Capítulo 18

381 33 6
                                    

Necesidad

Los rayos de luz se colaban por la ventana anunciando un nuevo día, el cual pintaba para ser lago. Después del altercado que tuvo con Esteban, se recostó en la cama en posición fetal abrazando la almohada y se dedicó a llorar hasta quedarse dormida.

6:00 am

La alarma se encendió despertando a la pelirroja. Al abrir los ojos inmediatamente se tensó, pues cayó en cuenta de la realidad en la que vivía ahora y que hoy debía asumir un nuevo rol; hoy comenzaba a ser la madrastra de sus propios hijos.

Con la intención de relajarse, va al baño a tomar una ducha, seguía sola en la habitación así que se dedicó a ejecutar su rutina tranquila, pero tan tranquila que se metió en la ducha sin percatarse de que había dejado la puerta del baño abierta como de costumbre, olvidando que compartía habitación con la lujuria en persona, pequeño detalle.

En otra habitación, la lujuria se encontraba debatiéndose en si ir a su habitación de una vez o esperar hasta que Marcia saliera de esta y así evitar verla. Se sentía mal después de la discusión que tuvieron anoche, y la última oración que pronunció la ojiverde, todavía seguía sonando en su cabeza.

Se armó de valor, se levantó de la cama y fue hasta su habitación. Al entrar notó la cama vacía pero rápido supo que Marcia se encontraba en la ducha pues escuchó el sonido de la regadera. Suspirando fue en dirección al closet con la intención de tomar el cambio de ropa que usaría hoy e ir de nuevo a otra habitación a arreglarse, pero al pasar se encontró con la figura desnuda de su esposa.

Sus pupilas de dilataron, expulsó todo el aire que tenía en los pulmones y tragó saliva. No pudo evitar clavar la mirada en aquella silueta que tenía enfrente, escondió su cuerpo detrás de la pared y continúo observando; no la miraba de manera depravada, pero si se notaba el deseo en sus ojos, sin embargo, la admiración predominaba. Mientras se perdía en los movimientos de la pelirroja, se percató de los cambios en su cuerpo, si bien mantenía esa figura escultural, sus curvas estaban más acentuadas; sus caderas eran más anchas al igual que sus muslos, y sus senos habían aumentado de tamaño. Siguió admirándola hasta que ella cerró la llave, rápidamente retiró la vista poniéndose nervioso así que opto por regresar a la recamara y esperar unos segundos para volver a entrar al vestidor.

- Perdón. – dijo "sorprendido" de encontrarla ahí.

- No te preocupes, está bien. – ajusta su bata para evitar accidentes sin tener idea de lo que Esteban había hecho minutos atrás.

- Puedo usar otro baño, eh. - ofrece

- No Esteban, dame unos minutos y salgo. – dijo secándose la cara.

- ¿Vas a bajar a desayunar con todos? – pregunta titubeando, seguía nervioso.

- Sí... - responde dudosa - ¿Pasa algo? – se da cuenta de su nerviosismo.

- No, no... em... bueno, ahorita que salgas entro– suspira sale del baño.

Marcia se desata la bata y se la quita para colocarse ropa interior, pero se percata que la había dejado fuera del baño y pensando en que Esteban se había retirado, sale por ella.

- Marcia – regresa al baño y choca con el cuerpo desnudo de la pelirroja provocando que casi caiga lo que ocasiona que por inercia la tome en brazos.

- ¡Esteban! – trata de cubrir su cuerpo, pero la musculatura del moreno ya lo hacía.

El empresario la observaba como tonto, quería besarla, necesitaba besarla. Marcia notó la mirada de su esposo y de pronto comenzó a sentir que este la apretaba más contra su cuerpo.

- Esteban, suéltame. – pidió, pero fue ignorada – Ya bast... fue interrumpida por unos labios que la tomaron por sorpresa.

Al caer en cuenta, se remueve con la intensión de zafarse, pero al hacerlo, siente todo el cuerpo del moreno sobre el suyo y cierto volumen hace que desista - ¿qué más da? – pensó y se dejó llevar...

Que ya no sintiera resistencia por parte de la abogada, lo tomo como luz verde para dar un paso más, por lo que se permitió acariciar con osadía el cuerpo de la ojiverde mientras que sus lenguas se encargaban de tomar un baile sensual y provocador. Ella sumisa, no limitó ningún movimiento de su marido, estaba gozando y no iba a parar hasta saciar su hambre de intimidad.

La ropa del moreno comenzaba a estorbar, por lo que entre besos comenzó a acariciar su torso para después llevar sus manos al borde de esta y quitársela. Una vez lo logra, siente como el empresario la obliga a retroceder adentrándose al baño dando un respingo al sentir el frío lavamanos donde había sido apoyada.

Esteban la toma firme de los muslos para sentarla en el lavamanos, mientras se abre espacio entre sus piernas; el hecho de que Marica estuviera desnuda la colocaba en una posición más sensible, pues sentía directamente como el creciente bulto de su marido rozaba con su botón nervioso.

Justo en el momento en el que la necesidad estaba en su máximo esplendor, el celular del moreno comenzó a sonar. No atendió la llamada, pero algo se conectó en la abogada y cuando estaba volviendo a relajar el cuerpo, vuelve a entrar otra llamada. El empresario se lo suficiente de la abogada para sacar su celular del bolsillo del pantalón de su pijama y ver de quien se trataba.

El nombre de Paula se mostró en la pantalla, arruinando el momento. La pelirroja empuja por el pecho a él pelinegro para bajarse del lavamanos. Rápidamente tomo la bata, cubrió su desnudez y salió del baño; se estaba muriendo de coraje y no precisamente por la interrupción, sino por haberse doblegado ante las caricias de Esteban - ¡Estúpida! - se reprendía.

Por otro lado, Esteban se quedó estático viéndola ir de un lado al otro tomando sus cosas, no sabía qué hacer ni que decirle, la veía molesta. Por una parte, quería sonreír pues el ver que la llamada de Paula le había ocasionado celos, le gustaba, pero por otro lado tenía nervios, quería acercarse a ella, calmarla para después tomarla entre sus brazos y continuar con lo que estaban haciendo.

- ¿Si me permites? Me quiero vestir. – dijo sacando de su trance al empresario y haciendo una seña para que esté salga del baño.

- Marcia... - dice saliendo del baño – No e... - se ve interrumpido.

- Nada Esteban, no nada. Sal de aquí, llama a Paula porque debe necesitarte y a mí déjame en paz. – corta toda posibilidad de comunicación cerrando con un portazo.

Al pelinegro no le quedó de otra más que tomar su ropa e ir a otra habitación a alistarse, sino después se le haría tarde.

La MadrastraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora