Capítulo 32

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Desconfianza

La desconfianza es una sensación que surge cuando se tienen dudas o hay incertidumbre acerca de la veracidad, honestidad o lealtad de alguien. Puede ser causada por diferentes factores, como experiencias pasadas negativas, falta de transparencia o comunicación eficiente.

Lamentablemente para Marcia, todos estos factores influían en su desconfianza; incluso desconfiaba de ella misma, era tanto su amor por Esteban que a veces se sentía incapaz de poder mantener su fuerza de voluntad.

Ver el dolor en la mirada de Esteban al escuchar esa pregunta, le estrujó el corazón.

¡Tonta!

Estaba siendo igual que él, se estaba dejando influenciar por terceros y sus impulsos. Ya había hecho la pregunta, no había vuelta atrás.

- Fui a una reunión con unos posibles patrocinadores, te lo dije en la mañana. – responde.

El tono de Esteban era neutro, le había partido el alma darse cuenta de la desconfianza de la pelirroja y moría por decírselo, pero no quería alterarla y tampoco sabía que tan dispuesta estaba a hablar.

Marcia no dijo nada, respiró hondo tratando de calmar sus emociones.

Razón al corazón, Marcia.

Necesitaba que sus palabras tuvieran congruencia con sus acciones. Había quedado en darle tiempo a Esteban de demostrar su arrepentimiento y ella aprender a bajar sus defensas, pero todo este tiempo, había estado haciendo lo contrario. Primero, se acostó con él y después se la ha pasado evitándolo y atacándolo; nada coherente.

¿Así como vas a sanar todas tus heridas?

Se suponía que todas las cosas estaban claras y uno de los consejos que había recibido de aquel hombre sabio que era su figura paterna era que se permitiera tener ayuda de Esteban y que escuchara a su corazón. El padre confiaba que el moreno no tenía nada que ver con el asesinato de Nicolás y se lo había dicho a Marcia; ella también estaba segura de eso, pero todo su rechazo y desconfianza hacia él, era más su orgullo herido el que la hablaba. Tenía que comenzar a dejarlo a un lado si realmente quería estar en paz con sus hijos en un futuro, y tal vez con Esteban.

Volvió a inhalar profundo antes de romper el silencio que se había formado entre los dos.

- Lo siento... - se disculpó.

- No te preocupes, entiendo. – la miró una vez más – Yo si tengo hambre, bajaré a cenar. – se levanta - ¿Segura que no quieres algo? – pregunta abrochándose el saco.

Marcia se sorprendió por su indiferencia, esperaba que él mencionara algo respecto al tema y así llegar a un acuerdo ¿de qué? no sabía; igual, no fue así.

¿Y qué esperabas? hasta el más enamorado se cansa.

- Segura, gracias y provecho.

El pelinegro se retiró sin decir más, no bajaría a cenar, se iba a internar en otra habitación. Necesitaba pensar con claridad, entendía la desconfianza de Marcia pero que lo creyera capaz de hacerle daño, fue un golpe duro.

- ¿Problemas con tu mujercita? – pregunta viéndolo salir cabizbajo de su habitación.

- No empieces. – advierte.

- Yo no sé cómo puedes ceder a todos sus chantajes, está haciendo de esta casa un infierno, ¡y tus hijos! ¿ya viste como los tiene? – niega – no me sorprendería que los pusiera en tu contra, Esteban. Deberías hacer algo para que se largue de aquí. – sugiere.

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