11 Ainhoa

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Han pasado tres meses desde la oportunidad que le dí a Ainhoa y ella no la ha desaprovechado, hace todo casi que demasiado bien, compartimos mucho, pero lo que aún no tenemos es relaciones, y la verdad es que empiezo a extrañar eso y mucho, más que nuestros encuentros siempre habían sido salvajes y espontáneos, con una necesidad feroz la una de la otra.

Hace más de dos semanas que vengo tan depilada que el unico pelo que tengo es el de la cabeza, pestañas y cejas, estoy más que preparada para estar con ella y esta noche de nuestro 4to aniversario no voy a dejarlo pasar.

—La abrazo por atrás— ¿Tienes sueño?

—No realmente —beso su hombro, pasando la mano por su estómago intentando llegar a sus senos— pero si quiero ir a la cama contigo.

—Mañana es día laboral, no deberíamos desvelarnos.

—¡Agh! —suspiro exhausta y saco las manos— ¿Desde cuándo es una preocupación ir a trabajar amanecidas? —me alejo unos pasos masajeandome las sienes— ¿Qué pasa Ainhoa? Ya no sé como hacer para darte a entender que quiero estar contigo. ¿Quieres que lo diga directamente? Tengo tantas ganas de follarte de una manera destructiva y orgasmica, que me vas a tener que pedirme que te lleve alzada al baño y te limpie, ya que ni siquiera vas a tener sensaciones de la cintura para abajo, te quiero dejar como bambi recién nacido.

—Muy explícita la manera en la que quieres cogerme cariño —hago mala cara y miro a un costado— pero yo no quiero algo así de salvaje... —estaba por refutar y ella se acerca antes de dejarme hablar para besarme— lo que quiero hacer contigo es algo más sublime, tierno y delicado que eso, y si me permitieras hacerlo aguantandote un poco la bestia sexual que llevas dentro, te haré el amor tan suave y con tanto placer, que mañana sonreiras y querrás que de te desayuné a ti, o desayunarme tú a mí, antes de irme a trabajar ¿Te parece?

Asiento y ella me toma de la mano, me lleva al baño donde ya había preparado la tina en algún momento del cual no me percaté. Me saca cada prenda de ropa y luego se desviste ella, dejando todo bien doblado arriba de la tapa del inodoro. Se mete primero probando el agua y me extiende la mano, ver su cabello suelto rubio ahora más largo, y sus ojos avellana, me hacen apreciar aún más su belleza en su desnudez, que en este momento más que parecerme erótico, me causa el calor del amor al cuidado de alguien más.

Se sienta primero colocando una bolita de sal que se deshace en el agua y tira otra para generar espuma, me invita a sentarme entre sus piernas y eso hago pero quedando frente a frente, se acerca sin decir nada y pone musica, prende velas al rededor de la tina y abre una botella de champagne, que derrama un poco de su contenido en en agua sirviendo dos copas.

—Salud mi amor.

—¿Por qué brindamos?

—Porque en estos meses de esta nueva oportunidad, descubrí lo feliz que soy a tu lado, me encanta despertar y verte a mi lado, abrazarte y sentir tu calor, solo me hace falta recordar que estás en casa para que mi día vaya bien. Y por eso quería darte esto —saca una caja y yo sentí que me bajó la presión— estás pálida ¿Te sientes bien? —asiento y abre la caja con una llave adentro haciendo que el alma vuelva a mi cuerpo.

—Es una llave.

—Sí, ¿Creíste qué... ? ¿No te agradaría la idea de casarnos?

—En realidad nunca he pensado en casarme.

—Es la llave de la casa que me van a entregar, bueno una copia ¿Quieres irte a vivir conmigo? Digo, es prácticamente lo mismo, pasas más tiempo aquí que en tu propio dpto y te ahorrarías el alquiler.

—¿Sí? —digo no muy convencida— sí, me encantaría —¿Es lo que se supone que las parejas hacen verdad?— vivamos juntas.

La beso y abrazo fuerte. Luego del baño de inmersión que transcurrió entre una charla de como podríamos decorar la nueva casa y mimos, salimos del baño.

Efecto CavanaghDonde viven las historias. Descúbrelo ahora