Lucía – dijo en un susurro.

Los ojos de la joven se empañaron, sentía un gran alivio verla reaccionar. Ella iba llegando a la empresa cuando vio a su padre salir con la mujer en brazos y como después la entregaba a los paramédicos; en ese momento sintió como si el alma se le saliera del cuerpo, su instinto fue correr hacia donde estaba ella y rogar por respuestas.

- Tranquila, ¿quiere agua? – pregunta el joven y ella asiente. – Tome, despacito. – la ayuda a beber.

Hugo estaba ansioso. Él presenció el accidente de la pelirroja, la vio lastimada y ahora estaban en un cuarto de hospital con ella postrada en una cama. No entendía la dimensión de su preocupación, sintió mucho miedo cuando vio como se la llevaban en una camilla.

Los dos la miraban expectantes, estaban preocupados por su salud, sentían la necesidad de estar alertas por si ocupaba algo.

- ¿Pasa algo? – pregunta la abogada percatándose de sus miradas.

- No, solo es que... nos asustamos un poquito. – suspiró aliviada.

- Es la última vez que le hago caso. Desde que tuvo el accidente debimos venir al hospital. – la reprende Hugo.

- ¿Qué accidente? – se preocupa Lucía.

- No fue nada, estoy bien. – trata de no alarmar a su hija.

- No minimice sus problemas, estuvo feo. – la mira con el ceño fruncido.

- Hugo, ya, yo creo que es suficiente con estar en el hospital. – lo calma - ¿Me pueden contar que accidente? ¿Es por eso que papá fue a ver los mentados videos? – indaga.

- Sí, alguien quiso hacerle daño a Marisa. – cuenta – No me quedan dudas de eso y vamos a dar con el responsable, voy a dar con él. - aseguró molesto.

Marcia inmediatamente se tensó, no tenía idea de la nota que habían dejado en el su coche, pero estaba segura que el atentado había sido obra de uno de sus enemigos, y el hecho de que su hijo mencionara que él mismo indagaría en eso, la preocupó. No quería que ninguno de sus hijos se involucrara en este tema, pero tampoco podía decirles nada, se había percatado que ambos heredaron su carácter necio.

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