La pelinegra está debajo de mí, bastante mojada y agitada, ya acabó la primera vez y está bastante sensible, yo la sigo estimulando sin dejar que ella se recupere, está muy colorada y transpirada.
—¿Te gustan los juguetes? —ella asiente y yo sonreí— ¿Puedo —beso— usar —beso— alguno contigo?
—Sí —dice en medio de un gemido.
—Genial ¿Dónde los tienes? —señala el armario, me levanto para buscarlo— ¿Irás a la guerra o qué? Prácticamente te podrías poner una tienda, wow tienes mi favorito, usaré este arnés con doble dildo.
Meto dos dedos en su boca mientras lubrico el arnés con doble dildo, saco los dedos y la posicionó en cuatro con su torso tocando la almohada. Primero fui suave y gentil, luego aumente el ritmo y la fuerza de las embestidas, sin dejar de estimular el botón que me iba a dar el acceso a su orgasmo inminente y lo supe cuando su cuerpo se contrajo entero, y en su gemido dijo mi nombre gritando para morderse el labio inferior luego y caer hacia adelante.
Nos golpearon la pared del otro lado, y ambas reímos, miro el reloj y son las 11:37 de la noche.
—Tienes que bajar la voz, porque si tocan esa puerta en la siguiente ronda, te hare gemir mi nombre tantas veces como golpes den.
—Dejame reponerme un poco —dice agitada.
Me tiro a su costado, agitada y exhausta pero sonriendo. La hemos cagado, yo más que las dos, me encame con Ainhoa quien está a la espera de una respuesta y ahora con Cavanagh ¿Cómo sigo con ambas ahora? Tendré que elegir a una.
—¿No eres como muy demasiado activa? —dice ella riendo agitada— enana pervertida, tendría que llamarte.
—Con que me llames "mi ama y señora", estaremos bien.
—Ambas reímos— Ni en tu sueños serás mi dueña y ama Audrielle —wow otra vez me percato de que aún no sé su nombre.
—Eso lo veremos Cavanagh —me levanto desnuda con su mirada pegada en mí. Acomoda un brazo atrás de su cabeza— ¿Te gusta lo que ves? —ella asiente sin vergüenza— desperdiciaste una taza de una café importado, pedazo de ingrata.
—Bueno no te ofendas, el café estaba rico, pero merendarte a ti por horas desde la media tarde a hasta la noche, es aún más rico —me ruborizo— ay te da vergüenza eso, pero haberme metido mano y lengua hasta hacerme venir no.
—Una cosa no tiene nada que ver con la otra Cavanagh. Iré a comprar algo para comer, ya me dio hambre ¿Dulce o salado?
—Salado.
Llego a su departamento con una bolsa llena de sanguchitos, cenamos y me quedo a dormir. Me despierto en la mañana temprano la veo tomando su café apoyada en la mesada de la cocina, solo con una tanga y su camisa blanca desprendida puesta sin nada más abajo.
—Tengo que irme, trabajo.
—Es raro que vayas a tatuar con camisa
—Ya te dije —se acerca besándome suavemente— que eso es un hobby, por el que cobro, pero no es mi trabajo.
—¿Y cual es tu trabajo?
—Si te digo, no me creerías —sonríe— bueno tengo una hora antes de irme.
Me acerco antes de que tomará su taza de café y la beso otra vez, no tuve que pedir permiso con mi lengua, ella misma se ofreció a abrir la boca y dejarla entrar.
Me deja en la esquina de mi departamento, voy con una sonrisa boba caminando para comprar el próximo almuerzo, siento una extraña sensación de ser observada y no es la primera vez, pero si es la primera vez que tengo una sanción de miedo. Miro hacía atrás y ambos lados pero no hay nadie, camino aún más rápido solo compro queso y algo de carne, para poder llegar a mi departamento rápido. La incomodidad se va cuando entro la seguridad de mi hogar.
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Efecto Cavanagh
RomansaSe prometió a si misma que nadie nunca más le haría daño, pero sus promesas flaquean cuando Cavanagh aparece en escena y cuando su ex le pide una segunda oportunidad. ¿Quien ganará el duelo? ¿Que tan peligroso puede ser el amor?