9 Ejecución

282 46 5
                                    

-Sé que dije que iba a darte tiempo, pero... ¿Tenemos que dejar de vernos? Porque la verdad que te extraño Audry, muchísimo. Te mando besos y abrazos.

-Buen día, tienes razón no tenemos que dejar de vernos, solo que quería pensar bien las cosas... ¿Puedo darte una respuesta el miércoles? Voy a cenar y hablamos.

-Miercoles me viene genial.

-Tambien te extraño y te mando un beso.

El timbre suena a las 11 puntual con Cavaldi y un bote lleno de palomitas, más una gran sonrisa en su estúpido rostro. Él y yo compartimos demasiadas similitudes como nuestro cabello enrulado castaño, solo que él sacó la altura de papá, yo el 1,60 de mamá con su tono de piel claro y ojos casi grises de papá, sí, bastante raro el color ya lo sé, un defecto genético, mientras que los ojos de él son color mierda a mamá, como le decía cuando nos peleábamos, como amaba verlo emputando por ese insulto. Sus dientes perfectos mientras yo tuve brackets por 4 años y entonces él me decía abrelatas o tiburón, se le pasó cuando le dí un buen mordisco por molestarme.

Lo único "bueno" de la separación en su momento con Ainhoa es que Dios aprieta pero te deja fabulosa, bajé de peso y el psicólogo me dijo que hiciera actividad física para enfrentar la depresión, entonces me inscribí en el gym y hoy por hoy estoy mejor que nunca, después de haber tenido sobrepeso la mayor parte de mi vida, al fin me siento un poco más cómoda en mi propio cuerpo.

—Eres un imbécil, no puedo creer que en verdad tengas 33 años al pedo. Venir con un bote de palomitas como si fueras a ver una película.

—Tú tienes 27 años al pedo y nadie dice nada, asi que permiso enana arquitecta. Y no sé si un película pero un show, de seguro que voy a ver.

Estuve nerviosa hasta que las chicas fueron llegando de a una, quien cayó con mala cara primero fue Frannie, luego Cate me saludo con un gran abrazo y al último con su hija en brazos cayó Alex, diminutivo de Alexandra.

—Hola, se me hizo tarde y... ¿Cavaldi? ¿Qué hace él aquí?

—Un gusto verte también Alex.

—Si estás aquí, esto es grave ¿Qué hiciste? —gira a preguntarme.

—Sientate y ya les digo, te estábamos esperando —Cate estira los brazos para recibir la pequeña Lucrecia.

Me quedo parada de los nervios y el estupido de mi hermano ríe comiendo palomitas.

—¿Recuerdan a Ainhoa?

—La hija de puta por la que te hiciste gay, lloraste, caíste en un pozo depresivo, bajaste de peso y perdiste tu trabajo. Sí, la recordamos claramente, si sabes dónde está me encantaría partirle la cara.

Habla Frannie, la chica de piel oscura bien fibrosa la más agresiva del grupo, porque nuestro grupo comprende diferentes etnias, como Cate que tiene rasgos orientales y Alex que es pelirroja con pecas y el pelo lacio.

—Frannie eres policía, ya no puedes partirle la cara a la gente —aún no sé cómo es que le dieron un arma, es más peligrosa que la gente que atrapa— eres la ley.

—¿Qué pasa con ella? —habla Cate la voz de la calma y la razón del grupo.

—¿Volvió aparecer? Porque puedo poner una orden de restricción hablando con un amigo, presentamos informes del estado de salud mental en el que te dejó y...

—La volví a ver hace un tiempo —dije interrumpiendo— ella vino a verme me pidió perdón y...

—¿Y qué Audrielle? —interviene Alex nuevamente fijando su penetrante mirada de ojos azules en mí— ¿Qué hiciste?

Efecto CavanaghDonde viven las historias. Descúbrelo ahora