Capítulo 3. Paciencia.

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Jenna abrió la puerta y dejó las llaves en la mesa donde descansaba el nuevo inalámbrico instalado por unos hombrecillos azules. Hizo equilibrio con la bolsa que tenía colgando en su mano.

La latina suspiró incrédula.

Emma estaba sentada en la isla comiendo cereal con leche y para explicar mejor la incomodidad de la recién llegada, la señorita Myers usaba sólo la mitad de la superficie, limitada por la misma cinta rosa.

Era la mitad que le pertenecía, por supuesto. Emma se encargó de elegir todos sus equitativos espacios y marcarlos con cinta luego de escribir su nombre.

Una bola de aire caliente se situó en la garganta de Jenna. Estaba a punto de botarlo como un lanzallamas, hasta que recordó las sabias palabras de Joy: INTENTA DARLE UNA OPORTUNIDAD. PACIENCIA, JENNA ORTEGA. PACIENCIA.

Infló los cachetes.

Expiró tratando de calmarse, —¿De verdad vas a dividir cada espacio en dos?

—Buenas noches, Ortega. —dijo saludando sin siquiera voltear. Sonaba como si le enseñara modales a la recién llegada. Metió otra cucharada en la boca.

PACIENCIA. —Hola, ¿tomando el desayuno tan tarde?

—El congelador está vacío —mirando sus hojuelas —sólo tenía cereal y un poco de leche.

—Dejé algunas frutas ahí.

—Están en tu lado. No puedo tomar lo que está de tu lado.

—¿Es otra regla que estableciste sin avisarme?

Emma decidió ignorarla —Iré mañana de compras. Ahora si me disculpas, procederé a usar mi mitad del lavadero en el baño para dejar limpio todo esto —se paró, aún sin mirar a la otra joven y llevó las cosas al baño. Obviamente había dejado la taza de café en el mismo lugar que dejó Jenna en la mañana. Aún sin lavar.

—Esta mujer es increíble —murmuró Jenna entre dientes. Frustrada caminó con la taza al baño —¿Estás diciendo que, si hay un incendio y hay un extintor de mi lado, dejarás que todo se reduzca a cenizas porque no puedes tomarlo? —la latina usó su mitad de lavadero.

—Este edificio tiene un excelente sistema anti-fuego, Ortega, dudo que necesitemos un extintor. De hecho, dudo que siquiera cuentes con uno.

—¿Siempre eres así de molesta o te estás esforzando?

Emma iba a explotar rápidamente, pero decidió tragarse la cólera. Equilibrio, pensó. —No sé de qué hablas —dejó el bowl, el vaso y la cuchara en la cocina. Caminó a la sala y se sentó en su mitad de sofá. La almohada y colcha azul de Jenna descansaban al otro extremo, prueba de que pasó ahí en la noche.

Emma escuchó ruido de bolsas en la cocina, pero pretendía parecer muy ocupada ojeando una revista como para voltear.

El microondas y su timbre agudo.

Luego sintió el olor.

Delicioso queso derretido, con champiñones, aceitunas, quizás pimiento verde.

Pizza vegetariana.

Escuchó una silla correr y levantó ligeramente la vista, para encontrar a Jenna en su mitad de isla, con la caja abierta y humeante.

Pasó la hoja de la revista.

Tal vez, si hubiese sido más amable... No. Quizás, si hubiese subido la mirada para saber que cargaba con una pizza, hubiese cubierto su fastidio con una fina actuación y pudiera ahora disfrutar de un pedazo junto a su roomie.

THE APARTAMENT. [JEMMA] [Adaptación]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora